Pedro Vergara, ex sub jefe en San Salvador, y una historia de vida rodeada de gloria y laurel en las Malvinas

Integró el Batallón de Infantería Marina Nº5, con el que combatió cuerpo a cuerpo en defensa de la Patria. Estuvo 74 días en suelo malvinense. Fue prisionero de los ingleses. Con profunda vocación de servicio, tras abandonar la ametralladora, ingresó a la Policía de Entre Ríos.

Hace 37 años, compatriotas de cada rincón del país llegaban a Malvinas, donde defenderían -hasta con su vida- la soberanía del archipiélago. Llegaron hombres heroicos, en ese momento con la convicción de dar una máxima muestra de patriotismo, con la premisa de teñir tierra, agua y aire de celeste y blanco. El “cumplimiento del deber” encerraba aún más: estaban protagonizando un capítulo de proeza en la historia argentina. Hubo sangre, dolor y para algunos reencuentro. Desde hace un tiempo, aprendimos como sociedad, que detrás de cada uniforme había un ser humano: especial, altruista, “Argentino” como pocos…

Pedro Vergara, oriundo de Rosario del Tala, es un reflejo del “rendirse jamás” que quedó tatuado en la vida de cada ex combatiente. Padeció, soportó y su vocación de servicio lo empujó a dar más. De ex combatiente se transformó en funcionario del escalafón mayor de la Policía de Entre Ríos, que tuvo un paso como sub jefe de la Policía Departamental San Salvador. Es el único Oficial de la fuerza entrerriana con esta condición o antecedente. Con el sentir nacional intacto, en un extenso diálogo con FM Estación Plus Crespo, el ex combatiente de Malvinas y Comisario General Retirado, Pedro Vergara, resumió su paso por la Guerra de Malvinas:

 

El sueño de ser Infante de Marina hecho realidad
“Ingresé con 18 años al servicio militar. Cursé el 5º año del secundario en el Colegio Nacional, en Rosario del Tala y al año siguiente tuve que presentarme a hacer la Conscripción. En ese momento era un gran desafío. Uno estaba esperando terminar el 5º año, para ver qué salía del sorteo -por el número de documento-, para saber si nos tocaba hacer el servicio militar, si nos salvábamos. En mi caso particular, si bien en Rosario del Tala había un Regimiento del Ejército Argentino, no era mi idea hacerlo ahí, sino que me imaginaba y me gustaba poder llegar a ir a hacerlo en la Marina. Por esas cosas de la vida, en el sorteo me toca un número alto -el 986-, así que sabía que me tocaba la Marina, pero aún no en qué parte, ya que están los Embarcados y los de Infantería. Lo supe recién en la incorporación a la Infantería Marina”

El orgullo de ir a Malvinas: “Si alguno no se anima a defender la Patria, se queda en el Batallón”

La guerra comenzó siendo una versión quizás hipotética para muchos, pero el momento había llegado. Al respecto, Vergara contó: “Con 19 años me encontraba haciendo el servicio militar en el Batallón de Infantería Marina (BIM) Nº5, en Tierra del Fuego, y faltándome dos meses para la baja y venirme a Entre Ríos, surge Malvinas. En ese momento estaba bajo bandera. En verdad era el batallón más preparado en forma climática para cruzar Malvinas, porque estábamos muy cerca y por la preparación que teníamos. Habíamos hecho muchas prácticas de combate. Éramos soldados, no profesionales de la guerra y cumplíamos órdenes. Pero siempre nos prepararon, porque nuestros superiores nos decían que íbamos a entrar en guerra. La verdad que yo lo tomaba por arriba. Nunca pensé que íbamos a estar en un conflicto así y de tal magnitud. A la mayoría, nunca ni se nos cruzó que iba a ser con Inglaterra. Uno tenía la idea de nuestros vecinos quizás, pero no Inglaterra”.

