Establecimientos de la provincia y del sur de Santiago del Estero reabrieron sus destiladoras de maíz. No sólo abastecen el insumo sanitario, sino que logran más eficiencia en las raciones de engorde.
En medio del aislamiento social, preventivo y obligatorio, un grupo de feedlots de la provincia decidió poner nuevamente en marcha sus plantas de destilación de maíz.
El objetivo principal es abastecer la demanda de alcohol medicinal, un aliado fundamental en la batalla para prevenir el contagio de Covid-19. Y, de paso, mejorar la provisión de proteína –burlanda– para la producción de carne.
Los establecimientos, ubicados en su mayoría en el norte de Córdoba y en Santiago del Estero, habían parado su producción de alimento en febrero, cuando se vieron obligados a suspender la entrega del alcohol como biocombustible a las petroleras, debido a la falta de rentabilidad del negocio.
El líquido es un subproducto que genera el proceso de molienda del maíz para elaborar la burlanda, que se usa como balanceado en las dietas bovinas.
Durante el tiempo que tuvieron las plantas paralizadas, los engordes intensivos trajeron esa fuente de proteína desde zonas próximas a los puertos, con la incidencia en el flete que eso significa.
“Con las plantas funcionando, no sólo ahora proveemos el alcohol, indispensable en el marco de la actual emergencia sanitaria, sino que también nos permite abaratar los fletes en ganadería”, dijo Luis Magliano, propietario de la empresa Óleos del Centro, con un feedlot en Santiago del Estero.
Además de la planta del actual presidente de la Sociedad Rural de Jesús María, también participan en la provisión las ubicadas en los feedlots de Las Chilcas, en Rayo Cortado; de Los Mistoles VG, en Los Mistoles, y de Establecimiento Las Peñas, en Berrotarán.
Con las destilerías trabajando a full, cada uno de los corrales intensivos está entregando a razón de 15 mil litros de alcohol por día.
Para producir ese volumen diario, las instalaciones procesan 40 toneladas de maíz. De allí se obtienen, además del insumo sanitario, 40 toneladas de burlanda y 1,3 toneladas de aceite de maíz.
Rentabilidad
El modelo de producción, a partir de estas estructuras modulares, cierra en la medida de que el alcohol pueda tener un fin comercial. “Mientras estuvo cerrada la planta, la proteína necesaria para el feedlot la tuvimos que proveedor de otro origen, a través del pellet de soja o burlanda seca”, ejemplificó Magliano.
Hasta el segundo mes del año, las pequeñas plantas industriales conformaron Maíz Energía, una sociedad que se formó para entregar el alcohol (etanol de maíz) a las petroleras que lo utilizan para el corte obligatorio con las naftas en el mercado interno.
La sociedad (de la que participaban también un planta en Santiago del Estero y otra ubicada en San Luis) había recibido, a comienzos del año pasado, la habilitación de la Secretaría de Energía de la Nación para proveer 58,8 millones de litros al año al mercado interno.
Sin embargo, la falta de rentabilidad (el precio que reciben por el alcohol está congelado desde diciembre pasado) obligó al grupo de productores a dejar de abastecer al circuito doméstico de combustibles.
“A comienzos de marzo recibimos un llamado de la empresa Porta para volverlas a poner en marcha a las destiladoras, esta vez para destinar la producción como alcohol medicinal”, explicó Andrés Aguilar Benítez, director del establecimiento Las Chilcas.
La venta actual del alcohol se hace al mismo precio mayorista que antes pagaban las petroleras: 29,80 pesos el litro; aunque la operación, según admiten los productores, tiene menores costos impositivos que la hacen menos deficitaria.