Solidaridad sin límites del entrerriano Antonio Silio: brinda contención y hogar a una familia ucraniana que escapó de la guerra

Ni los trámites ni los 3.200 Km que separan su residencia de un Centro de Refugiados, fueron obstáculos para darle a mujeres y niños, la posibilidad de estar a salvo y poder continuar con sus vidas.

Antonio Silio brinda contención y hogar a una familia que escapó de la guerra de Ucrania El atleta entrerriano, radicado en España, viajó más de 3000 Km para buscar desde Polonia, a una familia refugiada de la guerra de Ucrania y hoy los aloja en su casa de Guadalajara, España.

El reconocido atleta oriundo de Nogoyá, Antonio Silio, se encuentra hace 33 años radicado en España. Por estos días, está siendo protagonista de un acto de solidaridad que trasciende las fronteras y que merece ser contado, ya que en su esencia, insta a que más personas se comprometan a brindarle una nueva oportunidad a quien lo necesita.

El entrerriano buscó refugiados de la guerra Rusia – Ucrania, para que estén a resguardo, asistidos, y acompañados. La noble actitud conlleva instancias que podrían interpretarse como complicaciones, pero que fue sorteando. En diálogo con FM Estación Plus Crespo, Antonio Silio relató: “Fue una acción que se fue gestando en el día a día. Tengo un amigo uruguayo y en un asado, conversando con su novia, surgió la idea de traer gente de Ucrania, algunos de los que están esperando salir del país. Veíamos en la televisión que salen con lo puesto, sentimos que podíamos hacer algo y decidimos organizarnos en un plazo corto. Esta chica, llamada Patricia, ponía su auto y entre los primeros trámites, tuvimos que conformar una Sociedad Benéfica, para no ir en forma particular y ser rechazados, ya que no podríamos lograr el objetivo. Quienes se iban enterando, nos acercaron medicamentos y cosas para los niños principalmente, como para que llevemos ayuda. Llenamos 4 furgonetas y un sábado partimos. Hubo gente que nos llamaba para colaborar, nos alojaron en el camino y otros que nos daban ayuda económica como para ir pagando gastos de gasolina y compras básicas. También en el tiempo de hacer ese trayecto, fuimos reuniendo familias que querían contener o alojar niños. De hecho, llegamos a la frontera de Polonia con 20 familias interesadas en recibir a 50 ó 60 niños, con sus mamás o sus familiares, que habitualmente son mujeres, porque los hombres deben quedarse a luchar, sólo salen aquellos que tienen más de tres hijos”.

Fue un largo camino, sobre el que Silio recordó: “Hicimos 3.200 Km. para ir y lo mismo para volver, repartidos en tres fases. Primero llegamos hasta San Sebastián, la frontera de Francia; luego hasta Baden-Baden, una ciudad en la Selva Negra de Alemania y finalmente hasta Polonia, cerca de Cracovia. Nos hospedaba una familia y a 350 km de ahí, estaba el Centro de Refugiados. Concurríamos a diario cerca de Leópolis, hasta un supermercado enorme, que sólo admiten personas acreditadas, ya sean de una ONG o una Fundación para rescate de niños”.

En el Centro de Refugiados, quienes escapan de la guerra reciben ayuda y permanecen hasta que aparece la posibilidad de viajar a territorio seguro. “Algunos no tienen pasaporte. Entonces uno se inscribe ofreciendo la alternativa de salida y si la familia quiere ir a ese destino, se hacen las tramitaciones”, comentó Silio.

Entusiasta con el objetivo, la primer familia de refugiados que aceptó radicarse en España, fue precisamente la que el entrerriano llevó hasta su casa en Guadalajara (España), donde actualmente conviven: “Son 4 chicos, la madre y la abuela. De esa familia quedó pendiente la llegada de una hermana de la madre, que a su vez es la mamá de dos de esos chicos. Aún no viajó, porque estaba embarazada y dio a luz justo cuando tuvieron que dejar el país. Mientras la esperamos, están con nosotros las dos mujeres, una nena de 7 años y tres varones de 9, 10 y 11 años”.

