Como en una película, definió uno de los pescadores, al rescate de los tres adolescentes de 14 años en el río Uruguay, que en principio se lo adjudicó a Prefectura. En esta nota los héroes dieron detalles del rescate.
Sebastián Iglesias es propietario de una embarcación que hace paseos en el río. A las tres de la tarde del lunes tenía que llevar a una familia a un recorrido, pero ésta prefirió dejar el viaje para ayer. “Estábamos con Miguel Barreto y Marcelo Fermani y decidimos hacer una salida de pesca. Primero fuimos a la punta sur de la isla San francisco. Allá vimos un grupo de chicos que estaban tomando sol y jugando en el banco de arena. Como ahí no pescamos nada nos volvimos a la punta sur de la Queguay, en la laguna, donde tampoco pescamos. A todo esto ya eran como las 5 y media de la tarde. Entonces vinimos y anclamos junto a los barcos hundidos, frente al hotel Intersur” narraron a El Observador Regional de Colón.
En un momento “empezamos a escuchar gritos de auxilio desesperado que venían del medio del río, hacia el sur”. Inmediatamente cortaron las líneas de pesca y fueron en ayuda.
Como una película
Eran cuatro chicos entre 13 y 15 años, todos de Colón, andaban solos en una canoa que se les dio vuelta. Tenían chaleco lo cual les permitió estar a flote, agarrados de la embarcación. Uno de ellos, el más grande, se soltó con la intención de nadar hasta la costa e ir por ayuda. Pero la corriente era muy fuerte y lo llevaba cada vez más lejos. Estaba a unos 200 metros. “ese fue el primero que levantamos. Después fuimos a la canoa y rescatamos a los otros tres” relataron.
Los que estaban en la canoa mantenían la esperanza con cantos y rezos. “Estaban temblando, morados de frío. Cantaban para no llorar. Y uno de ellos rezaba, parecía una película” dice Miguel.
“Había uno que estaba en shock, agarrado, duro. Tuve que apretarle la muñeca para que se soltara. Cuando los subimos a bordo de nuestra lancha les dijimos que se sacaran la ropa mojada, los secamos con unos trapos que había, le dimos los abrigos que llevábamos puestos nosotros y los abrazamos entre los tres para darles calor. También les dimos mate caliente, para que levantaran la temperatura”.
Un abrazo de agradecimiento
“Habíamos llamado a prefectura para avisar, y ellos nos estaban esperando en la costa cuando los sacamos. Habían enviado un fluvial y un patrullero. Agradecemos porque estuvieron muy rápido y les brindaron asistencia a los chicos”.
Al llegar a tierra “uno de los gurisitos me abrazo fuerte, fuerte, no me soltaba; y me decía `gracias señor, ya no aguantaba más`. Se me puso la piel de gallina” recordó Sebastián.
Los chicos “estaban preocupados porque los padres los iban a retar. Les dije: por lo que pasó hoy agradezcan. Mañana se van a despertar en su cama calentitos” dice Marcelo.
“También les recomendamos que les dijeran la verdad a sus padres para que estén atentos porque estuvieron entre 30 y 40 minutos en el agua, y salieron con hipotermia. Además, no perdieron nada, porque a la canoa se la trajimos nosotros” agrega Miguel.
En el lugar y el momento preciso
A esa hora “estaba bajando el sol y el agua estaba muy fría. No había nadie en el río, medio picado. La verdad es que se les iba a complicar si nosotros no hubiésemos estado en ese momento, en ese lugar. Algo nos puso ahí”, aseguran.
“Tenemos güirises de la misma edad que ellos y lo primero que se te cruza por la cabeza es que pueden ser tus hijos” remarcan.
Llanto y emoción
Cuando todo terminó “nos quedamos muy emocionados. Llorar no lloramos, de propio orgullo nomas. Pero hoy a la mañana cuando tomábamos mate y no acordábamos, nos quebramos. El abrazo del nene de `me salvaste la vida` fue tan puro, tan sincero” dicen Miguel y Sebastián.
“Son segundos, minutos, que no te olvidas más en la vida. Yo anoche soñé con los güirises” concluye Marcelo. Fuente: El Observador Regional.




