Guillermo Ferrara, de basquetbolista a escritor y filósofo

Muchos recordarán a Guillermo Ferrara en su paso por Sportivo San Salvador, a mediados de la década del 80, donde jugó un par de temporadas. Luego siguió su carrera en el sur hasta que emigró hacia Barcelona donde desplegó todos sus conocimientos y se transformó en escritor y filósofo.
En diálogo con LA SEMANA recordó su paso por San Salvador y la actualidad que lo llevó a un mundo in imaginado en su momento.

Aquel pibe de barrio, basquetbolista, devenido en filósofo místico, escribió 24 libros. Su mirada de la vida y el deporte.

Vine a visitar a mi familia a Bahía Blanca y como siempre estoy en contacto con mi amigo Eduardo Jacobo quedamos en vernos porque nos une una amistad muy linda desde hace varias décadas. Entonces fuimos también a San Salvador donde visitamos a varios amigos, empezó diciendo Ferrara.

Guillermo Ferrara tiene 55 años, es padre de Simón (24 años). Fue a la Escuela 16, al Colegio Nacional y a la Escuela de Enseñanza Media Nº 2 de Bahía Blanca.

-¿Qué sensaciones tuviste cuando entraste a la ciudad?

-Muy cambiada, muy mejorada desde el cartel de entrada a la ciudad hasta las calles. Y la energía que se percibe en San Salvador es de mucha tranquilidad y crecimiento.

Yo trabajo con técnicas de crecimiento personal, motivación y el bienestar del ser humano, que por más que una persona tenga o no conocimientos le interesa crecer porque todos estamos inmersos en estar cada vez mejor. Del mismo modo que las ciudades, los seres humanos trabajamos para mejorar.

– Sabemos que estuviste compartiendo momentos con Pedro y Jorge Suen, junto a Eduardo Jacobo, rememorando tu paso por el básquet de Sportivo. ¿Qué recuerdos afloraron de ese encuentro?

– Muy bonito. Muchos de recuerdos de partidos, de momentos emocionantes, de entrenamientos fuertes y de integrar un gran equipo en ese momento. Más allá de los resultados, destaco la gran amistad con la gente de San Salvador, que ha perdurado durante décadas y eso es un partido ganado que uno lo lleva adentro.

– Esa fue una época donde veías las cosas diferentes a como las ves ahora.

– Sí, bastante (risas) y estaba bastante descarriado en el sentido de la conciencia porque cuando uno es adolescente a veces realiza cosas sin pensar. Y con el paso de los años aumenta la conciencia y la experiencia. Pero tengo gratos recuerdos de las vivencias de dos temporadas muy bonitas donde me sentí fabulosamente bien. El primer año, cuando salía del servicio militar donde no tenía aliados y era algo como ir en contra de la corriente, venir a jugar a San Salvador donde encontré muchos amigos, apertura, que me invitaban a sus casas y eso es imborrable.

-¿Qué recordás de esos equipos vistiendo la camiseta de Sportivo?

-Recuerdo la exigencia, primero con el técnico Miguel Volcan Sánchez y después con Pedro Suen. Con los dos tuvimos un alto grado de exigencia para rendir y dar lo mejor. Y el poder estar un equipo donde muchos querían estar para representar a la ciudad. El deporte lo que da es el deseo de superarse a uno mismo y jugar para ganar. Me acuerdo de la cancha llena, de la presión del público.

Justamente en el asado que compartimos con Pedro y Jorge Suen, recordamos que Jorge fue el que me fue a buscar a Bahía Blanca acompañado por Juan Carlos Fernández. Los dos se aparecieron en Villa Mitre, donde yo estaba, e hicieron la gestión porque querían un ala pívot y me fueron a buscar personalmente. La verdad que fue muy lindo ese recuerdo y de verme otra vez con Jorge, que fue el artífice que yo viniera desde Bahía Blanca a San Salvador.

-Esas eran épocas donde se iba a hablar con el jugador donde estaba porque las comunicaciones no son como ahora.

-Sí, es bueno que menciones esto, porque ahora todo es tan virtual y la tecnología te da muchas facilidades. En esa época había que viajar personalmente para hacer el contrato y arreglar el pase.

-¿Te hubiera gustado haber llegado un poco más en el básquet o el clic que hiciste en tu vida dejó atrás esa posibilidad?

Me hubiera gustado llegar un poco más lejos, pero cometí un error porque empecé a hacer yoga y dejé de comer carne. Al dejar la carne y no suplantar la proteína que te da la carne, mi juego empezó a cambiar y perdí fuerza. Gané en flexibilidad y concentración, pensando que todo iba a ir igual, pero es necesario suplantar las proteínas cuando uno deja de comer carne. Al mismo tiempo mi juego empezó a bajar al tiempo que emprendí un negocio con una panadería y eso me quitó mucha energía. En ese momento estaba jugando en Sol de Mayo de Viedma.

