José Ojeda señaló que la pandemia y la crisis económica se hacen sentir en el rubro de la telefonía celular. Indicó que los precios de los insumos están a valor dólar y han experimentado subas importantes.
José Luis Ojeda es propietario de un comercio que se dedica a la reparación y a la venta de insumos para celulares en la ciudad.
EN diálogo con El Díaa de Gualeguaychú contó que en el país “todo lo que tiene que ver con la telefonía celular es importado y en estos tiempos, al no entrar repuestos, insumos varios, el stock existente en Argentina se está terminando y lo que queda aumentó de manera desproporcionada, debido a que están cotizados al dólar blue y no al oficial”.
Agregó que “se consiguen muy pocos repuestos en aparatos en donde siempre algo hay que reparar, especialmente en los módulos, pantallas táctiles, cargadores y baterías”. Señaló que lo que “venía entrando en el país no es de la mejor calidad”, detallando que “la mayor parte llega desde China” y aclaró que en el Gigante Asiático “se fabrican y comercializan aparatos y repuestos en diferentes niveles de calidad. Tenés de primera, segunda, tercera y cuarta categoría. Lamentablemente lo de menor calidad es lo que encontramos en el mercado argentino. Esto provoca que el celular se rompa más rápido que uno de buena calidad, las baterías se agotan más rápido y así todo”.
Dijo que, por el momento de crisis sanitaria y económica, “la gente está dejando de adquirir celulares nuevos y se inclina por los usados”. Señaló que un “aparato que antes de la pandemia tenía un valor de $14.000, hoy oscila en los 23.000, ni hablar de los de alta gama que son los que van quedando en el mercado, porque no hay quien los compre”.
Comentó que el usuario sigue consultando, debido a que las familias que tienen chicos en edad escolar “reciben las tareas vía online y muchas familias no tienen una computadora. Solo un aparato celular, razón por la que la demanda de celulares usados y tablets se mantiene firme y te diría que ha aumentado”. Acotó que al “recibir tanta información, tareas desde los colegios, los teléfonos se saturen y sufran algún tipo de averías, debido que no tienen una capacidad de memoria para absorber tanta información. Están los casos de familias que tienen un solo aparato para tres chicos que estudian. La saturación de información termina afectando el sistema operativo, se infectan con virus y el teléfono deja de funcionar se apaga y no puede volver a encenderse”.
Ojeda, que trabaja en el rubro desde el año 1992, dijo que pasó por varias crisis, pero “como esta ninguna, agravada notoriamente por la pandemia, supera a la del 2001”. Indicó que en el rubro en el que se desempeña “es bastante amplio en la ciudad, con vecinos que recorren talleres y locales en la búsqueda de presupuestos que estén acordes a su poder adquisitivo. Muchos de los que trabajan en reparaciones lo hacen desde su casa, apremiados por el momento hacen cursos online acelerados para tener una entrada más”.
Medidas de seguridad
El comerciante tuvo que colocar un vidrio que lo separa de los ocasionales clientes que llegan al local. “El blindex me salió 3000 pesos a lo que deben sumarse otros 2500 más en una serie de trabajos para cumplir con el protocolo sanitario, además de los costos fijos de alquiler y la carga impositiva”.
Cerró diciendo que incorporó “la venta de tapabocas que por fortuna se están comercializando en lo que no deja de ser una ayuda en estos momentos”.