De rumor a misión concreta, recordó el ex combatiente: “El 25 de marzo del ’82 hubo un gran alistamiento –como nunca lo habíamos tenido- y nos llevaron a la frontera con Chile, hasta el 2 de abril estábamos ahí. Se decía que el problema era con los chilenos. En esa madrugada, estábamos en nuestros puestos por si pasaba algo, habíamos hecho un gran fogón también y nos enteramos por una radio chilena que Argentina había recuperado las Islas. Alrededor de las 6:00 se reunió al Batallón, se cantó el himno y ese mediodía-tarde regresamos a Río Grande, donde está la unidad del BIM 5. Estuvimos reunidos una semana antes de cruzar. El Comandante Carlos Robacio nos reunió en la Plaza de Armas del Batallón y nos dijo que el BIM 5 iba a tener el alto honor de cruzar a las Islas Malvinas. ‘Va a haber muertos. Si alguno no se anima a defender la Patria, se queda en el Batallón, no lo vamos a tener por cobarde, hará guardia en el Batallón’, fueron sus palabras. Nadie se movió. Incluso había gente que estaba internada en el hospital y que querían cruzar. Eso nos impactó mucho. En la escuela a uno le enseñan que las Malvinas son Argentinas y estar ahí, tan cerquita de lo que iba a suceder, pisar la tierra malvinense, nos llamaba y nos llenaba de orgullo”.

“Una vez que estuvimos en Malvinas, pensamos que Inglaterra nunca iba a llegar. Después nos dimos cuenta que los ingleses avanzaban y nos preparamos para esperarlos”, relató Vergara, recordando que en Diamante tiene compañeros que conformaron también el BIM 5. El ex combatiente agregó: “Yo crucé el 7 de abril a la noche, en avión, y estuve en total 74 días en Malvinas. Ocho días prisionero. Desde que llegamos hasta el 1º de Mayo, estuvimos haciendo distintas posiciones de combate, de estrategias según de qué lado podían llegar a atacar los ingleses y el 1º de Mayo recién nos dimos cuenta de lo que nos iba a pasar más adelante, porque ese día fue el desembarco de los ingleses. A la noche tuvimos un gran bombardeo, de fuego naval, donde tuvimos nuestro primer muerto y 14 heridos. Ahí uno empezaba a tener conciencia de lo que era la guerra”.

La muerte frente a los ojos

“El primer muerto fue lo que más nos impactó”, recordó Pedro Vergara y relató el contexto de lo que sería la primera vivencia que lo marcaría para siempre: “Fue producto de una bomba que había sido disparada de un buque. Cayó a 20 metros de donde yo estaba. Falleció mi compañero de Santa Fe, Hugo Caviglioli. Nos agarró desprevenidos. Esperábamos un desembarco de ingleses a la altura nuestra y en realidad fue un desembarco naval muy intenso. Tal es así, que nosotros vivíamos en carpa y por esas cosas del destino, yo no estaba en la carpa, porque había ido a cubrir mi turno en el puesto de zorro y fue allí cuando una bomba cayó sobre mi carpa. Fue de noche, que era cuando generalmente atacaban. Al otro día, todo lo de alrededor había desaparecido y como la bolsa de cama era de pluma de ganso, había quedado como si hubiera nevado, estaban todas dispersas por la altura, el viento la había desparramado. Fue muy impresionante la primera vez. Con el correr de los días uno se va medio acostumbrando a los bombardeos. En total, el BIM 5 tuvo 16 muertos y 74 heridos. Para nosotros es un gran número”.

El Infante de Marina marcó la diferencia que la realidad les planteaba: “No éramos profesionales de la guerra y tampoco los militares que estaban con nosotros -para quienes también era muy traumático-. Cuando uno estaba en las prácticas de combate, que nos enseñaban, uno le tiraba a un tanque con combustible que si le pegaba explotaba; o a una silueta, a algo, pero que no te respondía el fuego. Y acá era al contrario, nos tiraban. Y lo que tiraban ellos hacía mucho daño. Fue fuerte no sólo porque tuvimos muertos y heridos, sino que todos quienes estuvimos en combate en Malvinas, quedamos con secuelas o marcas que no se ven, pero que quedaron en nuestra mente y en nuestro corazón”. Al mismo tiempo, fueron estas vivencias las que reforzaron su deseo de defender los colores de la Nación.

