Los pronósticos climáticos de mediano plazo sobre Entre Ríos no proponen “ningún tipo de alivio” ante la sequía histórica y récord que enfrenta la región, y que afecta fuertemente a la ganadería y agricultura de esa provincia.
Mientras las lluvias se sigan comportando “de manera discrecional y en áreas reducidas”, las posibilidades para la recuperación de esta campaña agrícola “se irán agotando”, remarcó la Bolsa de Cereales de Entre Ríos en un comunicado.
Los registros pluviales de diciembre en Entre Ríos se posicionaron entre los diez más bajos de los últimos 60 años en gran parte del territorio provincial. En la mayor parte de Entre Ríos las lluvias caídas en diciembre acumularon menos de 20 milímetros, seis veces menos de lo que normalmente debe llover durante ese mes.
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El promedio de lluvias en diciembre de los últimos 17 años es de 130 milímetros en Entre Ríos, pero en este diciembre último sólo se recibieron 16 milímetros, el 12% de lo esperado. También el último mes de 2021 tuvo elevadas temperaturas y baja humedad relativa, con una temperatura máxima que superó los 35 grados desde el 19 de diciembre en adelante, provocando un estrés térmico para los cultivos y animales, destaca la crónica publicada por Bichos de Campo.
Si bien en la última semana se registraron algunas lluvias, sólo algunos sectores del departamento de La Paz y el sur de Entre Ríos recuperaron algo de humedad.
En este escenario, los productores debieron implantar maíz de forma tardía, y correr la floración de la soja hacia la segunda parte de enero y febrero. Aún así, será muy necesario un cambio en el patrón pluvial para auxiliar la segunda parte de la campaña de granos gruesos.
La sequía histórica afectó fuertemente el rendimiento del maíz de primera sembrado, donde se proyectan unos 2.000 kilogramos por hectárea, muy por debajo del promedio de los últimos cinco años (6.300 kilos), y el segundo más bajo de los últimos 20 años.
En noviembre, 95% de las casi 405.000 hectáreas sembradas con maíz de primera presentaban buena y muy buena condición; pero en los últimos días de diciembre ese estatus bajó a sólo 20%.
Los efectos de la sequía se pueden ver tanto en el suelo, con rajaduras, y en las plantas con síntomas como acartuchamiento de hojas, muerte de hojas basales e interrupción en la formación y llenado de granos.
También se trata del “peor escenario” de las últimas cuatro campañas agrícolas para la soja, que presenta un fuerte estrés térmico e hídrico, a lo que sumó también la aparición de plagas relacionadas con la sequía. En la actual temporada se implantaron 589.600 hectáreas con soja de primera y 479.100 con soja de segunda, labores que debieron detenerse producto de la falta de humedad en el suelo.
El cultivo muestra severos síntomas de estrés térmico e hídrico, con restricciones en el crecimiento, pérdidas de plántulas en germinación hasta desecamiento de hojas, y se detectó la presencia activa de trips y arañuelas, plagas asociadas a la sequía.
El resto de los granos sembrados en Entre Ríos también declinaron su condición producto de la sequía y el estrés hídrico. Además del impacto directo sobre los cultivos y los animales, el escenario actual deja mucha materia seca expuesta a riesgos de incendios, en una provincia donde se quemaron unas 20.000 hectáreas durante el 2021.