Una familia de pescadores integrada por dos hombres mayores de edad y dos menores, todos oriundos de la zona de La Criolla, se encontraba en el cerro Perdices de Península Soler, pescando como lo hacían habitualmente, desde un pequeño islote situado frente a dicha playa.
Cuando decidieron regresar a la costa, el padre y sus dos hijos cargaron los elementos de pesca y demás pertenencias en la piragua que habían utilizado para llegar al islote, pero el importante viento y el oleaje que había en ese momento golpearon la piragua y el agua comenzó a ingresar a la embarcación. Debido a que no poseía flotadores reglamentarios, se produjo el hundimiento.
Los guardavidas municipales, Eliana Chilindriqui y Diego Cabrera, quienes venían observando la situación desde su puesto de trabajo, alertados por los gritos de los tripulantes, se adentraron al rescate, para lo cual debieron nadar una considerable distancia hasta llegar a los dos adolescentes, que no contaban con chaleco salvavidas, para llevarlos a la costa.
En ese trayecto, el padre de los chicos intentó nadar por sus propios medios, pero la pesada vestimenta (campera y pantalón) se lo impidió. Además, tampoco tenía chaleco salvavidas. En medio de la desesperación y a los gritos pidió a los rescatistas que por favor salvaran a sus hijos. Uno de los guardavidas, al percatarse de que el hombre estaba exhausto y las olas no le permitían verlo, volvió para salvarlo. Después de momentos de mucha tensión, logró llevarlo hacia el islote.
El cuarto pescador había quedado en la isla por lo que, afortunadamente, no se vio involucrado en el naufragio.
Una vez que todos estuvieron a salvo en tierra firme, se llamó a prefectura para que interviniese, labrando las actas correspondientes y tratando de rescatar la embarcación hundida, tarea que, debido a la profundidad de las aguas del lugar, resultó negativa. Fuente: Diario El Sol