Ingeniera Química nacida en Villaguay cuenta su experiencia de la pandemia en Nueva Zelanda

COVID-19, MI EXPERIENCIA EN NUEVA ZELANDA. Por Lucrecia Pfefferman
Me gustaría empezar contando que soy nacida en Villaguay y tuve la suerte de vivir mi niñez y mi adolescencia en esta querida ciudad. Hice la escuela primaria y secundaria en el Colegio Martiniano Leguizamón y a los 18 años y gracias al apoyo de mis padres, tuve la oportunidad de estudiar en Santa Fe donde me recibí de Ingeniera Química.
Una vez terminada mi carrera, la búsqueda laboral me llevó a asentarme temporariamente en Anguil (La Pampa), Capital Federal y finalmente en General Rodríguez en la Provincia de Buenos Aires. Siempre volviendo a mi querido pueblo cuando podía donde mis raíces, mi familia y queridos amigos siempre han estado.
De General Rodríguez, mi siguiente paso fue un poco más lejos.
Subí a un avión y después de más de 10.000 km de vuelo, aterricé en Nueva Zelanda.
Mi nuevo hogar es un pueblito de más o menos 2.500 habitantes, que se llama Ruakaka y aquí empecé mi nueva aventura, hace ya 18 años.
Emigrar de mi querida Argentina nunca estuvo en mis planes, pero la situación de mi país en el año 2001 me guio a este lugar, pero esa historia es para otro momento.
La directora de EL PUEBLO, María José Surra, me preguntó si podía contar cómo hemos vivido la pandemia de coronavirus en Nueva Zelanda.

Mi respuesta inmediatamente fue sí.

Estoy encantada de compartir con Villaguay mi experiencia en este momento tan raro y complicado en el mundo y al mismo
tiempo es un gusto contribuir con esta nota al diario que fue parte de mi vida en Villaguay.

Algunos datos.
Nueva Zelanda es un país insular rodeado por el Océano Pacífico Sur en el este y del Mar de Tasmania en el oeste, con una población actual estimada de un poquito más de 5.000.000 de habitantes que se incrementa considerablemente con el turismo en distintas épocas del año.
Tiene una superficie un poco más chica que la provincia de Buenos Aires. En resumen, es un país chico y somos pocos.
Un tercio de la población vive en Auckland que es la ciudad más grande. Wellington es la capital del país y la Primer Ministro es Jacinda Arden quien comenzó su mandato en octubre del 2017.

El primer caso confirmado de COVID-19 fue el 26 de febrero. Desde ese momento los casos empezaron a aparecer muy esporádicos. Algunos días ninguno y otros 1 o 2 casos por día.
Es importante mencionar que en esas primeras semanas el testeo tenía limitaciones.
El 16 de marzo, con un total de 16 casos confirmados y con 2 casos probables el gobierno implementó medidas estrictas de frontera, con aislamiento mandatorio a todos los viajeros aéreos y también restricciones para los pasajeros de cruceros.
Siendo un país insular la entrada al país es sólo por avión o barco.

