La docente entrerriana, conocida por haberle escrito una carta a Lionel Messi cuando el jugador anunció que no jugaría más en la selección argentina, contó en las redes sociales la historia de uno de sus alumnos y planteó interrogantes acerca de la educación pública en el país.
En el perfil de Facebook llamado “El diario de una maestra”, Fucks dio detalles de lo que vivió en una de las jornadas de lluvia de esta semana. Cuenta que su alumno “llegó con su mochila, un tanto desprolijo, con su guardapolvo sucio”.
“Nació en una familia pobre. Pobre de esas que no les falta sólo comida, sino oportunidades, valores, conocimientos, esperanza. Pobre donde no encuentra tiempo para el cariño, ni para el diálogo”, detalla la maestra.
Yohana, también cuenta que su alumno “jamás falta a la escuela, los días de lluvia torrencial suele ser el único que asiste. Cuando no lo hace, mi corazón se aflige porque entiende que algo triste pasó en su hogar durante la noche. Al siguiente día, llega y me comenta que entraron a su casa por allanamientos, que buscaban armas porque su hermano mayor ‘no anda en cosas buenas’ ; y si no me relata que hubo ‘quilombos’, que la banda de fulano vino a disparar contra las paredes de su hogar por problemas con un familiar o por diferencias entre grupos del barrio”.
“¿Qué sucede en el medio? ¿qué ocurre en estos gurises que son ejemplo de honestidad y esfuerzo hoy y mañana deben luchar tanto para no convertirse en delincuentes? ¿es su culpa o somos todos parte de esos fracasos?” cuestiona la docente entrerriana y concluye “Ojalá pudiera lograr que el barrio, la ciudad, el mundo, se convirtiera en una inmensa escuela pública”.
El texto completo
Viernes de lluvia.
Pocos alumnos.
Entre ellos, uno de los gurises de los que tanto aprendo a diario.
Llegó con su mochila, un tanto desprolijo, con su guardapolvo sucio y su voz casi imperceptible. Lo llamé invitándolo para que me diera eso que sino la seño indica como deuda: el beso nuestro de cada reencuentro. Tímido y sonriente, se acercó a regalarme uno. Y casi de inmediato, se fue a comedor con su hermano más peque que lo venía a buscar para el desayuno compartido que pueden disfrutar en su escuela.
Este gurisito es el que la sociedad tilda como futuro chorro. Nació en una familia pobre. Pobre de esas que no les falta sólo comida, sino oportunidades, valores, conocimientos, esperanza. Pobre donde no encuentra tiempo para el cariño, ni para el diálogo.
Jamás falta a la escuela, los días de lluvia torrencial suele ser el único que asiste. Cuando no lo hace, mi corazón se aflige porque entiende que algo triste pasó en su hogar durante la noche. Al siguiente día, llega y me comenta que entraron a su casa por allanamientos, que buscaban armas porque su hermano mayor “no anda en cosas buenas”; y sino me relata que hubo “quilombos” que la banda de fulano vino a disparar contra las paredes de su hogar por problemas con un familiar o por diferencias entre grupos del barrio.
Hoy llegó, a pesar del agua. Hoy dijo presente como siempre en ese lugar donde recibe amor, ayudas, aprendizaje, alimentación, protección. Todo eso que no encuentra en ningún otro lado. Y cuando volvió de tomar su taza de leche, vino a mostrarme orgulloso que había vendido 14 paquetes de fideos. 14 él solito. Fideos que ofrecen las seños de jardín para costear los gastos de festejos para los jardineros en su día. Y él se había esmerado tanto en ayudar. No me asombró, ya el año pasado había vendido rifas para pagar su pasaje para un paseo que habíamos programado con una empresa de turismo. También es el primero en alcanzarme dinero que encontró en el patio, o una merienda extraviada que seguramente él no podría comprar.
Y hoy me pregunté, ¿qué sucede en el medio? ¿qué ocurre en estos gurises que son ejemplo de honestidad y esfuerzo hoy y mañana deben luchar tanto para no convertirse en delincuentes? ¿es su culpa o somos todos parte de esos fracasos?
Yo también me indigné cuando entraron a mi casa a robar y me llevaron lo que con tanto esfuerzo logré tener. Yo también me enojé y me sigo llenando de impotencia cuando esos chicos (que llevan la misma vida que los hermanos de mi alumno) hacen tanta maldad impunemente. Pero, me niego a creer que simplemente no hay arreglo. Que la solución es meterlos más jóvenes presos. Que encontraremos alivio en cárceles super pobladas desde donde luego salen con tesis sobre delitos y mucho más resentidos con el sistema que los excluye.
Desearía que todo ese dinero se invirtiera en educación. Me aferro a esa única manera que creo válida para revertir esto y ayudar a nuestros hijos y nietos dejándoles un mundo mejor. Porque mi alumno, ama su escuela porque ahí se siente parte, se siente igual, porque allí recibe lo mínimo que necesita para ser feliz. Porque en la escuela pública luchamos contra los prejuicios y las etiquetas, atendemos a cada uno en sus necesidades y les garantizamos respeto por sus derechos, tratando de no estigmatizar a nadie por sus orígenes, su apellido o su condición social..quizás por eso mi alumno sostiene sus valores humanos y los enriquece en nuestra comunidad educativa.
Ojalá pudiera lograr que el barrio, la ciudad, el mundo, se convirtiera en una inmensa escuela pública.
Yo quiero que cada uno cumpla su condena cuando se equivoca. Pero quiero que se tenga el mismo rigor contra los pibes chorros de barrios marginales que con aquellos jueces, profesionales, funcionarios, que son los verdaderos narcos poderosos que mueven fortunas de dinero a costa del manejo de esos otros, los “negritos”, a los que manejan a su antojo con el simple hecho de no darles otra opción para su vida que no sea ser soldados de sus negociados.
Yo le temo más a la educación que a la guerra. Y esos mafiosos, también.