Lily Hermosí vive en San Salvador. Para concientizar brinda charlas en escuelas, reivindicando el milagro de la solidaridad.
Lily Hermosí vive actualmente en San Salvador. A pesar de ser docente jubilada, nunca abandonó su vocación y desde hace años visita escuelas y otras instituciones para concientizar sobre la importancia de la donación de órganos.
Lamenta no poder hacerlo hoy, jornada en que se conmemora el Día Nacional de la Donación de Órganos, debido a la pandemia; pero confía en que las redes sociales serán un espacio en el que se evoque esta fecha y se reivindique este acto solidario, que en la Argentina creció exponencialmente desde que se sancionó la Ley N° 27.447, conocida como Ley Justina, que fue sancionada por unanimidad el 4 de julio de 2018 y establece que todos los mayores de 18 años son donantes de órganos y tejidos, a menos que dejen constancia expresa de lo contrario.
A través de estas charlas, Lily logró transformar en amot el dolor de perder una hija: Yanina Oroño tenía 15 años cuando falleció por un aneurisma cerebral. Fue el 19 de octubre de 1993, y gracias a que su familia decidió donar sus órganos, cuatro personas pudieron mejorar su calidad de vida.
En esa época la donación de órganos no estaba tan difundida como ahora, pero sí había campañas en los medios de comunicación para sensibilizar sobre el tema. Curiosamente dos semanas antes Yanina había visto uno de esos spot y le contó a su abuela paterna que su voluntad era poder ser donante en caso de que falleciera. Su abuela le cuestionó que pensara en esas cosas siendo tan joven. “Eso fue 15 días antes de que Yanina sufriera un aneurisma cerebral, y cuando llegó el momento, con mi esposo Luis y mi hija mayor, Daniela, no nos costó tomar esa decisión, porque sabíamos que era lo que ella quería”, confió Lily.
A su vez, afirmó: “Nos motivó el hecho de que ella, con su corta edad, tuviera claro que quería donar sus órganos, y lo había manifestado. Por eso es importante que el tema se charle en los hogares, en las escuelas y en otros ámbitos. Nosotros jamás lo dudamos, más allá de lo que fue esa situación tan dolorosa en la que en dos minutos se nos dio vuelta la vida. Sabíamos que para ella no había posibilidades de un milagro, pero sí para otras familias que estaban esperando un trasplante”.
Uno de los pedidos que hicieron fue que alguno de los órganos estuviera destinado a alguien en la provincia, y justamente los receptores de los riñones fueron entrerrianos: una chica y un joven de 24 años. Un nene de Rosario recibió el hígado, y un hombre de 34 años de Morón, provincia de Buenos Aires, fue el receptor de su corazón. A esto lo supieron a través de una carta que el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) les envió pasados los dos meses, aunque sin revelar la identidad de los trasplantados.
Sin embargo, por esos misterios que tiene el destino, lograron saber quién había recibido el corazón de la joven, y establecieron contacto. Al respecto, Lily comentó: “Él era deportista y en un diario nacional apareció una nota sobre cardioinjertados que iban a competir a Moscú. En ese grupo estaba alguien que se llamaba Fernando Rodríguez, y en un recuadro contaba que llevaba el corazón de una chica de 15 años que era bailarina y profesora de danzas, y decía que quería agradecer a una familia de Concordia, Entre Ríos -Yanina había fallecido en esa ciudad- ya que gracias a su decisión él tenía un corazón nuevo a partir del 19 de octubre de 1993”.
“Había sido una de las primeras ablaciones en Concordia y coincidía todo, así que a través de un conocido de General Campos -donde vivía en ese momento- que trabajaba en una revista en Buenos Aires, logramos comunicarnos primero con sus padres, y luego con él, por carta y por teléfono”, contó.
Lily una vez se propuso visitarlo, pero sin avisarle. En aquellas épocas no había celulares y no lo encontró. “Igual cuando fui no me pude bajar del auto y sentí entonces que no era el momento, y nunca más intenté ir a verlo, pero sí nos seguimos hablando por teléfono. Cuando le conté, Fernando se apenó porque no nos pudimos conocer en persona, pero mi hermano que vivía en Buenos Aires sí fue a verlo y me dijo que fue muy fuerte y conmovedor encontrarse con él”.
En sus llamados, Fernando le contó a la familia de Lily que había formado pareja, luego que tuvo una hija y que le puso de nombre Yanina. “Casualmente su hija cumplió 15 años en estos días. Después tuvieron otro hijo”, contó la docente entrerriana, y visiblemente emocionada, mencionó: “Él vivió 18 años después del trasplante y falleció por otro problema de salud. Nosotros nos seguimos comunicando con su esposa y ella me avisó. Enterarme de que él se había ido fue para mí un segundo duelo”.
Aliviar la pena
Lily rememoró cómo comenzó a compartir su testimonio para crear conciencia sobre la importancia de donar órganos: “El dolor nunca pasa, pero con el tiempo, cuando se aplacó un poco, pensé que todo lo que había ofrecido mi hija no tenía que quedar en una anécdota. Entonces me empecé a preparar para hablar de esto, que fue muy movilizante, ya que fue uno de los primeros casos de ablación en la zona, y de una chica tan joven. Ella, con mi otra hija Daniela, tenían sus escuelas de danzas y andaban por todos lados con sus alumnas, eran conocidas y para mucha gente fue muy conmovedora su muerte”.
En este marco, señaló: “Empecé a hacer cursos y lo organicé como un proyecto educativo. Lo presenté en la Dirección Departamental, lo aceptaron y empecé a trabajar con las maestras, a hacer difusión en las escuelas, me conecté con gente del Centro Único Coordinador de Ablaciones e Implantes de Entre Ríos (Cucaier), que siempre nos brindaron su apoyo, y con personas del Incucai en Buenos Aires”.
Asimismo, explicó a Uno: “En San Salvador se había hecho años atrás el primer trasplante entre personas no parentales, pero sí con una relación: eran un matrimonio y la esposa le donó un riñón a su marido. Era Hugo Joannaz y con él también empezamos a trabajar sobre el tema y a hacer charlas para todo público en distintas ciudades. Estuvimos durante años haciendo ese trabajo de sensibilización; luego él falleció”.
Por otra parte, recalcó: “La escuela N° 5 Centenario, de San Salvador, fue pionera en el tema, primero en aceptar la propuesta, y después en involucrarse toda la comunidad educativa en trabajar desde lo pedagógico sobre la donación de órganos. Y lo siguen trabajando hasta hoy”.
“Hemos pegado cartelería en los negocios, plantado árboles, hecho entrevistas en medios de comunicación de la región, y con estas y otras acciones logramos movilizar y sensibilizar a muchas personas. En la escuela N° 5 no solo trabajan en el aula, sino que se formó una movida muy linda y se ocupan de que trascienda a la familia y a la comunidad”, destacó, agradeciendo el apoyo de tanta gente. Fuente: Uno.