Haciendo alusión a otro episodio, el Veterano de Guerra relató: «La intrusión de ellos era muy llamativa. Las Fuerzas Armadas nuestras no habían llevado un cañón que estaba en La Paz, Entre Ríos, y lo llevaron después de unos cuantos días, uno de 105 mm, Con eso se hizo retroceder a los buques a más lejos, porque la distancia de alcance de los cañones era de 20 Km y así se estiró a 24 Km. Ellos buscaban dejar inactivo el cañón, que estaba muy cerquita a nuestra altura, unos 300 a 350 metros. Una vez que un avión inglés lo detectó, hizo un vuelo rasante, pero como estábamos en medio de dos alturas, entre Williams y Sapper Hill, fue un momento muy tenso. Pasó tres veces el avión, en la segunda vez nos ametralla y a la tercera -fueron tres días seguidos-, ya lo estábamos esperando, porque las anteriores había pasado al mismo horario y era previsible. Fue así y ese día le tira al cañón una bomba para desactivarlo y nos ametralla. Tuve la oportunidad de tirarle al avión y lo recuerdo muy clarito, porque ni bien nos pasó ya empezó a tirar humo y explotó como a dos o tres Km. de donde estábamos, que era una posición frente al mar. Se ve que el piloto se eyecta y que lo buscan».

Pese al impacto shockeante, Vergara sigue sosteniendo: «Malvinas en mi vida fue todo». Encierra en esa frase tamaña entrega a la Patria, acción de la que su cuerpo y alma no se desprenden: «Yo no tengo un día que no surja Malvinas: un comentario, una noticia, o que en mi mente se me aparezcan episodios. A veces hay mañanas que siento en el ambiente un olor característico, que me remonta a las islas. Es increíble y me lleva el pensamiento a mis compañeros, a cuando estábamos en la altura. Los que pisamos la tierra malvinense y tuvimos la suerte de defender la Patria, con lo poquito que hicimos –porque para mí los que lo dieron todo son los que murieron allá y a quienes debemos honrar-, nos pasa lo mismo. Son 37 años, pero es indudable que un ruido fuerte, una explosión, nos sacude el cuerpo y el alma. Es sentir que estamos allá. Difícil de explicar con palabras, pero es así».

Vergara en als Malvinas

El glorioso BIM 5
Con los años algunos lo llamaron “El Batallón del Infierno” y refiere precisamente a su desempeño en Malvinas. Fue el Batallón que mayores bajas causó en el enemigo. En esas filas estuvo Vergara, sobre lo cual comentó: “Eso es algo de lo que uno se siente muy orgulloso, porque la mayoría éramos soldados. Éramos un Batallón que no llegaba a 1.000 hombres. Tuvimos un comandante que realmente estuvo arlado nuestro en todo momento: el Comandante Carlos Hugo Robacio. Andaba sucio y mojado igual que nosotros, no como ocurrió con otros. Él nos enseñó y aleccionó a tener el coraje, a poder estar bien en la Isla, porque siempre tuvimos la autoestima alta, por más que ellos avanzaron. Más allá de lo traumático, me queda ese recuerdo lindo de que fuimos todos unidos”.