Es un cambio brusco y por razones de fuerza mayor, con lo cual nadie está preparado para sobrellevarlo sin sobresaltos. Sólo la buena voluntad y el interés por ayudar al prójimo hacen que las situaciones se encausen. Acerca de la convivencia inicial, Antonio mencionó: “De los cuatro chicos, el más grande es el que se ve que más ha sufrido la guerra, se le nota cuando escucha un ruido fuerte. Ayer estábamos caminando y justo cruzaba el tren de alta velocidad. Él se asustó, pensaba que era un avión que venía a bombardear. Igualmente, creo que el primer día es el más duro de transitar, porque desconfían muchísimo -y es normal-, no quieren tomar nada ni aceptar un caramelo siquiera. Cuando los retiramos del centro de operación, los llevamos hasta la familia polaca que nos hospedaba y como ellos dominaban un poco el idioma ucraniano, les explicaron un poco que éramos un grupo que quería ayudar, que no tuvieran miedo y con los días se fueron soltando un poco. Desde que están en mi casa, un vecino nos ha dado una mano también, entonces tres duermen en casa y otros tres en lo del vecino, como para que todos estemos más cómodos. El idioma es otra cuestión importante, pero hay una aplicación que traduce y nos vamos entendiendo. De a poco, todo va fluyendo mejor. Entendemos que es muy fuerte lo que están viviendo. La abuela se está comunicando y viendo si su otra hija, en algún momento puede salir vía terrestre, porque el aeropuerto de esa ciudad está destruído. Hemos visto por la tele que han tirado una bomba en esa ciudad donde vivían y es duro emocionalmente. Hay parte de su familia, los hombres principalmente, que los han matado y otros que han tenido que quedarse para dar pelea. Es tremendo”.

Otras personas que se sumaron a ese destacable proyecto, contribuyeron a que más ucranianos tengan una oportunidad “Empezamos a recoger otras familias, entre ellas trajimos un padre, una madre y dos bebés. Él tenía una fábrica y su casa, pero los habían bombardeado y ya no tenían dónde ir. Esa familia también se vino a empezar una vida, hasta que un día puedan volver a Ucrania, si es que pueden volver”, lamentó el atleta.

El futuro es incierto, pero en suelo seguro, nada puede ser peor. Acerca del corto plazo venidero, Silio explicó: “No sabemos hasta cuándo estarán, pero estamos muy a gusto, porque nos hacen sentir también su familia. Acá el gobierno ha tomado algunas medidas y tomará otras para ayudar. Hoy escribimos los niños para el ciclo escolar y en estos días ya nos confirman en qué Centro Escolar van a poder cursar. El gobierno dispone de un transporte escolar, para el traslado hasta la escuela. Está previsto que se les otorgue un permiso o residencia como para que puedan trabajar, porque ellos mismos han pedido tener su propia economia”.

Con la humildad que siempre se caracterizó ante los importantes logros obtenidos en términos deportivos, de igual modo se mostró ante esta actitud social, que denota los valores de su persona. Haciendo una reflexión, sostuvo: “Me nació así y se pudo concretar. Por suerte, hay mucha gente solidaria que se ha volcado a recepcionar refugiados. En el camino fuimos encontrando gente que iba a hacer lo mismo que nosotros, desde Finlandia, Portugal y otros países. Eso es lindo. Es quizás algo bueno, que queda de este desastre. Por una loca decisión de uno, ciudadanos tienen que pagar el desarraigo, la división de su familia, buscar un nuevo horizonte. Tal como está la destrucción de las ciudades afectadas, creo que esas familias demorarán años en regresar y me parece que si vuelven es bajo la condición de ser sometidos a un régimen, entonces lo mejor es ser libres en otro país”.

Antonio Silio recordó que “entre octubre y noviembre estuve en Argentina. Ahora no iré por un largo tiempo, hasta que se resuelva todo esto, pero estoy muy a gusto con la decisión” y casi a modo de reseña, refirió: “Un 2 de abril de 1989 me vine a España, hace 33 años, en busca de un nuevo horizonte con el atletismo. Era por unos meses, pasó el tiempo y ya llevo más de media vida en España. Vivo en Guadalajara, que está a 55 km de Madrid. He formado un club deportivo con el nombre de mi entrenador en Argentina, Manuel Rivera, -lleva su sigla-, y allí trabajamos con chicos, en la preparación y acompañamiento. Hay una chica de Ecuador que fue récord de su país y hay una de Punta Alta -Bahía Blanca-, que hace salto triple. Recibimos de Uruguay, Chile, sobre todo deportistas sudamericanos. Desde el club además del entrenamiento, también tratamos de ayudarlos a extender la posibilidad de residencia en el país”.