En mi pueblo todavía hay una «chatita» antigua que funciona, donde su dueño, un viejo alambrador todavía se traslada en ella por los suburbios. Vive en mi barrio, cerca de mi casa, por eso puedo contar lo que vi, esto ocurrió hace unos días en San Salvador.
La chatita tiene el volante a la derecha. Sé que mucha gente de menos de 30 años no sabe que antes los autos tenían el volante al estilo inglés.
Este hombre en cuestión es muy mayor, por lo tanto, queda chiquito detrás del volante de su «chata».
Como es un gaucho que toda la vida trabajó y aun hoy todavía lo hace en el campo, tiene unos cuantos perros que se acostumbraron a andar con él en su móvil, pero hay uno bastante grandecito que se sienta en la cabina al lado de él, obvio que a la izquierda.
La cosa es que días pasados salió por la diagonal, muy despacito, con su perro de acompañante. Venía de frente un auto moderno, también despacito, lo conducía un muchacho muy joven, y como en todo pueblo chico, todavía se acostumbra a saludar, este joven saludó al de la «chatita» donde el perro que iba en lo que sería hoy el lado del conductor, lo miró nomas.
El chico no podía creer lo que vio y se detuvo unos metros más acá, justo donde estaba yo, chusmeando. Paró y me dice: ¿Vio aquella camionetita vieja?, la va manejando un perro, o si no estoy loco.
No amigo, no está loco ni la maneja un perro, respondí.
Y ahí me pasé explicándole que durante muchos años, los autos y todos los vehículos venían con el volante a la derecha, si no que a muchos autos viejos que todavía funcionan les habían cambiado el volante y la pedalera a la izquierda.
Del libro inédito «Cuentos de mis pagos» de Luis Ledesma «LA CHATITA»