En San Salvador se forma un lugar híbrido natural para las abejas y eso hay que aprovecharlo para obtener información

Alberto Galindo, investigador adjunto del CONICET, llegó a San Salvador, a partir del interés que la Cabaña Reinas del Litoral le asigna al trabajo e investigación de la genética de las abejas en la zona. San Salvador es uno de los tres principales lugares que estamos trabajando en Argentina, señaló en diálogo con NUESTRO HOMBRE DE CAMPO.

El investigador, que trabaja en Tucumán y su función dentro del organismo es la investigación en abejas, es Biólogo Entomólogo, egresado de la Universidad del Valle (Colombia). Realizó la Maestría y Doctorado en la Universidad de Puerto Rico. Llegó a la Argentina a trabajar primero en el INTA y ahora con la Fundación Miguellilo en el Conicet.

Recientemente estuvo en San Salvador (Entre Ríos) en una segunda visita, cuya principal investigación “es evaluar la salud de las abejas”, apuntó. Sabemos que en el Norte, tanto en Estados Unidos como en Europa están desapareciendo las abejas. En Argentina todavía no está pasando, pero estamos dando un paso adelante para saber cuáles son las potenciales causas de esa desaparición, si es que se viene o no, y estar preparados, dijo a NUESTRO HOMBRE DE CAMPO.

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“Ahora mismo estamos evaluando 5/6 enfermedades que puede ser uno o varios virus. Estamos evaluando un tripanosoma (que es un parásito que le da al cuerpo del insecto) que está presente en las abejas. Evaluamos unos semas, también barroas que es un ácaro que es un hongo. Todo eso las afecta, además del pesticida y el cambio climático, lo que lleva a las colmenas a terminarse”.

Galindo recorrió los campos de la Cabaña “Reinas del Litoral” que “es uno de los principales lugares que estamos trabajando en Argentina. Son tres: en Buenos Aires con el INTA Castelar, en Entre Ríos con Reinas del Litoral, y en Tucumán con el apiario de la escuela de Agricultura.

Esos tres lugares son bien importantes porque en el sur con Buenos Aires y en el norte con Tucumán son dos razas de abejas muy diferentes. El sur tiene europeas y el norte africanizadas. Lo que tiene Entre Ríos y Reinas del Litoral es para evaluar la intercesión de esas dos razas. Aquí se forma un lugar híbrido natural, y eso hay que aprovecharlo para obtener mucha información. Saber qué pasa con estos híbridos que están resistentes a una enfermedad. Para los criadores de Reinas eso es importante saberlo”, indicó Galindo.

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Consultado con lo que se encontraron en la zona de San Salvador, comentó: “El primer muestreo que hicimos hace dos años en la parte genética encontramos que el 90% de las abejas son ligústicas y el 10% son cárnicas, dos razas de abejas europeas. Pero de todas formas hay una mezcla de otras abejas africanizadas, que no aparecen en la parte genética, pero sí aparecen en la parte morfológica. Por eso se puede ver diversidad, variedades de zánganos de abejas pintadas, con rayas de amarilla, muy de color café, color rojizo. Esa variabilidad es la que nos interesa a nosotros encontrar y detectar. Eso se puede detectar con otras técnicas de un investigador que está en La Plata, Leonardo Porrini, y como nosotros está involucrado en un proyecto paralelo. Nos estamos uniendo para ir en conjunto. Él ya detectó de forma morfométrica, o sea midiendo las alas de las abejas encontró, que aquí hay al menos 5 o 6 sub razas entre mezcladas jugando entre ellas, lo que genera híbridos muy potentes”.

Ese punto es de vital importancia para que las abejas se sigan reproduciendo en la zona, en tanto que “más diversa sea la población, son más resistentes a enfermedades. En este caso ponemos el ejemplo de los perros callejeros porque la gente siempre busca perros de raza que tienen un montón de enfermedades. O sea buscar esa pureza lleva muchos años y con los perros ha pasado eso. Pero cuando vez un perro de la calle aguanta todo y siguen ahí. Entonces eso mismo hay que hacer con las abejas que naturalmente se entremezclan y eso genera resistencia a enfermedades”.

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En la zona han encontrado tres áreas de apareamiento que son muy valiosas. “La búsqueda es demorada y engorrosa. Y cuando uno lo encuentra es muy emocionante. Primero se camina mucho bajo un sol aterrador y vamos viendo el cebo que colocamos, que es una hormona sexual a donde los zánganos se ven atraídos. Eso es lo que buscamos. Partimos de las afueras del apiario y vamos caminando, moviéndonos en zig zag, hasta que alguien toca y empezamos a seguir esa ruta de ese zángano que tocó y viene con otro. Cuando encontramos el lugar ya es gigantesco de zánganos y es impresionante y emocionante”.

Al detectar ese lugar con el globo, elevamos un dron con la misma hormona para poder capturar los zánganos y llevarlos para hacer los análisis de genética, lo que nos dirá qué tan variable son, de dónde vienen, de qué apiario, qué enfermedades tiene. También nos va a indicar porque eligen ese lugar, que se repiten año tras año. Hace dos años vinimos y encontramos un lugar. Ahora vinimos a corroborarlo y ahí están. Entonces tenemos que buscar los patrones que hacen que vayan a esos lugares año tras año y la misma reina. Tenemos hipótesis que sea el campo magnético además de ese lugar, pero hay que medirlo con equipos especiales, detalló Galindo.

“Otra característica es la del paisaje. Una de ellas es el ambiente muy despejado, muy abierto, y cortinas de árboles alrededor. Está el monte, los árboles, que permiten que haya freno del viento y que se puedan resguardar allí”, agregó.

Sobre si puede haber otras áreas escondidas, Galindo dijo que “sí, hay muchas. La idea es tener las que más podamos. Ahorita mismo en Argentina tenemos 20, con las dos que ubicamos ahora. Esas 20 nos va a permitir seguir sumando más datos porque después de encontrarlo sumamos más tecnología con un dron más chico, con imágenes de alta resolución de ese lugar en tres dimensiones que nos permite ver las ondulaciones del terreno, si hay volumen de árboles, la salud misma del lugar. Todo para tratar de entender porque están esos lugares allí”.

Fernando Rodríguez