Aferrados a su convicción, aún cuando todo había terminado: “Después del ataque del 14 de junio, donde mueren 3 compañeros nuestros, el BIM 5 se replegó con todo el armamento, porque se decía que nosotros íbamos a seguir combatiendo en Puerto Argentino. Estábamos en la altura de Sapper Hill, distante a 4 ó 5 Km, que fue la última altura en conquistar los ingleses. Ahí se reunió el BIM 5 para contraatacar, aún cuando ya el gobernador de las Islas había firmado la rendición. Lo había hecho a las 11:00, pero el BIM 5 permanecía en la altura y entramos en combate alrededor de las 13:30. Fue una intrusión de comandos ingleses y entramos a Puerto Argentino alrededor de las 15:00. Cuando entramos por atrás de lo que sería el hospital y la casa del gobernador, ya flameaba la bandera inglesa y ese fue un gran dolor”. Continuando con esa línea de pensamiento sobre aquel episodio, Vergara acotó: «El último día, después del 14 de julio, realmente fue una ceremonia importante, muy impresionante. Desde un helicóptero nos tiran -yo creo que Dios puso su mano y nos protegió-, porque las balas nos pegaban muy cerquita. Tal es así, que alrededor de las 13:30, cuando ya había cesado el fuego y ya estaba la rendición, mueren tres compañeros. A uno le queda un poco de bronca de que hayan muerto en esas circunstancias, porque tal vez hoy podrían estar vivos. La balacera fue muy importante, cayeron dos helicópteros en Sapper Hill con tropas inglesas y por eso, la historia dice que el BIM 5, en menos horas de combate es el que más bajas les produjo a los ingleses».

8 días prisionero de los ingleses

La guerra aún le tenía preparado a Vergara y a otros compañeros, una prueba más: vestir el uniforme de la fuerza argentina lo convirtió en prisionero de los ingleses. Sobre ese tiempo, el ex combatiente recordó: “Nos tuvieron la primer noche en los galpones y al otro día nos llevaron caminando al aeropuerto, que está como a 10 ó 12 kilómetros del Puerto Argentino. Como fue a pie, en distintos puestos de camino nos iban quitando elementos, nos sacaban el correage, en otro los cascos. Hay fotos de un montón de cascos en un campo y esos eran los nuestros. Teníamos la orden de que el BIM 5 iba a entregar las armas que teníamos, pero  rotas. Así fue que de camino íbamos desarmando nuestros fusiles, ya que los entregaríamos sin las partes más importantes para el mecanismo. Se las dimos rotas. Estuvimos cuatro días en el aeropuerto, y los otros 4 días restantes nos llevaron a Puerto Argentino, a hacer limpieza de todo lo que había: papeles, municiones.. nos utilizaron para dejar todo el Puerto Argentino limpio. Dentro de todo, no digo que la pasamos muy bien, pero tampoco mal. En el Aeropuerto había unos hangares de la fuerza aérea que estaban repletos de comida -alimentos y bebidas-, así que sabíamos que teníamos para pasar un tiempo. Lo que sí, siempre estuvimos a la intemperie en el aeropuerto”.

“Mi familia no se enteró que yo cruzaba a Malvinas, porque no tuvimos la oportunidad de avisarles. Fue medio general, no nos dejaban salir a avisar”, comenzó relatando Vergara y continuó: “Cuando estuvimos allá sí pudimos mandar un radiograma, que decía ‘Estoy bien, escriban’ y se daban cuenta que estábamos en Malvinas porque el sello del radiograma tenía el logo de la Isla. A mi familia debo haberle mandado dos cartas mínimo y a quien en ese momento era mi novia, que es ahora mi esposa, también le envié un radiograma. La comunicación era mientras se pudo, por carta. Recuerdo que en una carta que le mandé a mis padres les escribí que los ingleses todavía no habían llegado, pero sí les decía que lo más bravo era soportar el clima. En Malvinas puede haber una puesta de sol hermosa, un sol radiante, pero sopló un vientito y se cubrió de nubes. Lo malo era el terreno, porque teníamos que hacer pozos de zorro para las posiciones, uno cavaba y se encontraba con piedras, pero cuando lograba hacer el pozo, surgía el agua por la turba y se inundaba el mismo. Eso es lo que nos ocurría. Durante la tarde habíamos limpiado y estaba todo bien, pero en la noche cuando eran los bombardeos, me metía al pozo y ya tenía hasta la cintura con agua. Permanecía así 4 ó 5 horas y con el frío, se sentía más. Hoy tenemos las consecuencias de que nos duelen los huesos”.

