Falleció Rubén Rey, el intendente de San Salvador en el regreso de la democracia en 1983

Rubén Rey fue el primer intendente municipal al producirse el regreso a la democracia en 1983. Antes había tenido una permanente actividad política, gremial y social. Luego fue reelecto en el año 1991, ejerciendo hasta 1993, cuando dejó su cargo por problemas de salud, reemplazado por Raúl Bordet. En ese año fue sometido a una operación del corazón y hoy, después de varios días de convalecencia falleció a la edad de 82 años.

Además de intendente, ocupó la concejalía e integró varias instituciones de la ciudad, tal el caso del Club Unión y Fraternidad, de la que fue presidente en cuatro oportunidades (1962/65, del 74 al 75, 1980 y 2003.

En esta nota con LA SEMANA realizada en junio de 2015  con motivo de los 35 años de nuestro medio recuor esos y otros momentos importantes de su vida.

-¿Dónde nació?

-Nací en Colón. Mis padres vivían en el campo y en ese tiempo no había hospital acá. Por esa razón nací allá, pero desde chico viví acá en San Salvador. Tenía un año cuando mis padres vinieron acá o sea que hace ya 78 años que estoy.

-¿En qué zona de San Salvador vivió?

-He vivido en el campo en la Estancia Cóndor, en la Colonia Berro, en la granja de Corsini. Anduve por varias partes siendo chico. Después trabajando, trabajé acá, en Concepción del Uruguay, donde estuve bastante tiempo.

-¿Qué recuerda de su adolescencia, qué hacía en esa época?

-De estudios en ese tiempo ni siquiera había una escuela secundaria, o sea que únicamente completé el estudio primario en la Escuela Nacional Nº 11 en ese tiempo. Es el único estudio que tengo. Luego trabajar. Siempre le cuento a mi familia cuando hacemos un repaso de la vida, desde vender verduras con un canasto, después aprendí fotografía, fui corresponsal del diario “El Sol” y ahí aprendí, mandando las noticias, allá por el año 60 y pico. Tenía que mandar fotos, entonces aprendí algo de fotografía. Después me gané la vida con eso un tiempo, hacía publicidad callejera, tuve una despensa. Luego entré al Correo, fui guarda de colectivo.

-¿O sea que a través del trabajo logró la experiencia de vida?

Sí, todo lo que aprendí lo aprendí en la calle trabajando. El correo me sirvió mucho, estuve 24 años ahí. Me tocó ser hasta guarda hilos, subir alturas de 10 o 12 metros a un poste, que yo no sabía hacerlo. Pero lo tuve que hacer por necesidad.

-Ingresé a la política en el 55, cuando la Revolución libertadora lo volteó a Perón, estaba integrando la juventud peronista. Tenía 18 años. O sea que empecé en la adversidad, no era oficialista, era en contra siempre de los golpes militares. Después, allá por el año 73, que se dieron elecciones libres y fui electo Presidente del Concejo Deliberante. Ahí tuve oportunidad de tratar con mucha gente. Fui aprendiendo cosas, en ese tiempo se usaba el sistema Dont. Éramos cinco concejales peronistas, tres radicales y dos de Nueva Fuerza, el Intendente era Don Roberto López. Me eligieron Presidente a mí, pero no hubo ningún problema porque con los concejales radicales, recuerdo muy bien los nombres: Enzo Molleví, Eladio López y Don Roberto Coire; los de Nueva Fuerza eran Delis Arlettaz y Don Amílcar Guigou, teníamos una muy buena relación, discutíamos sí, muchas veces fuerte, sobre todo con Molleví. Después se fue de la localidad, pero creo fue uno de los cuadros más fuertes que tuvo el radicalismo.

-¿Luego volvió para las elecciones del 83 a competir con usted por la Intendencia?

