San Salvador ha dado grandes artistas a lo largo de su historia. La mayoría sobresalió en una actividad en particular, pero en el caso de Guillermo Monzalvo, tuvo el don de haber sido un extraordinario futbolista, que no llegó más lejos porque se inclinó por la música, su otra gran pasión.
Radicado desde muy joven en Paraná, ha tenido una destacada carrera. Compositor sinfónico en la actualidad, sus obras son interpretadas por reconocidas orquestas sinfónicas. Entrevistado por LA SEMANA recuerda sus comienzos en la música, su pasado y su presente de la mano de sus grandes pasiones: la guitarra y la música.
“A mí me conocen en algunos lugares por la música y en otros lugares por el fútbol. Mi familia era de músicos y mi camino elegido fue ese”, empezó relatando.
Una presentación en la Escuela 25 «José Maréa Texier» junto a su hermano Francisco en los años 80. Foto Archivo LA SEMANA.
Yo empecé tocando con mi hermano (Francisco) y fiesta que había allí estábamos, de la escuela, de domas y folclore, bailes, y después ya más comercial con los grupos en los clubes, en los carnavales en fiestas de 15. También pasamos por Cosquín, recordó Guillermo. Con la música empecé a los 5 años. Crecí con eso estudiando y tocando y en distintas agrupaciones.
Me vine a estudiar a la Universidad de Música en Paraná, donde me recibí en el 83 y tres años después me llamaron para cubrir la cátedra de guitarra que era mi especialidad. Desde entonces estoy todavía. Ahora casi todos los días dictando clases por zoom en forma virtual, agregó.
“Me gusta mucho lo que hago. La música clásica es lo más importante, más allá que he hecho música folclórica, tango y de todo un poco. Por el trabajo estoy un poco absorbido por la música clásica”, aclaró.
Ahora que he jubilado gran parte de los trabajos que tenía en la provincia de Entre Ríos, sigo solamente con la Universidad de Santa Fe y me dediqué a componer en el género clásico. Así que hace rato que estoy tirando para lo sinfónico”, expresó.
“Llevó dos sinfonías, destacó. Una ya se estrenó y la otra la iba a estrenar y justo me tomó la pandemia. Alcancé a estrenar un concierto para guitarra y orquesta sinfónica, que lo hice cuando fue el debate presidencial en el Paraninfo que vino Macri y todos los candidatos. Eso fue un domingo y a los dos días, un martes estrené el concierto”
“Ahora, agregó, estoy terminando una sinfonía y tengo propuestas para hacerla para el Colón. Estoy en el género sinfónico, fusionando en algunos casos música folclórica con lo sinfónico, algo que siempre quise hacer y no tenía tiempo porque la docencia me absorbía mucho. Después que jubilé estos trabajos me puse a componer. Arrancó con una fuerza bárbara, se presentó con la Sinfónica de Posadas y después me cortó la pandemia. También tenía un viaje a Europa con la Sinfónica de Mar del Plata y se cortó todo”.
Al preguntarle lo que le genera la música puntualizó: “Los músicos somos un poco especiales. Vemos algunas cosas diferentes. Vivimos de una manera diferente. Días pasados estaba con un alumno trabajando un tango que escribí, que se llama Oscuridad, que lo escribí el 21 de diciembre del 2012, o sea el 21/12/12. Justo cuando se decía en eso de las profecías que se iban a alinear los planetas e íbamos a tener un día muy oscuro y lo relacionaban con la numerología. Al final no pasó nada, pero ese día me desperté como a las 5 de la mañana y empecé a componer. Al rato me levanté y escribí ese tango y le puse oscuridad en signos de pregunta, aunque yo me había levantado ese día con todas las luces y lo hice en un rato”.
Recuerdo también –dijo- que una vez a Paco Lucía le hacen un reportaje y le preguntan cuántas horas le dedicaba a la música, y estaba con una lima limándose las uñas, y le contestó las 24 horas, y me estoy limando las uñas porque estoy pensando. No dejás de pensar nunca, sabés, y por eso somos especiales, apuntó Monzalvo.
