Luego explicó que “éramos aproximadamente sesenta personas las que largamos, al a vez que llegamos alrededor de 15 de nosotros a la cumbre. Es decir, alcanzamos los 6.962 metros de altura”.
Al momento de explicar por qué de los sesenta atletas sólo 15 lograron la meta, Reniero precisó que “en el campamento denominado Cólera, que es el último de todos los que se hacen durante el trayecto hacia la cumbre, prácticamente no se puede dormir por la falta de oxígeno y también por el cansancio que uno trae de días previos. Hay que tener en cuenta que uno lleva consigo una mochila de 20 ó 25 kilos de peso, como así también los nervios que implica la travesía”.
“Otra cuestión que juega un papel muy importante es la cabeza de uno, ya que hay que levantarse en plena noche y utilizar una linterna para movilizarse”, sostuvo. A su vez, rememoró que “esa noche tuvimos la mala suerte de ver una persona convulsionando y eso sin dudas a uno lo impacta”.
Al ser consulta acerca de la cantidad de días que le llevó escalar el Aconcagua, es decir desde que largó la travesía hasta llegar a la cumbre, Reniero manifestó que “largamos el día 15 de diciembre, cuando pusimos nuestro pie en la montaña y arrancamos. Se caminan aproximadamente ocho horas por día hasta llegar al campamento base que se llama Plaza Argentina y está a una altura de 4.200 metros. Allí estuvimos tres días, y luego tuvimos que llevar cosas hacia el siguiente campamento, ya que íbamos muy cargados”.
La preparación previa
Reniero destacó que “es la cuarta montaña que escalo y, para llegar a la cumbre del Aconcagua hay que registrarse en el Parque Provincial que lleva su mismo nombre y pagar un arancel cuyo monto depende del lugar de origen de cada atleta”.
“A mi me gusta hacer ejercicio, por lo que siempre me van a ver corriendo, nadando o andando en bicicleta por Chajarí (…) Como preparación previa, es muy importante realizar ejercicios aeróbicos pero, lo más importante que puedo aconsejar, es que antes de escalar el Aconcagua, hay que escalar otra de menor altura, para empezar a conocer nuestro propio cuerpo”, explicó. Asimismo, dijo que “un detalle importante es controlar la transpiración. Al estar a una altura muy importante, el cuerpo no puede transpirar porque al ser muy baja la temperatura se sufre muchísimo el frío. También hay que tener en cuenta que durante 15 días hay que dormir en carpa (….) Varios días durmiendo en una bolsa de dormir, sin prácticamente poder estirar las piernas y sin poder moverse bien, implica un cansancio muy grande”.
Cómo comenzó su sueño
Reniero comentó en tal sentido que “todo comenzó cuando en una oportunidad viajé a Mendoza y escuché a un guía contar su experiencia en el Aconcagua, por lo que pensé que realmente me gustaría vivir eso”.
“De esto hace cerca de cinco años y, al tiempo, surgió la posibilidad de escalar por primera vez una montaña, y por eso ese guía me recomendó hacerlo en una de menor altura que el Aconcagua (…) También me aconsejó empezar a conocer mi cuerpo para ello, y me explicó que el equipo de elementos necesarios es muy caro, por lo que hay que ir comprándolo de a poco. En mi caso, incluso alquilo algunas cosas, ya que adquirirlas cuesta mucho”, precisó.
Luego dijo que su primera montaña fue “el Champaquí, en la provincia de Córdoba. Fue una travesía de tres días. La segunda montaña fue Montura, en la provincia de Mendoza, la cual es bastante difícil ya que tiene más de 5 mil metros de altura”.
“También escalé el Cordón del Plata, en la provincia de Mendoza, que nos llevó siete días. Luego vino la oportunidad de escalar el Aconcagua”, detalló.
“No pensé que podría escalar ya el Aconcagua, pero se dio. Yo me hice amigo del guía, cuyo nombre es Mauricio Gómez, y me acompaña en cada montaña. Cuando regresé de escalar el Cordón del Plata, me llamó y me invitó para escalar el Aconcagua. Junto a nosotros, escalaron también su novia y un grupo de amigos suyo (…) Fue uno de los días más felices de mi vida”, sostuvo.
Luego comentó que “los primeros tres días de escalada estuvimos muy bien. Llegamos a los 4.200 metros de altura y seguimos de manera excelente, pero cuando pasamos los 5 mil metros, yo comencé a sentirme mareado y me tuve que acostar un buen rato sin poder dormir muy bien. Pensé que ya no podría seguir, porque además sufrí dolores de cabeza, pero gracias a los compañeros de escalada recuperé mi fuerza y mi ánimo para seguir”.
“En el tercer tramo, nuevamente me sentí mal pero luego me recuperé. En los últimos 6 mil metros otra vez empecé a sentirme mal, pero también eso ocurrió producto de los nervios y la ansiedad por llegar”, explicó.
El momento más esperado: llegar a la cumbre
Reniero contó que “el último tramo los hicimos cinco atletas juntos. Eramos cuatro varones y una mujer (novia del guía que los acompañaba). A la hora y media aproximadamente que salimos vimos al hombre que mencionaba anteriormente convulsionar, y eso nos impactó de tal manera que tres seguimos y los dos restantes quedaron un poco más atrás”.
“Llegamos alrededor de las 13 horas del 28 de diciembre, y esperamos al resto de los atletas que llegaron aproximadamente 45 minutos después (…) Esperamos a nuestros dos compañeros que venían más atrás. La cumbre es un espacio muy grande y lo único que se ve es una cruz que dejó gente que estuvo en el lugar”, destacó. Luego dijo que “tal como lo dicen todos aquellos que llegan a la cumbre, nada hay en la cumbre sino que hay que observar alrededor de la misma”.
“La aventura no empieza el día que emprendemos el viaje, sino un año antes cuando empezamos a prepararnos”, dijo. Luego agregó que “el descenso es bastante complicado, ya que tuvimos que afrontar mucho viento (…) Hay que caminar super despacio porque hay que ir esperando a los demás compañeros. Hay que estar bien abrigado y con todo el peso que implica lo que llevamos encima”.
“Descender es incluso más difícil que el ascenso, porque se pasa mucho frío y, en mi caso, por momentos hasta no me salían las palabras (…) Nos caímos algunas veces por causa de las piedras que hay en el camino. Para bajar completamente tardamos dos días, porque hay que tener en cuenta que veníamos con menos peso y al ir bajando se va recuperando el oxígeno”, señaló.
Por último, dijo que “volvería a hacerlo. Por el momento, me gustaría llegar a algún lugar con hielo, pero no se exactamente en qué lugar. Recién volvimos por lo que ahora queda descansar un poco”. (MLG) Chajarí al Día.