Se fue Juan Carlos, el canillita que se caminaba toda la ciudad

En la jornada de este 27 de julio falleció Juan Carlos Juvenale, para todos conocido como la “Lechuza”. Se fue como vivió, solo.

Hoy, con el solo acompañamiento de unos pocos familiares, pudimos estar en la despedida del canillita que hace más de 20 años se caminaba toda la ciudad ofreciendo El Heraldo y La Semana.

En esta despedida queríamos recordarlo, porque como todo ser humano, y a pesar de sus limitaciones, fue una persona estimada, con quien supimos compartir muchos momentos a la hora de esperar la llegada de ambos diarios.

Hace poco, Luis Ledezma recordaba que en San Salvador había canillitas que recorrían las calles de la ciudad ofreciendo el diario, no voceando a los gritos como en las grandes ciudades, sino ofreciéndolo casa por casa.

“Había uno que ofertaba para el noreste del pueblo, al que lo apodaban “Lechuza” que ya tenía su cartera de clientes, y entre estos clientes estaba don Pablo.

Don Pablo era un hombre que había venido de joven a vivir al pueblo, su padre tenía un campito, como eran muchos hermanos no les daba para vivir todos y se vino a probar suerte con un almacenito y bar que puso sobre la ruta 18, hoy Boulevar Concordia, Nunca progresó ni se modernizó, solo se mantuvo.

Don Pablo era un asiduo cliente del semanario y de “Lechuza”.

Un día comenzó a llegar el diario “El Heraldo” de Concordia, todos los días, obvio que le dio a Lechuza para que venda. El primer día don Pablo le compró, al segundo día, Lechuza se fue derechito y le dice: ¿Va a comprar el diario don Pablo?- a lo que don Pablo le contesta,- ¡No m’ijo, todavía me queda un poco..!!

No, no lo usaba para lo que se imaginan. No, los usaba para envolver los salamines.

Así fue que Juvenale llegó a vender más de 30/40 diarios de El Heraldo todos los días y 50 cada vez que se editaba La Semana.

Hoy, a los 63 años, y después de pasar por problemas de salud, se fue a otro lugar, donde podrá descansar en paz y, porque no, empezar a ofrecer el diario donde la palabra del Señor llegue a todos los ángeles que están volando en el cielo.

Fernando Rodríguez