El acto estuvo muy acertado, porque cada uno de los funcionarios de jerarquía del Ministerio de Agricultura y de sus organismos descentralizados tuvo un tiempo (breve, pero tiempo al fin) para hacer un balance de la gestión que comenzó en 2015 y que por decisión de las urnas no se extenderá más allá del próximo 10 de diciembre. Cuando cada uno de ellos terminaba la exposición de sus logros, la platea del principal auditorio del CCK estallaba en aplausos. Eran los macristas aplaudiendo a los mismos macristas, más algún que otro invitado que aplaudía solo de cortesía.
Lucían orgullosos los funcionarios macristas de lo que pudieron hacer estos cuatro años desde la gestión pública a favor del campo, finalmente uno de los pocos sectores económicos que le pudo dar buenas noticias al gobierno saliente. “La tarea enorme que tenemos todos ahora es la de cuidar este legado”, dijo un Mauricio Macri moderado, que cerró el acto. “No tiene que haber lugar para el miedo. Tiene que haber lugar para el orgullo”, recitó el Presidente antes de tomarse una fotografía con la pata agropecuaria del “mejor equipo de los últimos 50 años”, como él mismo alguna vez lo definió.
Una pena que no hubieran sido invitados representantes del peronismo, que vuelve al poder y tiene que hacerse cargo ahora también de este área de gobierno. Una pena porque el desfile de los funcionarios salientes sirvió como un buen racconto para entender la gran cantidad de temas de los que se ocupa la cartera agropecuaria, que por muchos es ninguneada pero que adquiere una importancia singular, sobre todo en un país necesitado de generar dólares genuinos de la exportación. Hubiera sido un buen momento este acto para comenzar con una adecuada transición. Analizar realmente lo que estuvo bien hecho y lo que faltó.
Como consuelo podrá decirse que el principal candidato por estas horas a asumir la jefatura de la cartera que por ahora dirige Luis MIguel Etchevehere es alguien que ya conoce su vasto organigrama, pues fue el último secretario de Agricultura de la gestión de Cristina Kirchner. Se trata del economista del INTA, Grabriel Delgado, quien era mencionado como número puesto en los pasillos del CCK, salvo que apareciera algún tapado de último momento. El principal armador de Alberto Fernández en materia agropecuaria, el tucumano Jorge Neme, también tiene antecedentes en Agricultura, pues durante muchos años condujo el desaparecido PROSAP.