-Exacto, competimos. Obviamente de ese Concejo no quedó ni el polvo. El 24 de marzo del 76 vino el Golpe y nos mandaron a casa. No quedó nadie. El Concejo fue disuelto y a Don Roberto López, creo que eso le debe reconocer la democracia, le ofrecieron continuar como interventor pero no aceptó para nada. Después vino la noche del 76 al 83, que yo personalmente pasé de todo. Participé de la organización de Montoneros, pero como cuarta línea. Estábamos acá en el interior. Era una organización que hasta el 73 tuvo razón de ser porque nos dejaban votar, era para luchar contra los militares. Ahí me encontré al medio, del 73 al 76 que aparecen la tres A. Entonces, perseguido un poco por ellos, vino el golpe del 76. Yo estuve con Juan José Larrarte, que éramos los únicos  que estábamos en esa línea. Fuimos marcados y presos en los domicilios, teníamos que ir todos los días a la policía a registrar la firma.

Después, allá por el 82, se empezó a dar un poco de libertad por las elecciones del 83. Ahí me eligieron los peronistas para ser candidato a Intendente y competí con Molleví.

-¿Cómo recuerda esas elecciones que fueron bastante duras en lo previo?

-Sí, fue el alfonsinazo en el 83. El Dr. Alfonsín fue electo presidente de la Nación, el Dr. Sergio Montiel fue electo gobernador y acá en San Salvador le gané por 60 y algo de votos a Edison Molleví que era el candidato radical. En ese tiempo eran los partidos políticos. Hacía un acto el partido radical iban todos los radicales, hacíamos los peronistas y ocurría lo mismo. Inclusive alguna vez algunos incidentes  pero más bien de boca, nunca hubo nadie que le pegara a nadie. Nos conocíamos bien.

Resulté electo Intendente y el Concejo Deliberante estuvo integrado por seis concejales peronistas, tres radicales y uno del MID, que era Mario Jourdán. Tuve una excelentísima relación. Estaba Doña Cocó (Carmen Reynoso de Vinacur), Jorge Carrasco, Pedro Cruz. Ellos eran oposición, pero nos juntábamos en un salón. Tengo muy buenos recuerdos de Doña Cocó, por ejemplo, que me llamaba por teléfono cuando tuviera desocupado un rato le avisara y yo le decía “venga cuando quiera”. Siempre me llevaba inquietudes de los barrios, era una concejal que se recorría todos los barrios y traía las inquietudes. Algunas se podían responder, otras no pero yo me preocupaba mucho por tratarla bien porque ya la conocía de antes, cuando era Directora de la escuela, una señora con muy buenas intenciones. Igual que con Jorge Carrasco, con el Negro Cruz con el que a veces hasta hoy nos ponemos a charlar y recordamos aquellos tiempos.

-¿Épocas en los que no abundaban los recursos como ahora?

-No, comparado con el de ahora, teníamos un presupuesto, que cuando escucho hablar de presupuestos de 100 millones de pesos, o de 80 o de 70, digo qué será eso. Empezando, los concejales no cobraban, el presupuesto que había para obras provenía de la coparticipación, que por una ley provincial era adjudicada directa y la otra mitad la daba el gobernador. Como yo no lo conocí a Don Sergio Montiel porque no vino nunca en los cuatro años, éramos un poco discriminados, la Intendencia peronista éramos quince o dieciséis, el radicalismo arrasaba en la provincia. Recuerdo hacer extendido de agua corriente, que los vecinos hacían la zanja y nosotros poníamos los materiales. En esas condiciones se trabajaba. Así también el sistema de cloacas. Eran presupuestos muy chicos.

-¿Eran épocas que usted tenía mucho contacto con la gente de los barrios?

