El cereal aportaría casi 700 millones menos que lo que se esperaba al inicio de la campaña. Si la falta de agua sigue, la menor oferta de pasturas podría complicar las preñeces y la oferta de terneros en 2022.
Un frente de tormenta apareció con algunas que trajeron alivio a zonas del país afectadas por la sequía más grande en 10 años para la temporada de otoño e invierno.
Sin embargo, estas precipitaciones son insuficientes para contrarrestar cuatro meses en los que prácticamente no hubo descargas, o fueron muy escasas.
En ese contexto, uno de los primeros efectos que puede esperarse es una fuerte caída en la cosecha de trigo y, por ende, de su aporte a la economía nacional.
El exvicepresidente de CRA y exsecretario de Agregado de Valor de la Nación, Néstor Roulet, elaboró un cálculo al respecto en base a datos de la Bolsa de Comercio de Rosario.
A principios de la campaña invernal, se espera una implantación de siete millones de hectáreas de trigo, superficie que se redujo a 6,5 millones por la falta de agua.
En este marco, el estrés hídrico podría además achicar el potencial de rendimiento promedio de 32 quintales por hectárea a 28 quintales. ¿El resultado? De una cosecha de 22,4 millones de toneladas, se cae a una de 18,2 millones.
Restando ocho millones de toneladas que se consumen a nivel local o que se guardan como semilla, entre otros usos, quedaría un saldo exportable de 10,2 millones de toneladas, frente a uno de 14,4 millones con la estimación inicial.
Y si bien el precio en Chicago del contrato enero 2021 creció de 198,51 dólares por tonelada en abril a 205,22 dólares en la actualidad, no alcanza para compensar la pérdida productiva.
En conclusión, de un ingreso de 2.779,1 millones de dólares que podían esperarse del trigo, ahora serían 2.091 millones; es decir, 688 millones de dólares menos, y siempre que las pérdidas no se sigan profundizando si la oferta hídrica permanece insuficiente.
Un mapa del Centro de Investigación en Recursos Naturales del Inta muestra que la oferta de agua útil es ínfima en algunas de las principales zonas productivas del país.
Preñez y destetes
En paralelo, el mercado ganadero de Rosario (Rosgan) advirtió en su análisis de coyuntura semanal que los cambios positivos que se venían registrando en el ciclo ganadero, de la mano de mayor retención de vientres y recrías más largas a campo, podría verse afectado si la escasez de lluvias del invierno se extiende a la primavera.
“La situación resulta crítica para varios sectores del país. Venimos de uno de los agostos más secos de la última década. A excepción de sectores del sur de la provincia de Buenos Aires y extremo noreste de la Mesopotamia, el resto del país atraviesa una de las sequías más fuertes de los últimos años. Y una primavera seca no es lo mismo que un invierno seco para la ganadería”, alertó el Rosgan.
La explicación técnica es que en la primavera se define el partido tanto de corto como de mediano y largo plazo. En el corto plazo, los campos que están reteniendo por más tiempo sus invernadas tratando de ganar más kilos y reacomodar así la relación de venta final, en caso de transitar una primavera seca podrían verse forzados a liberar hacienda menos terminada y a su vez, en pleno pico de oferta, algo que esta estrategia precisamente buscaba evitar.
En el mediano plazo, en tanto, se juegan variables de alto impacto para los ciclos venideros. A partir de septiembre se inicia la temporada de servicios y condición corporal en la que llegan las vacas resulta determinante para lograr buenas tasas de preñez.
“Como primera adecuación, muy probablemente, veamos retrasar estos servicios a la espera de mejores condiciones. En algunos casos, este retraso podría no ser suficiente obligando también a reducir la carga de animales por hectárea para no sobre exigir los potreros y permitir una recuperación más rápida. La situación actual ya está condicionando a un retraso en la temporada de servicios y muy probablemente termine afectando los índices de preñez”, mencionó el Rosgan.
El tema es que las preñeces de esta primavera impactan en las pariciones de 2021 y los destetes de 2022.
Según el Rosgan, tomando como base casi 15 millones de terneros marcados al 31 de diciembre de 2019 sobre un total de 23 millones de vacas, una caída de apenas dos por ciento en el porcentaje de preñez de este año significaría potencialmente 450 mil terneros menos para 2022.