El INTA y la empresa Rizobacter presentaron esta semana en sociedad el primer curasemilla biológico para el cultivo del arroz. Se trata del Rizoderma, un bioinsumo que controla un amplio espectro de patógenos que están presentes en la semilla y en el suelo, y que ya era utilizado para trigo, soja y otros cereales.
Rizoderma Arroz está basado en el hongo Trichoderma harzianum (cepa Th2 RI99), seleccionado por el INTA por su potencial fungicida para inhibir el desarrollo de hongos fitopatógenos. Gracias a sus múltiples mecanismos de acción, este biofungicida permite controlar un amplio espectro de patógenos que están presentes en la semilla y en el suelo.
La versión de este bioinsumo para arroz fue presentada por Ricardo Yapur, el CEO de Rizobacter, junto a Carlos Parera, el director nacional del INTA. Yapur destacó el trabajo articulado entre esa firma del grupo Bioceres y el INTA. Dijo que el trabajo conjunto comenzó en 2005 y que “en 2013 logramos un biofungicida e hicimos un lanzamiento. Sabíamos en que estábamos haciendo historia al presentar el primer biofungicida biológico que en 2015 registramos para soja y el año pasado para arroz”.
“Los bioinsumos son algo que van a crecer en forma exponencial”, expresó Parera a su turno. Y agregó: “El consumidor demanda alimentos más seguros y que respeten el ambiente, por eso esta es una oportunidad para el desarrollo de estas alternativas”.
El producto presentado logró el registro para ser utilizado por los productores arroceros de la Argentina, luego de atravesar todas las instancias regulatorias. “Rizoderma es un producto biológico para el control de enfermedades de semilla y plántulas, desarrollado en el marco de un convenio de Investigación y Desarrollo y fue lanzado en 2014 para aplicación en cultivo de trigo y cebada”, recordó Rodrigo Rojo, asistente de Vinculación Tecnológica del Centro de Investigación de Ciencias Veterinarias y Agronómicas (CICVyA) del INTA.
Ahora la empresa Rizobacter amplió su aplicación al cultivo de arroz, además de sus lanzamientos previos en trigo y cebada (2014), soja (2018) y producción orgánica (2019).
En el caso del arroz, el insumo fue evaluado en múltiples ensayos a campo y en condiciones de laboratorio, y confirmó tener “un poder de control fúngico igual o superior al de las formulaciones químicas”, destacó un informe del INTA.
Además de la protección, este bioinsumo asegura la emergencia de un correcto de stand de plantas y, al mismo tiempo, contribuye a incrementar el volumen de las raíces y partes aéreas de las plántulas. Es compatible con otros insecticidas para tratamiento de semillas.
Se trata de un curasemillas compuesto por tres mecanismos de acción fungicida, que permiten proteger el cultivo de arroz en conjunto. Es un producto que viene formulado como líquido, de aplicación directa sobre la semilla con 30 días de tratamiento anticipado.