“Fue un regalo del río y lo iba a disfrutar”, aseguró un mecánico de Federación que pescó un gigantesco surubí en la reserva Chaviyú. Una vez en la orilla, lo montaron y a la rastra lo sacaron del agua, contó.
Amilcar García es un mecánico de Federación quien este miércoles a la tarde pescó un gigantesco surubí de 52 kilos en la reserva Chaviyú, ubicada a 12 kilómetros al sur de la zona urbana.
“Cuando tengo un tiempito, siempre voy al río a pescar algunas boguitas con caña. Y ese día, había viento, lloviznaba. En un momento vi que algo que andaba a los chicotazos y pensé que era un dorado, porque los dorados te corren a las bogas”, le contó García a Elonce.
El hombre recordó que decidió encarnar el anzuelo más grande que tenía con la cabeza de una boga, dejó flojo el crique, pero cuando sintió el pique, solo atinó a pensar que se trataba de una raya o palometas.
Decido a atrapar a su presa
A la media hora, cuando el pique se hizo más intenso, García se afirmó sobre su caña y ahí comenzó la pelea que se extendió a lo largo de unos 20 minutos. “Le pegué tres tirones fuertes con la caña: en el primero pensé que era un tronco y en el segundo ni lo moví. Cuando entró a disparar, me di cuenta que estaba pinchado en la garganta porque ya se había tragado la carnada”, recordó.
García, decido a atrapar a su presa, comenzó a sospechar que la piola de 60 no iba a resistir. Entonces, optó por perseguirlo. “Me hacía patinar el embrague del reel y no aflojaba”, remarcó.
“Lo perseguí por la costa, y cuando lo hice volver, logré verlo más cerca”, relató García al asegurar que nunca antes había visto un surubí de semejante tamaño.
“No lo afloje y cuando se cansó, además porque el viento y las olas me ayudaron, lo trajimos hasta la costa. Mi pareja, que es misionera y criada en el monte, ella se bajó cuando el agua le dio a la rodilla, y lo montó mientras lo agarraba de las agallas”, continuó en su relato.
García y su pareja lograron retirar su presa del agua, “a la rastra”. “El surubí, cuando traga la carnada, la vomita y la suelta. Y éste largó el anzuelo justo cuando estaba afuera del agua”, refirió el hombre.
“Pesó 52 kilos. A una bolsa de cemento yo la levanto al hombro, pero a este no podía”, comparó.
“Un regalo del río” que compartió con todos
García contó que compartió su presa con familiares y amigos. “Todos se llevaron un pedacito, hasta la cabeza, y a mí me quedaron unos pocos kilos para unas milanesas”, comentó al resaltar que su intención no era vender la carne.
“Fue un regalo del río y lo voy a disfrutar”, le recalcó el trabajador a Elonce. “No tengo ambición de ganar dinero con lo que pesco, porque solo pesco seis o siete boguitas para comer”, argumentó García. Según remarcó, el gigantesco surubí fue “un regalo de la naturaleza, una bendición”.
Consultado al hombre qué decirles a aquellos que cuestionan la pesca sin devolución, éste apuntó: “Yo voy a pescar con una cañita y saco 6 o 7 bogas para comer, pero hay pescadores que tiran trasmayos de punta a punta, no sé si tienen permiso o no, pero ellos si sacan mucho y dejan a los pescados feos, podridos… los encontrás tirados en la orilla y uno piensa que es un desperdicio de carne”. (Elonce)