El efecto dinamizador que genera la cadena del maíz se puede identificar en el valor social y del empleo, teniendo en cuenta que es una de las cadenas con mejor índice de mano de obra por superficie, generando 11 puestos de trabajo cada 100 hectáreas cultivadas.
La cadena completa del maíz corresponde al 2,8% del empleo nacional lo que equivale a 450.000 empleos versus otros cultivos como la soja, que generan entre dos y tres puestos de trabajo cada 100 hectáreas.
A su vez, contribuye a la sustentabilidad del recurso suelo, ya que la siembra de maíz por la cantidad de rastrojo que deja y la relación Carbono-Nitrógeno que posee, mejora la materia orgánica, uno de los indicadores para analizar la calidad de un suelo, mejorando la estabilización de la estructura edáfica. Se suma a esto la integración con otras cadenas, como es el caso en la provincia de Entre Ríos fundamentalmente con la avícola, tanto de carne como de huevo, la cadena del feedlot y la tambera. El 82% del maíz que se consume en la provincia es absorbido por la cadena avícola, eso se transfiere en muchos actores directos o indirectos que son beneficiados a través de la industria maicera, como ejemplo los empleados de cada una de las actividades, como el transporte desde el campo de un productor hasta los acopios, generando mayor actividad en los mismos, mayor consumo de combustible y otros beneficios.
La aplicación de la tecnología es otro punto importante, la evolución de la producción de maíz ha reflejado un avance continuo gracias a estas nuevas tecnologías aplicadas en todos los procesos productivos, desde el cultivo hasta la maquinaria de cosecha, desde lo genético hasta lo puramente operativo.
El relevamiento de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos de tecnología agrícola aplicada concluyó que, para la campaña 2018-19 en Argentina, el 36% de la producción de los principales cultivos de granos alcanzó un nivel de adopción de tecnología alto, el 54% de los productores lo hizo en un nivel medio, y el 10% restante lo hizo en un nivel bajo. En el caso del maíz, se evidenció una mayor adopción de tecnología, ya que el 55% de los productores emprendió el cultivo adoptando tecnología de un nivel alto; el 41% en un nivel medio y solo el 4% en un nivel bajo. Esto habla a las claras que cuando el productor elige producir maíz, lo hace aplicando las tecnologías de punta, mejorando la ecuación económica.
El gobierno de Entre Ríos está empeñado en impulsar la producción de maíz en la provincia. En tal sentido, el ministro de Producción Juan José Bahillo sintetizó el plan de acción que contempla un paquete de políticas activas: “Entre Ríos debe crecer en la producción de maíz por diferentes motivos. En primer lugar, porque va a estar dentro de un programa de productor entrerriano sustentable, definido como una política agropecuaria de la provincia, que busca recuperar suelo entrerriano, mejorar los niveles de productividad de las zonas más erosionadas, para lo que el cultivo de maíz es muy importante, ya que con este programa vamos a fomentar la rotación de cultivos, la implantación de cultivos de servicio, y en este contexto creemos que el maíz ayudará al aporte de materia orgánica, mejorando el balance de carbono y de nitrógeno.