La rebelión de las vacas de la escuela Las Delicias

En la tarde del viernes el plantel de lecheras de la Escuela Las Delicias atravesó el boyero y rumbeó para María Luisa, por el costado de la ruta.

Fue una caminata que combinó trotecitos ligeros con andar parsimonioso. Fue justo minutos antes del ordeñe de la tarde.

Los cuises de la banquina, testigos privilegiados de lo acontecido, manifestaron distintas versiones respecto al hecho. Hay quienes juran que escucharon algunos reclamos vacunos, y que el móvil de la aventura fue la incomodidad que ocasiona el nuevo iodo que se le pone tras el ordeñe, sumado al sabor del maíz del silo, que no sería del todo agradable.

Otra versión de los cuises es que la movida vacuna fue por diversión. El objetivo: dar una vuelta por María Luisa, picar algún pastito, beber de algún charco y emprender el regreso.

No obstante, otra versión que circulo, proveniente de las iguanas -molestas porque el alboroto vacuno les corto la tomada de sol después de los días de lluvia- es que estaban decididas a romper alambrados de tambos vecinos para una rebelión mayor: la exigencia de un solo ordeñe diario, la garantía de alfalfa de calidad, agua caliente durante el lavado de tetas en el ordeñe, y cristiana sepultura para las compañeras de descarte.

Cualquiera que haya sido el motivo de la proeza, un patrullero de la Comisaria de María Luisa interrumpió la caminata vacuna, y la llegada de personal de la escuela Las Delicias hizo que las vacas tomen como mejor opción el regreso a casa.

Según los horneros que presenciaron el hecho, las vacas murmuraban entre si la posibilidad de repetir la hazaña, la cual, para la mayoría, fue un acto de absoluta buena leche.

Mariano Schmidt para Campo en Acción