El sol pelea con las nubes en el cielo de la localidad de Faustino Parera, un pueblo de unos 200 habitantes ubicado a escasos 14 kilómetros de Urdinarrain. Casi sin ruidos en la inquebrantable siesta, unos pocos pobladores caminan por el lugar.
Llegamos a la cita en la placita y nos recibe con una sonrisa nuestra anfitriona: Karen “Kay” Spiazzi, una joven deportista de 26 años recién cumplidos. A escasos metros, la canchita, el potrero, el lugar que la descubrió como futbolista.
Antes de empezar a conversar, una gurisa pasa en bicicleta, la reconoce y se acerca a saludarla. “Hace tiempo que no te veo”, le dice, algo que parece poco común en un pueblo donde todos se conocen. Es que Karen, en la actualidad, disfruta de sus vacaciones, pero su vida hoy está en Vitoria-Gasteiz, la capital de la comunidad autónoma del País Vasco, situada en el norte de España. Allí, desde agosto de 2018, se convirtió en jugadora del Deportivo Alavés, luego de su paso por River Plate, equipo del que es fanática…
¿En esta canchita de Parera jugabas cuando eras chica?
Sí, empecé a jugar en la escuela y todos los fines de semana, o a la noche, venía a esta canchita. Tenía 10 años, me metía un ratito y cuando llegaban los adultos salía. Tres años después ya no me iba, me quedaba hasta que no daba más.
¿Cuándo te diste cuenta que querías ser futbolista profesional?
No hubo un momento específico, sí te puedo decir que siempre me gustó. Tengo fotos de chiquita, cuando tenía dos años corriendo detrás de una pelota. Lo importante es que siempre tuve el apoyo de mi familia, de mis papás y de mi hermano que me acompañaron a todos lados.
¿Cómo llegás a River?
Cuando tenía 13 años participé de los Juegos Evita en Urdinarrain y después jugué en Gualeguaychú. Allí, el DT Ricardo Maiztegui, me llevó porque River venía a hacer unas pruebas a Villa Paranacito, me seleccionaron y hasta el año pasado vestí la camiseta del Millonario. Imaginate que fue un sueño cumplido. En 2017 salimos campeonas, jugué varios clásicos frente a Boca y llegamos a meternos en la Copa Libertadores.
¿Cuando llegó la propuesta de irse a jugar a España?
A mitad del año pasado, me salió la propuesta de irme a España. Yo fui a jugar unos Juegos Olímpicos Universitarios en China y me contactó un representante que me pidió videos y me preguntó si me gustaría la propuesta de irme a Europa… y bueno, lo pensé bastante, porque era un cambio rotundo, pero terminé aceptando y me fui. Estoy en una ciudad que no es muy grande y es súper tranquila. Juego al fútbol semiprofesional y me gustaría empezar el curso de entrenadora. Así que estoy en esos proyectos. Son esas oportunidades que se te dan una vez en la vida y la posibilidad de arriesgarse a algo nuevo. A veces no dimensiono todo lo que me ha pasado y que he vivido. Imaginate que de jugar en la canchita de Parera, pasar por River y ahora estar jugando en estadios de Primera División es muy fuerte, aún no caigo y me sigo asombrando.
Le dedicaste la vida al fútbol…
Sí, siempre, porque si tenía partidos, no salía con amigas y me cuidaba porque a mí me gusta estar bien. Siempre, jugara donde jugara, me lo tomé en serio, ya con mentalidad profesional. Y sí, tenés razón, le he dedicado mi vida a la pelota y no me arrepiento en lo más mínimo.
¿Alguna vez te discriminaron en este deporte que suele ser tan machista?
Por suerte no. No lo viví, siempre me trataron como una más. Nunca me dijeron nada y siempre jugué entre hombres y me respetaron.
¿Y qué te dicen en Parera cuando venís a pasar unos días?
La gente me saluda, es muy cordial, nos conocemos todos. Cuando estoy acá vengo a jugar a la canchita. El 9 de julio, que fue mi cumpleaños, hicimos un picado a la tarde. La pasamos genial. Me cuidan, roces normales del fútbol, pero me cuidan.
¿Cuáles son tus sueños por cumplir y qué fue lo más lindo que te pasó en este camino?
El hecho de conocer mucha gente y hacer muchos amigos es lo más lindo que me pasó. También, te diría, poder vivenciar la experiencia de defender los colores en estadios donde juegan, por ejemplo, Barcelona o Real Madrid. Además, como hincha, fue un sueño haber jugado en River, ir a la Libertadores y ojalá en algún momento se dé jugar en el Monumental porque soy muy fanática. Y, respecto al suelo por cumpli, sin dudas, es la Selección Argentina. Lamentablemente cuando fui preseleccionada el año pasado me lesioné y no pude ir, pero si sigo trabajando sé que algún día voy a tener la oportunidad de vestir la celeste y blanca.
La charla sigue y Karen disfruta del contacto con la pelota, la domina, la pone bajo la suela, hace jueguitos… Ella supo gambetear todos los desafíos y prejuicios para hacer realidad su sueño: tener su nombre y apellido impresos en una camiseta de fútbol.
Por Juan Fernández – Nota publicada en la Edición del mes de Julio de la Revista “Mi Ciudad”