-¿Cuál fue el momento que te decidiste a emigrar a Europa?

-Cuando empecé a escribir porque en Argentina estaba muy difícil para que me editaran y viajé a Barcelona donde en tres días me hicieron la oferta para comprar el trabajo. Firmé contrato, compré una computadora y a partir de ahí llevo 24 libros editados, 25 con el que estoy terminando.

– ¿Cómo te definís?

– Como un filósofo místico, buscando el propósito de nuestra existencia. Tengo una visión muy amplia, basada en la filosofía oriental, en los griegos antiguos: “Conócete a ti mismo y conocerás al universo”. Tenemos que salir de la mentalidad de pueblo. El pueblo está bien, pero somos universales, inclusive un poquito más allá, tenemos que salirnos del sentimiento de bandera, hay que pensar como humanidad.

– ¿Te fuiste con una formación?

– Me fui sin conocer a nadie. Con mucha confianza y con la máxima de Paulo Cohelo: “Cuando tienes un deseo, todo el universo conspira para que se realice”. Barcelona es la capital literaria de España. Un editor vio mi primer libro auto editado en Argentina y me compró el siguiente. Con eso me compré una computadora y empecé a escribir como loco. Dije “¡Guau, me pagaron por escribir!”. A partir de ahí llevo escritos 24 libros.

Entre las obras de Guillermo se destacan “El secreto de Adán”, “El secreto de Eva” y “El secreto de Dios”.

¿Cuándo empezaste a escribir pensaste en algún momento llegar adonde estás hoy?

No, en el tema de los libros no lo tenía pensado. Sí estaba vinculado al tema de la lectura, a la filosofía y al crecimiento interior. Cuando estaba en San Salvador no tenía pensado que más adelante podía escribir libros. Si me acuerdo de haberle dicho una frase a Sergio Markachuk, que le causó mucha gracia. Le dije: Markita cuando sea grande quiero ser …. Y le dio mucha gracia. Markachuk es profesor de Filosofía y Letras, una persona muy preparada con quien hablo esporádicamente. Ha leído obras completas de grandes autores.

¿Tuviste la posibilidad de pasar por la cancha de Sportivo?

Pasamos, pero estaba cerrado. De todos modos, los recuerdos venías, inclusive después de temporada como estaba con una historia de amor con la querida Andrea Berthet, que se ha ido a vivir a otro cielo. Yo tenía 20 años y ella 16 y tuve una historia de amor muy linda. Para no volver a vivir a Bahía Blanca me quedé y viví un tiempo abajo del vestuario del club y nos acordamos de eso.

Andanzas que quedaron en el recuerdo y muchas cosas que hacían sin pensarlo.

Sí, en esa época con ella tenía una historia muy de adolescente. Y otra cosa que hacíamos en la plaza del pueblo era imitar el sonido de una ambulancia. Hacíamos el sonido de una ambulancia y era tan fuerte que los vecinos salían de su casa a ver que estaba pasando. Éramos bastante salvajes.

¿Con quién vivías cuando jugaste en Sportivo?

Primero viví con el turco Eduardo Jacobo. Después viví con el uruguayo Juan Toriani y con Joe Manley, con quien no tuvimos una convivencia muy tranquila, porque a mí me gustaba acostarme temprano para levantarme con energía para el entrenamiento, y ellos se quedaban hasta más tarde haciendo un poco de ruido. Manley escucha Luther King a todo lo que daba el volumen a la noche y eso me complicaba el descanso.

EL DESERTOR ¿Cómo fue eso?

En realidad, salía a jugar al básquet, como refuerzo de la Primera, tres días a la semana. Pedí permiso para ir a lo del cabo Reyes y me fui a Buenos Aires, donde tenía un amigo que jugaba en Platense. Le dije que iba para allá porque acá tenía unos problemas. Un inconsciente. Pasaron varios días y como no se usaba el pelo corto, supongo que desperté las sospechas de la mamá del chico, hasta que me dijeron, “te llaman por teléfono” y escuché: “Guillermo, ¿¡Qué mierda estás haciendo!?; ¿¡Dónde mierda estás!?”. Era mi mamá, je. Me dijo que volviera, que me iban a cambiar de lugar. Y el capitán Mario Garay me salvó la vida, porque de movida me dijo que me dejaba hacer cinco días afuera por dos adentro, eso después fue cambiando hasta que me adapté y terminé como todos.

Cumplido el período de la colimba, Guillermo siguió jugando al básquet en Villa Mitre y más tarde en Sportivo San Salvador, Viedma, Bariloche y Villa Regina, hasta que decidió emigrar a Barcelona.

—¿Cómo empezaste a transitar este camino?