«No fuimos ‘chicos de la guerra’ como dicen por ahí. Nunca sentimos eso ni nos trataron así. Vimos y afrontamos cosas que no son para un chico. No estábamos débiles, nos hicimos hombres», aseveró quien formó parte de la Compañía de Tiradores MAR del BIM 5.

Un silencio que pedía a gritos ser oído
Por múltiples razones, la sociedad argentina no comprendió desde el principio todo lo que sus ex combatientes dieron por su Nación. Años insalvables, porque muchos ya no están. Por suerte y gracias a quienes comenzaron a dar su testimonio -el auténtico y sin filtros-, una nueva mirada se abre sobre quienes fueron protagonistas de aquella guerra. “A esta altura estamos superando los 600 suicidios en el país. Muchos compañeros se han quitado la vida, porque no pudieron soportar esto ó porque tuvimos una gran desmalvinización. Pasamos 10 años en los que decir ‘Malvinas’ era una mala palabra. Pasamos 10 años donde la gente se nos reía ó nos echaban la culpa de haber perdido la guerra o las batallas. Tuvimos que soportarlo y recién por el ’89, empezamos a juntarnos acá en Entre Ríos, por iniciativa de Ramón De León de San Salvador. Empezaron a moverse y formamos un Centro. Tenemos un predio en Diamante, donde cada mes y medio o dos, nos juntamos a comer un asado y contar qué nos está pasando, cómo está cada uno. Eso nos ha salvado a muchos de poder estar bien ahora. En lo personal, tengo la suerte que no tuvieron muchos de haber estudiado algo al volver, de haberme insertado en la sociedad mediante una profesión y conté con el apoyo de la familia, de mi esposa, mis hijos, en su momento mis padres. Ellos en conjunto posibilitaron que tenga dentro de todo una vida normal”, afirmó Vergara.

Malvinas, una tierra propia

“Malvinas no es solamente un dos de abril, para nosotros es todos los días”, dijo el ex combatiente. Este profundo sentimiento de pertenencia ha llevado a muchos a regresar, a repasar con su entorno aquellas vivencias que hoy los definen en la comunidad, a reconstruir, a fortalecer esperanzas…”He tenido la idea de volver a Malvinas. Lo he hablado incluso con mi esposa”, confió Vergara. Sin embargo, el honor a nuestra insignia Patria se lo impiden: “Yo cruzar con un pasaporte a Malvinas es algo que no puedo hacer. Capaz culpa de eso no voy a poder volver nunca, no regresaré más, pero con pasaporte como visitante no. El territorio es nuestro, es de Argentina, no podemos ingresar como si fuésemos de otro país. Es lo que más me molesta. También creo que hay que estar preparado. Conozco gente que ha vuelto y le hizo bien, y a compañeros míos que fueron y les hizo mal”…”Ojalá pueda volver, porque sería lindo encontrarme de nuevo con ese lugar, el pozo de zorro que yo hice, el refugio en el que estuvimos. Me gustaría llevar a mi familia a que pueda ver realmente donde estuve, porque no es lo mismo que una foto, pero la primera razón es más fuerte”.

Combatir fue un honor, pero pregona la paz

Su testimonio hace presumir casi sin margen de equivocación, que si el tiempo volviera atrás, Vergara volvería a dar ese ‘sí’ a alistarse rumbo a Malvinas. No obstante, con la autoridad que la experiencia vivida le otorga, sugiere no volver a entrar en conflictos bélicos: “Obviamente que la soberanía tiene que resolverse por la vía diplomática, no hay otra. Las Fuerzas Armadas están desarmadas, no estamos en condiciones de ir a recuperar Malvinas. Creo que el pensamiento de la mayoría de los que estuvimos allá, es que tiene que ser por la vía diplomática. Una guerra hace mucho daño, no sólo material sino psicológico -en quienes van y en las familias-. No es fácil. Atrás del veterano está la familia, a algunos les sucedió que estando en la guerra se le murieron los padres u otros volvieron y estaban los traumas psicológicos en la familia. Es muy feo y no puede volver a pasar”, dijo el integrante del BIM 5.