Roberto Tito López fue un joven nacido en San Salvador, que desde muy chico le tomó el gusto a las motos, tanto que lo llevó a destacarse como uno de los mejores del motociclismo provincial. Su juventud, llena de ideales, también se destacó entre sus compañeros del entonces Instituto “Francisco Ramírez”, quienes hoy -a 50 años de su partida- lo recuerdan con emoción y nostalgia.
Mientras Tito probaba su motocicleta en el acceso sur de la ciudad sufrió un accidente al colisionar una camioneta. Ocurrió en el atardecer del 27 de junio de 1970, generando un duro golpe en todos los vecinos que rápidamente se enteraron del accidente. Tito fue trasladado a Concordia, pero no pudo resistir las lesiones del accidente.
A Tito López, que corría con una Zanella 125, su osadía para enfrentar la vida y las competiciones deportivas le jugaron una mala pasada ese día. Pero su particular forma de ser permanece inalterable entre quienes lo conocieron.
EL RECUERDO DE LA FAMILIA
Su hermano menor, Javier, recordó que Tito era un apasionado de la parte técnica y tecnológica. Era muy activo durante el día y cursaba sus estudios en la Escuela Secundaria. El tiempo que tenía libre se lo dedicaba a la moto en conjunto con la gente de la peña “El Trombón”.
“Yo era chico, tenía 7 años, pero ese olor a mezcla de aceite de los motores de dos tiempos era algo muy especial. Y yo me enganchaba con mi padre para ir a todos lados y estar cerca de la peña y de la moto. Tito amaba eso y cuando competía era de los más chicos y corría con otros aficionados de las motos que tenían más de 20/25 años”.
Tito tenía mucho coraje y le ponía pasión a las carreras. Recuerdo que Remigio Chimento era uno de los mejores de Entre Ríos, lo mismo que Debrabandere, Mondolo, eran tipos grandes y con experiencia, pero Tito se les mandaba por las curvas, aplicando los frenos un poquito más allá y les ganaba.
“No fue fácil procesar la tragedia, admitió, y cuando uno tiene pasión por estas cosas se expone a riesgos. Como familia no nos sentimos enojados con nadie porque nuestro hermano amaba eso, y los riesgos son algo indisolubles. Él fue un apasionado hasta el último momento y lo quiero recordar así, lo mismo hacemos con mis hermanas”, dijo Javier.
También recordó la primera vez que su hermano lo invitó a subirse a la moto. Vivíamos al lado de lo Torrez, cerca de Unión y de donde era la cancha de Nuevos Rumbos (Santa Teresita y Rocamora). Llegó y yo lo veo sentado en la moto en la calle, con el sonido típico del escape preparado. Me levanta de los brazos, me sube y me sienta entre él y el tanque de nafta y me llevo a dar una vuelta. A los 7 años disfruté de ir en una moto de carrera, fue algo maravilloso y un gran recuerdo, destacó en diálogo con FM Imágenes.
Javier además recordó a su padre, Roberto (fue intendente de San Salvador), que era el más apasionado de la familia y estaba muy cerca de la peña El Trombón, junto a Tito Paoloni, Tito Dodera, Mabel Gómez y Romerito, entre otros.
LAS HAZAÑAS DE TITO LOPEZ
Roberto Tito López fue un joven apasionado de las motos. Había nacido en 1953 y a los 9 años ya había aprendido a conducir una Derri, antigua moto que su padre le había comprado a sus hijos para que aprendieran a manejar. Apenas llegaba a los pedalines y estiraba los brazos para alcanzar el manubrio.
Su interés por las motos fue creciendo año a año hasta que a los 15 años su padre le compró una Zanella 125 cc. Rápidamente, en el verano de 1968, luego de juntar suficientes ahorros emprendió un viaje en moto hasta Mendoza con un amigo.
Su sueño era conocer el taller de Oreste Berta. Para lograrlo tuvieron que convencer a Berta, quien negaba el ingreso a extraños a su taller.
Después con el apoyo de la Peña “El Trombón” se preparó para competición a la Zanella 125 que su padre le había regalado, dedicándose entonces a competir en el motociclismo entrerriano.
Fue un intrépido corredor, arriesgado, inteligente, que lo llevó a destacarse entre los grandes de la época, como Oscar Mondolo (Concordia), Remigio Chimento (Paraná) y Falasconi (C. del Uruguay), entre otros.
El circuito municipal era el lugar para probar la moto que llevó a Tito López a correr en distintos puntos de la provincia (La Paz, Chajarí, Rosario del Tala, Santa Elena, Concordia, C. del Uruguay, Paraná, Lucas González), logrando varias victorias.
Fue el mismo circuito, que luego llevó su nombre, ante una multitud de sansalvadoreños, donde tuvo su día más glorioso, al ganar una prueba el 25 de mayo de 1970, con la participación de los mejores exponentes del motociclismo entrerriano de entonces.
Estuvo muy cerca de ser campeón provincial, pero esa tardecita del 28 de junio de 1970, hoy hace 50 años, truncó la continuidad de los sueños de un joven que ya había dejado una huella imborrable en una pequeña ciudad que se conmocionó con el accidente y el posterior fallecimiento.
Ha pasado mucho tiempo, pero sus hazañas dentro de las pistas siguen siendo recordadas por todos aquellos que estuvieron cerca de él en una época donde no había los medios de ahora. No obstante, su figura está siempre presente en esta ciudad, donde una calle del barrio Centenario lleva su nombre.
La moto de Tito volvió a ponerse en pista años después en manos de Hornus, pero de a poco se fue apagando el fuego de la pasión por las motos. Fernando Rodríguez / LA SEMANA (Edición Impresa).
Entrega de premios de una prueba en San Salvador. Drunday, presidente de la Asociación Entrerriana de Motociclismo (AEM), dirigiendo la palabra en la entrega de premios, acompañado por Roberto López y Tito López.
SUS COMPAÑEROS DE LA SECUNDARIA
Los compañeros de la secundaria lo recordaron de manera especial.
«El 28 de junio de 1970 ante un trágico accidente motociclístico nuestro compañero de la Promoción 1970 del Instituto Francisco Ramírez de San Salvador. Cuando cursábamos nuestro último año, ROBERTO RAMON (TITO) LOPEZ, muere durante una prueba con su motocicleta que estaba preparando para una carrera.
Era un compañero que se destacaba con permanentes inquietudes lo que lo perfilaba como líder de nuestro grupo. Estudiaba lo necesario, pero siempre respondía con conocimiento de la materia que fuera.
Su pasión, además de una futura carrera universitaria, era el motociclismo. Compitió con profesionales y campeones de ese deporte ganándoles en muchas oportunidades, lo que generaba la admiración de sus competidores por su juventud y valentía ubicándolo en los primeros puestos de ese deporte.
Era muy excelente compañero y siempre estaba dispuesto al desafío, siempre alegre, siempre optimista, no había obstáculos que no pudiera sortear.
Esa noche del 27 de junio de 1970 el destino quiso llevarlo de este mundo dejando en su familia y a sus compañeros de la «Promo 70” una profunda congoja.
En los cuatro años y medio que compartimos en el Colegio dejó una huella imborrable en nuestras memorias.
Hoy a 50 años de su desaparición física todos los compañeros de su querido Instituto le rendimos homenaje a nuestro querido TITO que nunca lo olvidaremos.
Un abrazo a su familia
Los compañeros Promoción 1970 del Instituto Francisco Ramírez de San Salvador».