Dante Weder está por ser dado de alta y cuenta que, en un accidente como estos, “no se salva nadie”
Tras sufrir un accidente y estar hospitalizado casi dos semanas en la provincia de Santa Fe, el piloto aeroaplicador Dante Weder está por ser dado de alta. El aviador, quien desde hace 11 años realiza vuelos de aplicación, manejaba una aeronave Cessna 188 a alta velocidad cuando perdió el control y se estrelló contra el suelo. “En un accidente como estos, no se salva nadie”, admite.
Si bien vivió situaciones tensas en el pasado y tuvo la experiencia de que un motor dejara de funcionar, siempre logró aterrizar correctamente. Sin embargo, el 24 de marzo pasado, sucedió lo que nunca se imaginó.
Durante el día había volado con ese avión y no había notado ningún defecto. “Estaba en perfectas condiciones y no presentaba ningún inconveniente”, narra el piloto.
Alrededor de las 13.30, Weder estaba pulverizando un camp de la zona rural de Montefiore, localidad ubicada en el Departamento Nueve de Julio, a dos metros del piso y a una velocidad de 200 kilómetros por hora. Cuando realizaba una pasada de sur a norte, vio que el banderillero estaba desplazado, por lo que intentó acomodarlo hacia la derecha. “Cuando quise hacerlo, sentí un golpe y un ruido de algo adentro del avión”, recuerda. Automáticamente, la aeronave se movió hacia la izquierda y se quedó sin comandos.
“No tenía reacción, no podía ir para arriba ni para abajo y menos mermar la velocidad que traía. Perdí el control del avión”, rememora Weder, quien cuenta que segundos antes de estrellarse contra el suelo, la aeronave intentó darse vuelta.
“Uno sabe que con este tipo de aeroaplicadores, las cabinas trabajan como fusibles y que se puede romper todo el avión, pero la cabina queda sana, así que intenté. Si salvaba la cabina, tenía posibilidad de vivir”, sostiene.
Dante Weder: los segundos del accidente y la reacción
Fue todo muy rápido y Weder tuvo reacciones veloces. Una de las primeras cosas que le enseñaron cuando era estudiante fue que, ante un siniestro, es necesario cortar la batería, “cerrar” la nafta y cortar los magnetos. Luego de llevar a cabo todas esas tareas, apretó el pedal derecho y logró acomodar el avión para que chocara contra el piso.
“Segundos antes de que se estrelle, un manto negro me cubrió. Así te lo digo”, se sincera el piloto, e insiste: “Es lo que ví. Te digo que fue un milagro, como que hubo alguien que me protegió”.
Inmediatamente después del impacto, Weder no entendía qué había pasado. “Solo vi mi pierna, que tenía la tibia quebrada, y que se me había salido la zapatilla. Pero no sentía golpes, aunque sabía que estaba lastimado, porque los vidrios estaban todos rotos”, indica.
Como el asiento lo empujaba hacia abajo, Weder hizo una fuerza descomunal para poder salir de la avioneta.
Con una mano se agarró la pierna lastimada y logró salir. Rápidamente la gente del campo, que había observado todo el episodio, se acercó a socorrerlo. Luego, llegaron los bomberos y el hombre fue transportado al Hospital Regional Ceres. “La verdad que un espectáculo como trabajaron todos, los bomberos, médicos y enfermeros. No tengo palabras”, agradece.
Por la gravedad del accidente, Weder fue trasladado al Sanatorio Nosti, en Rafaela, donde permaneció en terapia durante 11 días. Además de quebrarse la tibia, también se quebró el fémur, se fisuró tres costillas y tuvo secuelas en los pulmones.
A pesar de las heridas, Weder espera recuperarse pronto para volver a trabajar. “No veo la hora de volver a subirme a un avión. Nací para esto”, confiesa.
Weder explica que el avión quedó destruido totalmente y adelanta que en los próximos días se encontrará con la Junta de Seguridad en el Transporte para conocer el informe técnico. Pero el experto descarta problemas de mantenimiento, porque “continuamente” le hace el servicio a la aeronave. “Soy muy meticuloso”, afirma.
Por Catalina Bontempo | Agrofy News