El Dr. Jorge Kilstein, está a cargo del Hospital “Eva Perón” de Granadero Baigorria, nació y curso sus estudios primarios y secundarios en San Salvador. Fue y es uno de los protagonistas de esta época de pandemia que está en el frente de la batalla contra el Covid.
LA SEMANA habló en EXCLUSIVO con el profesional que después de varios meses pudo visitar a su padre en San Salvador. Habló de su infancia y adolescencia y cómo ve a la ciudad después de tantos años residiendo en Rosario.
De paso por tu San Salvador, ¿qué estuviste viendo, que impresión te deja la ciudad en esta visita?
-La ciudad está hermosa, la encontré muy limpia, muy ordenada, con mucho movimiento, cada vez que vengo la encuentro mejor. Me encanta venir a San Salvador, vengo poco, desgraciadamente, desde diciembre que no venía, pasaron muchos meses, lo quería visitar a mi viejo, así que acá estamos.
-Seguramente te trae muchos recuerdos.
-Muchísimos, me encanta venir acá, aunque muchos de mis amigos ya no están más acá, se han ido a vivir a otros lados, todavía tengo algunos amigos de la infancia, con quienes siempre es un placer volver a encontrarme. Y sí, se despiertan muchos recuerdos, muchas emociones, cuando uno viene a su pueblo natal. Pasé recién por el frente del colegio, me acordada siempre de eso (el Francisco Ramírez).
-¿Qué recordás de esa época, de la infancia, de la adolescencia, algunas cosas que te hayan quedado, que hayan marcado un poco tu camino?
-El colegio fue muy importante, me acuerdo muchísimo cuando armábamos las carrozas, la semana del estudiante, esas cosas que son tan hermosas, que yo veo que en otros lados no se hacen. Ahora los pibes, para irse a Bariloche o donde sea los padres le damos la plata y se van. Nosotros en aquella época teníamos que trabajar para juntar la plata para ir a Bariloche, era un valor que me hubiese gustado que se siguiera dando en las generaciones actuales.
-Una época que seguramente se añora porque al vivir en una ciudad más grande, con otra cultura se nota.
-Seguro que sí, tienen sus cosas buenas y sus cosas malas también los pueblos porque uno en las ciudades grandes puede vivir más libremente, y en los pueblos depende mucho de la mirada del otro, pero también está bueno el tema de la solidaridad, de los amigos, de los vecinos, de la familia, esas cosas son muy importantes en el interior. Se siguen manteniendo algunas costumbres que son muy sanas, así que siempre es bueno volver a San Salvador.
-¿Cómo se vive o cómo vivís vos, particularmente, esta época tan complicada para la salud?
-Yo lo viví con muchísimo stress, con muchísimo trabajo. Asumí como director del principal hospital de la provincia de Santa Fe, que se dedica a la atención de los pacientes con Covid. Los de Rosario fueron designados como hospitales Covid, todos los casos fueron internaos ahí. Asumí el 30 de marzo, justo en el medio de la pandemia, y nos construyeron desde Nación en nuestro hospital, que tiene un predio muy grande, de varios kilómetros de parque, un hospital modular, que se armó en un mes y medio, solamente dedicado a la atención del tema del Covid, con 76 camas: 24 camas de terapia intensiva y 52 camas generales, exclusivamente para pacientes con Covid.
-¿Cómo han afrontado la situación, o sea la han podido sobrellevar o se complicó en algún momento?
-Sí, la pudimos sobrellevar. Ahora gracias a Dios bajó bastante el trabajo, pero los meses de agosto, setiembre, octubre, la vimos fea. Mil casos por día aproximadamente en Rosario teníamos, y eso hizo que se saturaran todos los sistemas, tanto los públicos como los privados, pero por suerte tuvimos camas para todos, esa es la realidad, pero trabajamos muchísimo, con mucha demanda. El principal problema fue el recurso humano, en el hospital que se armó al lado del nuestro, representó el doble de la capacidad de camas que teníamos y tuvimos que salir a buscar gente para que trabajara en ese hospital. Fue muy difícil conseguir mano de obra calificada, pero lo logramos. Trajimos enfermeros de la ciudad de Santa Fe a trabajar en Rosario. Se alojan todavía en la ciudad deportiva de Rosario Central, que está muy cerquita de nuestro hospital, el club lo cedió como un hotel para los enfermeros y esa gente está trabajando en el hospital nuestro. Además, contratamos médicos, terapistas, kinesiólogos, instrumentistas, camillleros, en total contratamos más de 300 personas.
-¿Tuvieron problemas por el personal que contrajo el virus?