Distancias Villaguay N Zelanda
Otra serie de medidas se habían ya empezado a implementar, por ejemplo habilitar una línea telefónica de salud dedicada a «COVID-19» donde personas que habían viajado a China debían llamar y registrarse, como también información para la población sobre la necesidad de lavarse las manos regularmente; cubrirse la nariz y boca al estornudar o toser y practicar distancia física.
Todos los casos hasta ese momento estaban relacionados con viajes al exterior.
El 21 de marzo, la Primera Ministra Jacinda Arden se dirigió al todo país anunciando un nuevo sistema de alerta de cuatro niveles para la lucha contra COVID19.
Ese sistema de alerta fue publicado y distribuido a todo el país de manera que todos entendimos desde el comienzo el nivel de riesgo en cada nivel y las restricciones que tendríamos en cada uno.
Desde ese día, este sistema de alerta ha sido nuestra referencia.
Cuando hizo el anuncio, nos dijo a todos clara y sencillamente lo que en cada uno de los niveles el gobierno necesitaba de nosotros (cosas que deberíamos hacer para mantenernos seguros).
Este sistema de alerta planificado, implementado y difundido tempranamente (habiendo menos de 100 casos y ninguna persona fallecida), junto con la permanente comunicación del gobierno, el incremento en la capacidad de testeos incluyendo testeos aleatorios, y el compromiso de la población de seguir las indicaciones del gobierno y particularmente del Ministerio de Salud, parece que en conjunto es parte del éxito en el manejo de la pandemia en Nueva Zelanda.
El sistema de alerta fue traducido a diferentes idiomas incluyendo español:
En cada nivel hay medidas que involucran a la población y al mismo tiempo medidas que son responsabilidad del gobierno.
Por ejemplo, en nivel 4 todos debemos quedarnos en casa, en nuestra «burbuja».
Las escuelas se cerraron y solo los servicios esenciales continuaron operando (farmacias, supermercados, servicios de salud, fábricas de alimentos, policía, bomberos, servicio de ambulancia, servicio de flete; entre otros).
Nos incentivaros a hacer salidas cortas: caminatas en nuestro barrio, andar en bicicleta, salir a correr – cualquier actividad que hiciéramos siempre en nuestra burbuja y solo por cortos periodos.
El término «burbuja» se introdujo en el sistema de alerta y refiere al grupo de gente con la que cada persona interactúa.
En nivel 4, la burbuja es lo más chica posible.
Idealmente solo el grupo familiar que puede ser una persona sola o una familia. Una vez definida, la burbuja no se debe mezclar. Ese concepto fue muy claro y fácil de entender e implementar.
El mismo día del anuncio entramos directamente en el nivel de alerta 2. Dos días después, pasamos a nivel 3 y ese día la Primer Ministra nos informó que en 48 horas entraríamos en nivel 4.
Teníamos 48 horas para organizarnos.
Los que podíamos trabajar desde la casa teníamos tiempo de juntar todo lo que necesitábamos de las oficinas, los que deberíamos viajar de una ciudad a otra, teníamos tiempo de hacerlo, las fábricas o negocios que no eran esenciales y cerrarían por el periodo del nivel de alerta 4 tenían tiempo de organizarse por ejemplo para parar las plantas de producción de manera segura.
El mensaje fue claro: 48 horas para organizarse antes de entrar en el nivel 4. Estuvimos en nivel 4 por 5 semanas.
Los números de casos diarios se elevaron con picos entre 60 y 80 casos y empezaron a fallecer algunas personas infectadas.
Al término de las dos primeras semanas los casos diarios empezaron a declinar.
Entre los criterios para pasar a un nivel de alerta más bajo estaban la reducción de casos diarios y también la posibilidad del Ministerio de Salud de tener un sistema eficiente de rastreo de contactos y de continuar con un alto nivel de testeo por día.
Durante la última semana del nivel 4 los casos registrados fueron menos de 10 por día y el gobierno estaba conforme con su capacidad de rastreo de contacto así que pasamos a nivel de alerta 3.
En el nivel de alerta 3 la educación infantil y primaria se habilitó, pero con restricciones en números y se incentivó a padres que consideren la posibilidad de mantener la educación en la casa como se venía haciendo (el ministerio de educación preparó un plan para que se pueda continuar con la educación a distancia).
Fueron habilitadas fábricas y lugares de trabajo que podían trabajar de forma segura, con la posibilidad de mantener distancia física de 2 metros como mínimo y sin interacción con el público.
Después de dos semanas en nivel 3 y con los casos diarios declinando pasamos a nivel de alerta 2.
Algunos ejemplos del nivel 2: negocios con atención al público pueden abrir pero con restricciones en la cantidad de gente que pueden tener en el negocio dependiendo del tamaño físico del local (distancia física sigue siendo un control importante), escuelas y universidades están abiertas pero también con controles, no se pueden hacer congregaciones de gente de más de 10 personas en este momento (esto puede cambiar e incrementarse, ya que los casos diarios son extremadamente bajos o cero).
En este momento estamos en nivel 2 hasta el lunes 25 de mayo.
Lo que nos han indicado desde el gobierno es que probablemente seguiremos en nivel 2 pero con unos cambios ya se disminuirán un poco las restricciones del este nivel.
La economía se afectó y el impacto se seguirá viendo en los meses por venir.
El impacto económico hubiese sido igualmente notable tal vez más drástico, si en vez de tomar estas decisiones el gobierno hubiese tomado otras. Pero eso nunca se sabrá.
Sí es claro que se logró un beneficio en la parte de salud porque el número de casos y el de personas internadas se mantuvo bajo a un nivel manejable.
Todavía es difícil decir con certeza que ya estamos del otro lado. El virus y la enfermedad están siendo estudiados todo el tiempo y hay mucho que no se sabe. Pero creo que en Nueva Zelanda hay un sentimiento general de tranquilidad de que la situación está controlada.
Es difícil comparar países y eso es algo que en lo personal nunca me gustó hacer. Hay diferencia en el número de habitantes, en las fronteras, en las costumbres, en la manera de interactuar.
No sé si uno podría extrapolar el sistema completo que se aplicó en Nueva Zelanda a otro país, pero sí creo que hay acciones específicas que se podrían evaluar y tal vez implementar si es que ayudarían en otros países.
En lo personal mi «burbuja» es de tres: Roger, yo y nuestro perro Taz.
Han pasado ya 9 semanas desde el comienzo de la aplicación de este sistema de niveles de alerta. Yo trabajé desde mi casa todo este tiempo usando video conferencias y correos electrónicos.
Roger tiene una fábrica de tablas de surf que cerró durante el nivel 4 y empezaron a trabajar en el nivel 3.
Taz está feliz ya que ha disfrutado de tenernos en nuestra casa y el hecho de que ahora caminamos en la playa mucho más a menudo que antes.
Un fuerte abrazo a la distancia para toda mi gente querida de Villaguay.

Lucre Pfefferman

Fuente: Diario Villaguay.