Julieta Forissi estaba casada con el ingeniero Roberto Ramond, tenía dos hijos de menos de tres años y un emprendimiento en plena expansión, cuando la vida le cambió de golpe en 2003. Desde su plantación de nogales en San José, Entre Ríos, cuenta su historia y los detalles de “la reina de los frutos secos”. De romper cáscara a mano a abastecer al hipermercado más grande del país.
“La nuez pecán tiene tantas propiedades que es el único alimento natural que los astronautas llevaron a la Luna”, asegura Julieta Forissi (49), dueña del Establecimiento Los Pecanes. Es pionera en nuestro país y líder en la producción de este fruto seco. Y desde su campo en San José, Entre Ríos, comparte la historia que la une con “la reina de los antioxidantes”.
El visionario fue, en rigor, su primer marido y padre de sus hijos, el ingeniero agrónomo Roberto Ramond. “Era de Belgrano, pero remaba en un club de Tigre y le gustaba comer la nuez pecán del Delta que encontraba en los albardones. Curioso, investigó aquella fruta seca que pocos conocían y nadie producía”, cuenta Julieta sobre este tipo de nuez que es oriunda de Estados Unidos -primer productor mundial- y que llegó a nuestro país a fines del siglo XIX de la mano de Domingo Faustino Sarmiento, para fomentar la producción del Delta.
Ramond trabajaba en la multinacional Monsanto y cada vez que viajaba a Estados Unidos aprovechaba el pasaje para visitar zonas pecaneras. Había notado que en aquellas latitudes la nuez era una verdadera economía de mercado. Descubrió un producto mucho más sabroso que el que probaba del árbol y nuevas varietales. Comparó climas y concluyó: si funcionan al sur de Estados Unidos, pueden funcionar en Argentina.
A mediados de los años 80, cuando Monsanto lo trasladó a Concordia, compró tres hectáreas a 100 km, en San José, una localidad de 15 mil habitantes. Ahí plantó los primeros nogales. Tenía dos hijos y estaba divorciado cuando conoció a Julieta, una concordiense 14 años menor. “Mi papá me decía: ‘Ese gordo te tiene ganas.’ Pero a mí no me interesaba demasiado. Era chica, me había criado en una familia religiosa y quería casarme de blanco”, recuerda Julieta y cuenta que durante años fueron muy amigos.
“Finalmente nos pusimos de novios y nos casamos cuando yo tenía 24 años. Mi papá murió y tuve un coma diabético, entonces los médicos me recomendaron bajar un cambio. Dejé mi trabajo como maestra jardinera y nos fuimos a vivir al campo. El vivero de nuez pecán ya estaba en funcionamiento. Así que me puse en tema”, detalla. “A fines de los 90 a mi marido le ofrecieron irse con un buen cargo a Bolivia, pero él se retiró con dinero e invertimos todo en comprar 30 hectáreas de nuez pecán”, relata Julieta con admiración por el padre de sus hijos, Eduardo (20) y Bárbara (18).
Además, los Ramond-Forissi decidieron que iban a comercializar la nuez con un valor agregado: descascararla. Julieta contrató mujeres -varias todavía trabajan con ella- y se sentaban alrededor de una mesa para hacerlo a mano, con rompenueces. Una vez por mes viajaban a Buenos Aires para vender en dietéticas y autoservicios.
Y fueron más allá: importaron una craqueadora manual y además ofrecieron nueces bañadas en chocolate, pecan pie -la típica tarta estadounidense- y más creaciones que, según Julieta, son consecuencia de su inventiva de maestra jardinera. La nuez era un éxito si la combinaba con sabores dulces, pero también con salados.
“En el 2003 viajamos a Oklahoma y compramos un sacudidor de pecanes -el primero en llegar al país- y una máquina que rompía 100 kilos de nueces por hora. Los aparatos no habían llegado a la Argentina cuando a Roberto le diagnosticaron un tumor en la cabeza. Fue después de un control oftalmológico. Era del tamaño de un pomelo. Murió en el posoperatorio. Tenía 47 años. Y a mi me cambió la vida en un mes”, rememora Julieta.
A esa altura, Los Pecanes atravesaba su momento de mayor expansión. Con 33 años, un hijo de tres y una bebé de uno, Julieta tenía que ponerse al frente de su empresa familiar de doce empleados. “Me calcé las botas y me metí en el vivero. Muchos hombres no estaban acostumbrados a que los mandara una mujer joven. Lo hice mientras tapaba el dolor: había muerto el amor de mi vida. Me enojé con Dios”, cuenta sin reparos y aclara que, de todas maneras, conservó la fe.
Eso sí, nunca se quedó quieta. En 2009 se metió en un crédito para comprar una nueva máquina para descascarar. El dueño de una cadena de hipermercados quería que lo abasteciera. Y cuando el turismo nacional tomó fuerza, abrió La boutique de nuez pecán, una casa de te en el medio de la plantación que al día de hoy recibe visitas.
SU PRESENTE CON LA REINA
“Antes de comer la nuez pecán que se saca del árbol hay que bajarle la humedad. Necesita madurar, como los quesos. Nosotros lo hacemos en secaderos. En las casas, se puede bajar con ventilador y estufa, por ejemplo. No al sol, que la seca mal y le hace perder el color oro”, detalla Julieta.
Cuenta que la cosecha arranca en abril y lleva dos meses. La nuez cae sobre lonas. Después las plantas entran en dormancia. En invierno se podan y se sacan las hojas secas. Los retoños brotan en septiembre y hay que regarlos. En octubre y noviembre la fruta se empieza a formar y arranca un nuevo ciclo.
Actualmente, Nuez pecán, la reina de las frutas secas tiene cinco distribuidoras en el país y tienen la única nacional que está certificada como libre de gluten. Además de recibir turistas, venden las delicias de la boutique y productos innovadores como quesos y salames con nueces. “Estamos haciendo la reconversión de 8 hectáreas a cultivo orgánico. Y extraemos aceite de nuez para hacer productos de cosmética”, apunta Julieta. Agrega que funcionan como una verdadera empresa familiar, en la que colaboran sus hijos y su actual marido.
Porque sí, doce años después de quedar viuda, Julieta se volvió a enamorar. “Hasta que conocí a Javier no tenía ojos para nadie más que mis hijos… ¡y la nuez pecán! Es ingeniero civil y vino al pueblo a trabajar en obras públicas. Lo llamé por las calles del campo. Empezamos a charlar, a salir, nos gustamos y nos casamos por civil y por iglesia hace tres años”, cuenta Julieta sobre Javier Irigaray. Y agrega: “Ya dejó el municipio y ahora labura conmigo. Compramos maquinaria nueva y montamos una gran planta de procesamiento de nuez con cascara que presta servicios a terceros. Porque hay que seguir apostando. De eso se trata”
La Boutique de la Nuez Pecán
Las visitas guiadas gratuitas se realizan los fines de semana con reserva previa. Comienzan en la fábrica y culminan en la boutique de la nuez, a donde se comercializan nueces saladas, garrapiñadas, solas, bañadas en chocolate, pasta de nueces, pan de nueces, aceite de nuez… En la boutique se pueden comer picadas con productos ligados a las nueces como queso, pan, aceitunas o tomar el té con tortas, como la famosa pecan pie. Por la pandemia venden online, pero planean abrir muy pronto. Queda en ruta 26 Km 7, San José, Entre Ríos. T: (03447) 45-2947. infolospecanes@gmail.com www.lospecanes.com.ar.