-Pocos, gracias a Dios, tuvimos algunos contagios, pero todos fueron leves, ninguno fue un cuadro severo. Los casos más serios se dieron fuera del hospital, es decir en nuestro hospital usamos todos los protocolos de bioseguridad y por suerte no tuvimos infecciones graves dentro del personal porque esa sí es una realidad en el país, pero en nuestro hospital por suerte no tuvimos que lamentar ninguna situación así, de perder a un compañero de trabajo como ocurrió en otros lugares hasta ahora.
-Por cierto, una situación bastante diferente a Entre Ríos, en cierta medida, y a San Salvador que podemos decir, estamos viviendo respecto a otros lados.
-Sí, pero no hay que descuidarse porque Concordia está pasando por una situación difícil y mientras haya mucho tránsito de personas, en ningún lado se está exento, porque lamentablemente hasta que no tengamos una vacuna que nos permita protegernos, creo que tarde o temprano ninguna ciudad o pueblo va a estar libre de coronavirus.
-¿Cuál es tu mirada acerca de la pandemia? teniendo en cuenta que hay muchas opiniones, a favor o en contra de las medidas que se han tomado, gente que no lo ha vivido…
-La gente tiene el prejuicio que solo afecta en forma grave a las personas de mayor edad o que tienen comorbilidad, pero en realidad nosotros vimos que los cuadros graves se dan en personas jóvenes también. El promedio de edad de las personas que nosotros tenemos, los pacientes que están en respirador, es de 54 años, o sea son personas que son todavía activas en el trabajo. Y muchos de ellos no tenían otras enfermedades. Por suerte más del 80%, el 90% de los casos son formas leves, pero hay un 10% que son formas graves y que son las que se terminan internando, saturando a los hospitales y sanatorios, así que no hay que subestimar esto, hay que cuidarse, barbijo, mantener cierto distanciamiento, no compartir el mate, todo eso me parece que va a quedar, me parece que –a pesar de la vacuna y todo- van a ser cambios culturales y sociales que van a permanecer. Y además la vacuna no va a ser la solución absoluta porque la inmunidad se pierde, va a haber que vacunarse periódicamente; ninguna de las vacunas que se está desarrollando va a ser de una sola dosis, todas van a ser para revacunaciones como la de gripe que es una todos los años. Entonces habrá que hacer una estrategia sanitaria importante como para mantener a la mayor parte de la población inmunizada a través de los años. Si no, vamos a volver a tener recrudecimiento u otras olas como está sucediendo en Europa.
-Cuando eras estudiante y tuviste la oportunidad de recibirte seguramente no pensabas que ibas a llegar a vivir esto.
-No, para nada. Tuvimos la experiencia de la gripe A, que nos tocó vivirla también, pero no fue nada comparado con lo que está pasando ahora. Todo esto fue absolutamente novedoso, inaudito, nunca creímos que iba a pasar una cosa así, pero también creo que esto va a pasar como pasaron muchas pestes y epidemias, aunque hay cambios (como te decía) que van a quedar, por ejemplo el de la distancia, evitar el hacinamiento, aglomeraciones, todas estas cuestiones me parece que se van a ir dando ya como un cambio definitivo a medida que la gente lo vaya internalizando, lo vaya asumiendo como cambios de conducta que quedan y se van transmitiendo. Esto va a cambiar muchas cuestiones, hábitos, conductas para siempre.
-Para el final algún mensaje que quieras expresar acerca de todo esto que estamos viviendo.
El mensaje es que no hay que tener miedo, no hay que ponerse paranoico, hay que saber cuidarse. San Salvador es una ciudad hermosa, que la cuidemos entre todos. Para mí siempre es una enorme alegría venir y verla como está creciendo, como se está desarrollando. Es una ciudad pujante, con mucha actividad cultural, la sigo por las redes sociales y la verdad que estoy muy contento de como está mi ciudad natal en este momento.
¿Desde qué te recibiste ya no viviste en San Salvador?
-Yo me fui en el año 86 a estudiar a Rosario, me recibí en el 92 y ya me quedé. Primero me dediqué a hacer guardias como todos los que recién nos recibíamos en esa época. Después entré en la residencia, estuve tres años en la residencia de Clínica Médica en el hospital de Baigorria y después me quedé ahí un año más como jefe de residentes. Después seguí trabajando en ese mismo hospital y trabajando ya en los medios privados, en dos sanatorios importantes que hay en Rosario, el Sanatorio Parque y el Sanatorio Americano. Además, siempre me dediqué a la docencia, tanto de pregrado como posgrado en lo que es la formación de la especialidad Clínica Médica en el hospital donde ahora soy el director y donde estuve todos estos años como instructor de los médicos residentes de Clínica y en uno de los sanatorios, el Americano, formé el servicio de Clínica y la residencia en Clínica, así que me estoy repartiendo entre los dos trabajos, continuó con mi actividad privada y en el hospital público. La Semana / Fernando Rodríguez