El Federado falleció a la edad de 93 años en la ciudad de Gualeguaychú. Trabajó toda su vida en el campo. Fue colono, ganadero, y uno de los fundadores de la filial Gualeguaychú de FAA y el uno de los primeros tamberos en entregar leche a la desaparecida COTAGU. Conoció a Don Esteban Piacenza durante un viaje de este al sur entrerriano en el año 1933. En ocasión de cumplir 90 años recordó que en su casa “era sagrado hablar de Piacenza y Netri y que la Federación Agraria ocupó un lugar muy destacado en mi vida”.
Don Víctor, descendiente de italianos, fue un hombre de trabajo que vivió épocas duras, tiempos en los que se trabajaba con tracción a sangre, tiempos en los que se levantaba a la madrugada para ordeñar, atar los caballos y encarar jornadas que finalizaban cuando se terminaba la luz del día. Tempos que en los que se ordeñaba, casi a oscuras, al pie de la vaca.
Nació en Villa Lila, zona Rural Pehuajó Sur, a pocos metros de la capilla el 15 de julio de 1928. Fue el único de los 12 hermanos que se quedó en el campo. Cuando chico jugaba con sus hermanos corriendo a lo alto de las estibas que se encontraban al aire libre y que a las bolsas se las tapaba con un encerado enorme para que no se mojen.
Recordó que las labores de siempre se hacían con dos arados tirados por equinos que eran conocidos como caballos cadeneros con los cuales se trabaja cuatro horas a la mañana y otro tanto a la tarde y que para no perder tiempo se comía temprano y ataba a los caballos que iban a trabajar a la tarde; en tanto que en invierno se los soltaba temprano para que no los agarre la helada mojados.
Víctor vivió una agricultura diferente a la de nuestros tiempos con la siembra de lino que era lo que mejor andaba en tierras vírgenes en las décadas del 30,40 y 50 con rindes de 10 y 12 fanegas por hectárea”. Transitó por distintos tiempos de la política argentina. Contó que en sus tiempos mozos” la palabra inflación no existía y que se pagaba a cosecha lo que se pactaba al momento de sembrar”.
Después de casarse se estableció en la zona rural de Sarandí y adquirió un campo en Ceibas. Trabajó junto a sus hijos (Mario y Walter) en diferentes actividades agropecuarias.
Una de sus experiencias más fuertes ocurrió en el año 1933 en la localidad de Parera. “Era muy pequeño cuando estuve con Don Esteban Piacenza, emblemático dirigente y presidente de la Federación Agraria, de quien me quedó grabada su imagen. Después, con el correr de los años, vino a Gualeguaychú y en Del Valle y Rocamora, donde estaba ubicada la filial federada, lugar donde tuve el honor de estrechar su pesada mano y escuchar “tienes que estudiar y superarte”.
Don Víctor nos dejó físicamente luego de una vida intensa donde en base a esfuerzo en largas jornadas de trabajo sin servicios de energía eléctrica, trabajando de lunes a lunes, con la utilización de tracción a sangre fue transitando distintas etapas como la llegada de la tecnología al campo y también el desarraigo en el mismo por la falta de infraestructura. Dejó un legado muy importante, valiosísimo para los tiempos que corren como el de la cultura del trabajo y el cumplimiento de la palabra.