—Jugaba en Sol de Mayo de Viedma. Encontré un libro (“Autoperfección con Hatha Yoga”) en la casa donde nos hospedábamos y dije: “Uy, esto para el deporte me viene genial”. Empecé a estirar, a elongar, a tener más tranquilidad, mejor respiración y me sentí tan bien que me hice instructor. A partir de ahí descubrí un mundo totalmente distinto. Ahora estoy trabajando para aplicar ciertas técnicas de yoga y respiración al deporte de alto rendimiento.

¿Ahora dónde estás viviendo?

Estoy viviendo en Lago di Como, Italia. Antes estuve viviendo bastante tiempo en Miami. Ahora me salió una oportunidad de trabajo en Italia, porque también soy italiano, y eso me permite escribir en un lugar muy tranquilo.

¿Cuáles son tus proyectos para el futuro?

Este año sale un nuevo libro. Y desde hace un año estoy trabajando con una escuela que he fundado on line para chicos de 9 a 19 años. Es una escuela donde se enseñan 25 asignaturas que no están en las currículas tradicionales. Es una escuela complementaria al colegio tradicional y se llama Shakespeare School. Tenemos 40 profesores internacionales de varios países enseñando materias como inteligencia emocional, el manejo del dinero, liderazgo, meditación, yoga, pintura, literatura, ciencia, política humanista. Estoy abocado a poder crear esta nueva educación al alcance de mucha gente. También tenemos profesores de gimnasia y de artes marciales, y técnicas de respiración que benefician muchísimo porque mucha gente no sabe respirar.

¿Cómo recibieron tu cambio y nueva vida aquellos que te conocen y te reencontraste en San Salvador?

Nadie imaginaba que iba a escribir tantos libros, pero es algo lindo volver y encontrarse con amigos de toda la vida. Creo que la gente tiene su propia vocación y destino y eso es importante en su interior porque si uno hace lo que le gusta se siente afortunado. En mi caso siempre estuve vinculado a los libros y al conocimiento.

¿Qué podés adelantar del libro número 25 que estás por terminar?

Se llama “La puerta de los tiempos”. Tiene que ver con investigaciones de la máquina del tiempo. Hay teorías de que varios gobiernos ya la tienen, pero básicamente con qué puerta abrimos cada mañana cuando nos levantamos. Por la puerta de los recuerdos nos vamos al pasado, por la puerta de la imaginación nos vamos al futuro o dejamos la puerta entre abierta y disfrutamos o padecemos el presente. Nadie te puede aplicar una inyección de positividad, uno tiene que cultivarla. Me interesa mucho saber hacia dónde va la humanidad. Si ves la estadística de los últimos 15 años, nadie iba a sospechar que internet cambiaría esto, cuando teníamos que poner una moneda en el teléfono, llamar a una persona a la casa y ubicarla. Esto es un avance inimaginado. Entonces, ¿qué va a pasar dentro de 10 o 20 años?

¿En qué repercute negativamente todo este avance tecnológico?

El miedo a los abrazos, al contacto, a seguir sonriendo en el momento que tuvieron que ponerte la mascarilla (barbijo). Yo lo que hacía era ponerme un pañuelo de seda y lo tomaba como que estaba fresco, engañaba a mi mente. Y me ponía una rosa roja en la oreja. Entonces, cuando estaba en una fila esperando, todos me miraban la rosa y si todos lo hubiéramos hecho, hubiéramos puesto más atención en la rosa que en la mascarilla. Cuando iba al supermercado levantaba la mano al momento de pagar y la cajera me preguntaba qué me pasaba, yo le decía que me estaba riendo debajo de mascarilla y no le quedaba otra que reírse, je, como te estás riendo vos ahora. Entonces, es muy fácil cambiar sin violencia y generar una masa colectiva de gente inteligentemente rebelde.

El próximo libro es la continuación de los tres últimos.

Sí. La continuidad de la trilogía de la luz: “El secreto de Adán”, que se tradujo a inglés, griego y portugués, “El secreto de Eva” y “El secreto de Dios”. Son novelas donde hay muchos nombres de científicos y los descubrimientos son reales. Más allá que la historia es ficticia, tiene mucho que ver con lo que pasa en la actualidad.

¿Por qué considerás que el público consume tus obras?

Porque hay afinidad espiritual, incluso ideológica. Somos gente positiva, científica que busca unir ciencia con espiritualidad. Me preocupa la circuncisión en libertad de expresión, que no es buena para la humanidad. Uno tiene derecho a decir algo, pero no a imponerlo. En la antigua Grecia a Sócrates lo culparon de ir en contra del establishment, cuando él lo que hacía era preguntas para que piense la gente. Y necesitamos líderes en la humanidad, como es el capitán en un equipo

San Salvador está en mi corazón. Te agradezco esta posibilidad de comunicarme y les mando un abrazo a todos.

Fernando Rodríguez – Sansa Deportes.