Sí, por supuesto. Salía todos los días a la tarde a recorrer los barrios. Mi función a la mañana era atender en la Municipalidad. De esa gente, de aquellos tiempos ya quedan pocos. Mucha gente nueva ni me conoce, pero la satisfacción enorme que me queda es que con lo poco que había tratamos de hacer. Y ese trato con la gente que siempre fue igual. Hasta tuve la suerte que cuando finalicé, en el 87, me designaron en el  Hospital como Intendente y trabajé un año sin sueldo. Después durante tres años fui empleado común, cobraba como una enfermera. Ahí aprendí muchas cosas también. Vi el dolor. Yo digo que el personal peor pago que tenemos en la administración pública son las enfermeras y el personal que trabaja en los hospitales. Eso no se compara con ningún otro establecimiento.

-Además de estar en la política participó en diversas entidades de nuestra localidad: cooperadoras, fue presidente  del Club Unión entre otras. ¿Qué lo llevó a comprometerse, a estar al frente de cada una de ellas?

-Nosotros éramos cuatro hermanos. Cuando yo tenía 9 años una hermana  de 6 años falleció porque no había con qué curar. Por una simple bronquitis, que le llamaban en aquel tiempo, no había salas.   Existía la sala de beneficencia, era mucho menos que una sala del Pancho Ramírez, por ejemplo. Cuando empecé a tomar conciencia de todo eso y empecé a aprender, me propuse trabajar toda la vida para los demás. Mi situación no me preocupó nunca, pasé por muy distintas. Entonces, por eso desde un club, desde una cooperadora, de donde podía tender una mano a otro. Por eso cuando fui concejal, cuando fui intendente, lo que más me preocupaba era eso, que los de abajo, los que no tienen voz, poderles dar una mano. Esa fue mi preocupación de toda la vida. Creo que por eso me hicieron dos veces intendente. La segunda vez, que fue en el 91, no tenía la más mínima intención de serlo de vuelta. Pero se dio que en esos tiempos formaban los partidos políticos, tal es así que las listas de concejales se hacían ahí, no era como ahora  que alguien arma por ahí, cerrado, te presenta, si te gusta bien y sino… Era muy distinto, pero la finalidad de ser útil a los demás, a través de los clubes, por ejemplo que se puede hacer tanto, el fútbol infantil, con poquito. Obviamente teníamos más potreros, esa era una ventaja.

Pero, aparte, en Unión hicimos una canchita de fútbol infantil, que después a los dirigentes se les ocurrió ponerle mi nombre. Yo no quería porque a ninguna obra que hice, jamás ponerle mi nombre.

-¿Ahora Unión ha puesto el nombre a cada uno de los dirigentes que han hecho algo por el Club?

-Claro. Por ejemplo, la Terminal de Omnibus fue planificada por un arquitecto, la idea de hacerla ahí, la inauguré. Inclusive, te cuento como anécdota, que el jefe de Obras Públicas había hecho una placa con el nombre mío abajo y le dije que la haga desaparecer, que ponga La Terminal. En definitiva, las obras las hace el pueblo, las paga el pueblo. Uno las puede idear, puede proponer, pero el que pone el dinero, en definitiva, es el contribuye municipal. Uno lo administra simplemente.

-¿Cómo ve hoy a la ciudad comparada con lo que usted vivió y lo que se observa hoy, el crecimiento que se ha dado?

-Realmente a mí me sorprende gratamente porque ha habido un crecimiento total, enorme, en lo poblacional, en los servicios, tenemos pavimento. En el 84, después de treinta años, nosotros hicimos. En el 50 fueron las últimas con Paoloni. Me sorprendo del crecimiento y avance como ciudad. El aspecto educativo que ya tenemos nivel terciario. Estaría faltando, tal vez, una facultad. Mirá lo que hemos avanzado de aquel tiempo hasta ahora, cuando empezó el modesto Instituto Ramírez, como primera institución secundaria. Hoy hay tres secundarias y dos o tres carreras a nivel terciario. Es un adelanto total, edilicio ni que hablar.

Le agradecimos el habernos recibido y él por su parte acotó: ·”35 años cumple La Semana, dos años más que la democracia. No empezaron en tiempos fáciles tampoco, no eligieron la mejor época”.´

Fernando Rodríguez