La insólita historia de la represa del molino Juan Semino: Hace 144 años que genera electricidad, pero por la presión ambientalista habría que demolerla

En cualquier otro país del mundo, una represa construida en 1875 y que genera electricidad desde hace tanto tiempo sin duda sería motivo de orgullo y hasta un atractivo turístico. Pero aquí, en la Argentina, donde no hay términos medios, el dique construido hace 144 años al lado del molino harinero Juan Semino, sobre el cauce del Río Carcarañá, es motivo de una intensa y larga disputa entre los sectores productivos y los ambientalistas. Estos pretenden demolerlo y el gobierno de Santa Fe les ha dado la razón. Dicen que esta drástica decisión no solo favorecería la diversidad de la zona sino también, paradójicamente, al turismo.

Vamos a reconstruir este cuento, que está cerca de un desenlace. Debería comenzar como todos los cuentos: “Hace mucho, mucho tiempo…”

“Nuestra empresa nace en el año 1865, fundada por Don Marcelino Semino, un inquieto inmigrante italiano que aceptando el desafío de un futuro incierto pero a la vez promisorio, una vez arribado a estas tierras confió en la humilde Villa del Rosario para forjar así su nuevo porvenir. Allí inició sus actividades, en la calle de La Aduana -actualmente Maipú y 9 de Julio- dando origen al primer molino harinero de la provincia de Santa Fe y uno de los primeros de la República Argentina”, describe la página del Molino Juan Semino, el nombre que adquirió la empresa familiar cuando ya era manejada por uno de los hijos de Marcelino.

En 1908, cuenta esa página, es el mencionado Juan quien decidió comprar otro establecimiento de molienda muy particular. Estaba emplazada en la pequeña localidad de Carcarañá a orillas del río homónimo. “Ya en aquel entonces, esta circunstancia lo caracterizaría por aprovechar inteligentemente las caudalosas aguas del río y procurarse energía hidráulica”, dirá nuestro relato. En rigor, como ya dijimos, la represa había sido construida en 1875.

Esta historia la contó Lola, de la última camada de la familia Semino, “tatara-tataranieta” de Don Marcelino, en un video para celebrar los 150 años de la empresa familiar. La represa de la discordia puede verse con claridad desde las primeras imágenes. También Lola nos relata en el minuto 3:50 del video que en 1994 se construyó una nueva central hidroeléctrica para brindar energía al molino contiguo. Energía propia, el sueño de todo industrial.

Es evidente que esta pequeña represa hidroeléctrica tiene un valor histórico incalculable. Tanta es su fama que incluso la menciona la Wikipedia al hablar del Río Carcaraña. “Su cuenca es de 48.000 kilómetros cuadrados aproximadamente. Tiene potencial hidroeléctrico, aprovechándose la fuerza motriz con endicamientos, a la altura de Lucio V. López, desde fines del siglo XIX y hasta 1930”, afirma la enciclopedia. Esa represa no sobrevivió, pero “otra represa hidroeléctrica se encuentra a la altura de la ciudad de Carcarañá, utilizada por el Molino Juan Semino”, describe la página. Es esa la protagonista de este cuento.

Pero tan rica historia parece no conmover a varios grupos de vecinos y ambientalistas que en los últimos años comenzaron a cuestionar el impacto negativo de esa obra, especialmente sobre la fauna ictícola del Río Carcarañá. Los planteos comenzaron abrevan tanto de organizaciones ecologistas como de clubes de pescadores, que argumentaban que la presencia de peces es mucho menor cauce arriba de la represa que aguas abajo. Una página de Facebook del Proyecto de Recuperación Ictícola del Río Carcaraá resume bien los argumentos para dar esa pelea para recuperar, según esta posición, unos 350 kilómetros de cuenca, hasta llegar incluso hasta Córdoba.

Este video facturado por la Agrupación de Pescadores con Mosca del Río Tercero resume bien cuales son los cuestionamientos a la represa del molino Juan Semino. Como con la pequeña Lola, también esta versión de la historia resulta bastante conmovedora:

Desde mediados de octubre pasado se están comenzando a escribir los capítulos más intensos de este cuento. Y es que el Ministerio de Medio Ambiente de la Provincia de Santa Fe rechazó un informe de impacto ambiental presentado por la empresa Juan Semino e instó a la empresa molinera a “presentar un plan de desmantelamiento o remoción de la represa hidroeléctrica que tiene ubicada sobre el río Carcarañá” debido a los impactos negativos que representa para el ecosistema que constituye ese curso de agua.

Ayudaron bastante las fotos de peces muertos o impedidos de escapar de esa centenaria trampa levantada por el hombre. “Aguas abajo del dique existen más de 200 especies de peces mientras que aguas arriba solo se contabilizaron menos de 30 variedades”, explicó Gabriel Bustamante, uno de los vecinos que desde hace tiempo batalla contra la represa desde la comisión comunal de Arequito.

Los plazos impuestos por el gobierno de Santa Fe para que la empresa presente un plan para demoler la represa vencerán muy pronto, eran de apenas treinta días. Actualmente la planta cubre solo una parte de su demanda eléctrica con esas instalaciones, cerca del 60%, pero el valor histórico y sentimental de la obra es demasiado alto como para ceder sin pelear. Por eso voceros de la firma anticiparon a Bichos de Campo que evalúan alternativas. “Se están haciendo estudios que dan fe que la represa no causa el daño que se le intenta imputar”, dijeron las fuentes.

En su única respuesta pública hasta el momento, Molinos Juan Semino recordó que esta represa es la única hidroeléctrica con que cuenta la provincia de Santa Fe, y que ha recibido la aprobación para su funcionamiento por parte del Departamento Ambiental Ente Regulador de la Electricidad (ENRE) y la Secretaría de Energía de la Nación. También obtuvo en tres ocasiones el certificado de calidad ISO 14001 sobre “Sistemas de Gestión Ambiental”.

Pero claro, son como idiomas muy diferentes los que se hablan.

“Asimismo la represa recibió el beneplácito del Estado santafesino en el pasado, y hasta fue incluida como un ejemplo de aprovechamiento de los cursos hídricos en su Plan Estratégico Provincial Visión 2030, del año 2012”, se quejaron los familiares de la pequeña Lola. Y agregaron que “nunca antes en los 150 años de existencia de la represa, ni su presencia ni su funcionamiento fueron observados por la Provincia mediante estudios científicos que constaten un supuesto daño al Medio Ambiente”.

La historia, tanta historia, se está acercando a su final. Fuente: Bichos del Campo.