La kinesióloga de los grandotes

Desde el año 2016 Georgina Fragazzini forma parte del staff del plantel Superior de rugby del club Tilcara de Paraná y se encarga de prevenir y rehabilitar lesiones.

Georgina Fragazzini atiende a sus pacientes en el consultorio del Instituto Posadas de Paraná y paralelamente sigue las lesiones y recuperaciones de los jugadores de rugby de Tilcara. Ella es kinesióloga del plantel Superior y reparte sus horarios para atender la profesión en la que eligió capacitarse.

Tilcara tiene sus instalaciones en la ruta nacional 18 (kilómetro 18) y también posee un predio ubicado en calle Martín Zapata (detrás de la Universidad Tecnológica Nacional) donde se realizan las prácticas habituales. Este año la pretemporada arrancó el 14 de enero y los entrenamientos son lunes y jueves por la noche y martes y sábado por la tarde.

En diálogo con Diario UNO contó cómo se integró a la familia del Verde, cuál es su rol y también sus objetivos profesionales, siempre ligados al deporte.

—¿Cuánto hace que estás en el club Tilcara?

—Arranqué en el club en 2016 por lo que este año comencé mi cuarta temporada. Soy la kinesióloga del plantel Superior que está integrado por jugadores desde los 19 y 20 años en adelante.

—¿Cómo es trabajar con deportistas de Primera? ¿Cuáles son los pro y los contra?

—Siempre me gustó el deporte, incluso en mi profesión me dedico más a la parte de traumatología. Uno cuando está en la facultad tiene una visión y cuando se recibe se da cuenta que la realidad es otra. Al principio me daba un poco de miedo el tema de cómo poder trabajar a los jugadores que tiene un desempeño físico muy grande, entonces me preguntaba cómo iba hacer para levantar un jugador que pesa y mide el doble que yo, pero después me di cuenta que es sólo un pensamiento. Ni bien entré los chicos me hicieron sentir parte del plantel y me enseñaron las características del deporte. El rugby no sólo forma deportistas sino también te da valores y te forma como persona, eso me ayudó mucho en el ámbito personal. El grupo es muy unido como respetuoso, tanto conmigo como entre ellos. La confianza y el vínculo que se crea entre el kinesiólogo y el jugador es maravilloso. Porque el kinesiólogo es quien realmente conoce cómo entra cada jugador a la cancha y muchas veces se negocia por así decirlo, el kinesiólogo sabe cuánto va a durar, cómo puede estar ese jugador dentro de la cancha, es un voto de confianza entre el profesional del deporte y el de la medicina, es una relación que en el consultorio o en otros lados no se puede llegar a ver. Eso es lo más positivo.

—Te toca viajar también con la delegación, sos la única mujer en el micro ¿Cómo es la experiencia?

—Soy la única mujer en el cole y es como viajar con tu grupo de amigos. Antes de entrar al plantel conocía a muchos chicos que jugaban ahí y no me costó relacionarme. Se fue dando naturalmente. Son viajes de mates, charlas y risas. A la vuelta a veces nos toca festejar y a veces no, pero bueno el deporte es así. El año pasado hicimos viajes largos a Santiago del Estero, Corrientes y eso hizo crecer mucho al grupo también. Tilcara es una gran familia. Nunca me hicieron sentir mal o que no formaba parte del equipo, para mi pasa desapercibido que soy la única mujer, no hacen diferencia. En las prácticas a veces compartimos con la nutricionista, otra figura importante en el staff.

—¿Viviste situaciones difíciles durante un partido en las que te haya tocado intervenir?

—Durante los partidos se viven muchas situaciones. Una que me tocó vivir en el primer año fue ver una fractura de maxilar y la verdad que en la práctica las cosas cambian. Uno por ahí ve los libros y cree que las cosas van hacer más tranquilas, pero en la cancha el jugador necesita jugar. Hay que hacerlo volver rápidamente. Es un aprendizaje continuo. Se ven desgarros, lesiones de rodilla, hombro. Pero esa vez la recuerdo bien porque estábamos jugando en La Salle (Santa Fe) y uno de los chicos justo se cae, se golpea y se fractura el maxilar, al principio me paralicé pero después lo llevé bien y hasta terminamos tomándolo con humor.

—A la par desarrollás tu actividad en el consultorio ¿Cómo equilibrás tus tiempos? ¿Cuándo vas al club? ¿Cuándo a la pile o a la playa?

—¡Qué pregunta! ¡Cómo equilibro mis tiempos! Al club voy los lunes y jueves de 21 a 22.30 y los sábados cuando tenemos partidos y si somos visitantes también viajo. Trabajo en el consultorio prácticamente en horario de comercio, de 8 a 12 y de 16 a 20. En mis ratos libres voy al gimnasio, estaba yendo a las 6 de la mañana antes de entrar a trabajar, ahora también voy un poco a la noche. Siempre en la semana trato de hacer algo -en la medida que puedo- juntarme con amigas generalmente los miércoles que son mis días más libres y los domingos trato de hacer todo lo que no puedo hacer durante la semana. En enero estoy un poco más tranqui porque en el consultorio hacemos horario de corrido, me queda tiempo libre y disfruto lo que más puedo.

—Seguís estudiando, perfeccionándote ¿Tenés algún objetivo más para tu carrera?

—En estos momentos estoy haciendo un posgrado en osteopatía, este va hacer mi segundo año y son tres años de estudio. Me quiero recibir e implementar la osteopatía en el ámbito deportivo, seguir creciendo en el ámbito profesional, perfeccionarme y avanzar. La osteopatía es un conjunto de técnicas manuales empleadas para aliviar numerosas dolencias mediante la búsqueda de la recuperación del equilibrio orgánico. Manipulando fascia (una estructura de tejido conectivo muy resistente que se extiende por todo el cuerpo como una red tridimensional), tejido y trabajando sobre órganos inclusive.

Ganando el campo

«Sé que hay otras chicas que se dedican a la kinesiología en el rugby, pero yo no he visto. Por lo menos en los clubes donde nos ha tocado ir a jugar. Afuera se usa mucho y la mujer cada vez gana más campo en este ámbito de trabajo y es muy bueno que así sea. Sí se ven médicas en cancha, pero kinesiólogas no», aseguró Georgina con sus jóvenes 27 años. Fuente: Diario Uno. por Dina Puntin