En otro tramo del diálogo menciono que “ahora estoy en mi estudio donde tengo dos computadoras, dos pianos, equipos, los programas de escrituras, estoy componiendo y por ahí estoy dando una vuelta y le digo a mi señora vamos a casa porque se me ocurrió algo y quiero escribirlo. Es una locura y creo que es parte de los músicos en general, y disfruto mucho de eso. Ahora tengo la posibilidad que canto algo y lo grabo en el celular para que no se me pierda. En otros tiempos muchos temas se me han perdido por no tener la posibilidad de escribirlos enseguida. Ahora tenemos un soporte donde guardarlo y es grandioso cuando uno llega a ensayar con una orquesta sinfónica y todos están ensayando las escalas y los pasajes más virtuosos, todo lo que uno escribió”.
En ese sentido se acordó que “un violinista de la Sinfónica de Posadas en un concierto me dijo: Maestro, quiero sacarme una foto con usted, y se venía con una hoja en la mano, porque quiero poner esta parte porque este pasaje es una cosa infernal. Así nos sacamos la foto con las partituras que más le gustaban”.
“Que otros músicos estén tocando lo que uno hace es algo muy especial. Una cosa es contarlo, pero en el momento se vivencian cosas muy lindas”, redondeó.
Guillermo Monzalvo, quien fue un grandísimo jugador de fútbol (nota de la próxima edición de LA SEMANA), trasladó sus dotes a la música, sobre lo que el propio compositor apuntó: “Con el paso del tiempo terminé como reprochándome dos grandes cosas que me dieron mis viejos o Dios. Mi vida siempre fue exactamente igual. Cuando estudiaba en la Universidad mi profesora de guitarra me decía que deje el fútbol porque a veces llegaba con las manos golpeadas o con un brazo sentido, y me decía que podía llegar a tener una lesión grave y tenía que dejar todo lo que estaba haciendo. Siempre luché contra todo eso. Y para mi eran iguales, el fútbol y la música, por las virtudes. Eran dos pasiones, que no sé si las tienen muchas personas, como fue jugar bien al fútbol, por lo menos así lo sentía yo, y veía que hago la música de la misma manera”.
Pero disfruté las dos cosas a la vez, remarcó, “porque me iba los viernes de Paraná a jugar al fútbol y volvía el lunes y ya estaba con la guitarra”.
Ahora miro a la distancia y me asombro lo que hacía, tal vez por la juventud. Porque cuando jugamos el Regional que concentrábamos el sábado, trabajaba el viernes hasta última hora y de madrugada salía porque el sábado había que estar llegando a Colón y concentrando a la noche, al otro día jugar y viajar el domingo a la noche, y a las 10 de la mañana del lunes yo estaba trabajando. Yo antes de entrar a trabajar entrenaba de 6 a 7 y 30 de la mañana todos los días. Una cosa de locos, pero la juventud me dio toda esa fuerza”, reconoció.
SU FAMILIA
Guillermo Monzalvo nació el 30 de abril de 1960. Hoy, con 61 años cumplidos, está casado hace 38 y tiene tres hijos: Emanuel -el más grande- que es médico (dos nietos), después sigue Florencia (un nieto) y Paula, que son psicólogas.
Ninguno de los tres siguió sus pasos como deportista o en la música. Emanuel tuvo un pasaje en las inferiores de Patronato, pero no era un club fácil para ganarse un lugar. Jugaba bastante bien, pero después se cansó porque había que escalonar y estudiar. Además, tiene una FM, Alquimia (92,7), y anda en el tema del sonido y también hace algo de música, pero más como hobby, finalizó el Mikey Monzalvo, como lo conocíamos desde chico en el Barrio La Cañada.
Fernando Rodríguez / La Semana.