“De la cultura populista a la cultura republicana”

Por el Dr. Maximiliano VINACUR

La lógica de la cultura populista es el corto plazo,  no quiere ni tiene una visión estratégica, es mentirosopor sistema. Por eso apela a términos como  “socialismo del siglo XXI” o “modelo”. La realidad es que ese modelo ni ese socialismo existen, lo único real es el despilfarro del dinero  y la acumulación de poder que “venden” esos sistemas que se nutren de la ignorancia de la gente y sus efectos son corrosivos tanto en el plano educativo/cultural como en el económico/político perdurando largo tiempo y las heridas que dejan en el crudo enfrentamiento social tardan en cicatrizar. El sistema fallece sin dinero y sin pobres.-

En la actualidad sus seguidores hablan de volver y “Profundizar el modelo”, esto no es otra cosa que robar y acumular más poder para unos pocos y lograr impunidad.  En los populismos se aniquilan los valores y se estruja la dignidad.-

Al populismo no le importa el mañana, le importa el hoy y con tal de conseguirlo ofrece un aparente bienestar estimulando el facilismo y la irresponsabilidad para conseguir adeptos, por lo cual la productividadlaboral desciende drásticamente. No se estimula la formación de empleo de calidad, no se disminuye la pobreza, se falsifican las estadísticas, se disimula con el empleo público militante y se brinda a manos llenas el consuelo de la limosna.

La “solidaridad” con los pobres del líder y su grupo no tiene como finalidad ningún ascenso social, porque este sistema necesita de ellos.-

Resulta que hay pobreza en la Argentina, dicen los presagios de populismo.  Los mismos que gobernaron la Argentina los últimos treinta años y ahora descubren que la pobreza llegó desde el planeta Marte. También hay inflación”, repiten los mismos que durante años no solo la ocultaron sino también falsearon deliberamente las estadísticas.- Los mismos que fundieron la provincia de Buenos Aires ahora descubren las Villas Miserias, los mismos que vetaron el 82% móvil de los jubilados ahora se espantan de sus haberes, los mismos dirigentes que sin sonrojárseles el rostro expresaban que teníamos menos pobres que Alemania, que podíamos comer con $ 6 por día, los mismos que dentro del gobierno no vieron la corrupción y ahora la denuncian!!!

La lacra sindical que añora el populismo es la misma, sus líderes no veranean en Venezuela,  ni viven en un monoblock, ni usan relojes casio, ni viajan en colectivo.-

Ellos usan los trabajadores y nunca trabajaron, dicen odiar la oligarquía pero viven como tal. La única oligarquía que sigue vigente en la Argentina es la sindical y la política, la más cara, la que nunca se ajusta.-

No existe ningún gobierno en el mundo que no transite problemas, pero también no es menor cierto que salir de ellos requiere de esfuerzo, sacrificio y trabajo.  Las sociedades,  hasta las más estables, atraviesan momentos de crisis y crecimiento, de bonanza y de carencias, pero en Argentina cada 10 años parece que se hunde el país en una ciénaga, ¿Por qué acostumbrarnos a eso?

En la Argentina contemporánea ese sugerente mal humor social posee identidad histórica. Tiene nombre y apellido. No lo voy a nombrar, pero presumo que todos saben  a quiénes me refiero en estas líneas.-

Esa necesidad de transformar cualquier conflicto en el foco ígneo de una debacle, con sucesión de paros, amenazas de saqueos, estallidos sociales, y el inicio de una hecatombe.-

Desde luego que esta  premonición de  tragedias institucionales de toda índole no son inocentes. En política, se sabe, nada es inocente o casual. El mal humor social también se lo edifica, se lo alimenta. Tampoco es original ni novedoso el deseo compulsivo de impedir que se consolide cualquier experiencia política distinta a la establecida por parte de quienes se consideran “dueños” de los días más felices de los Argentinos.-

Estamos viviendo días muy difíciles, se perdieron dos cosechas seguidas, la presión fiscal está al límite, el aumento de las tarifas cala duro en los bolsillos de las personas. Es verdad.  La decisión del aumento tarifario es sin duda impopular, pero debemos no ser hipócritas es impopular pero no antipopular. ¿Qué gobierno se suicidaría adoptando políticas contrarias al pueblo sin sustento?¿Cómo podíamos sostener un país con un valor tarifario que representaba el 10% del costo de producción? ¿Era normal pagar las tarifas que pagábamos?  Definitivamente no, los valores de energía cuestan generarlos y nos acostumbramos al subsidio sin inversión.-

En la cultura populista subsistente basta repasar los números para tener escalofríos, casi 20 millones de personas todos los meses pasan por la ventanilla del banco a cobrar del estado y 6.5 millones entre autónomos y trabajadores privados aportamos todos los meses para solventar los 20 anteriores, es sustentable esta ecuación en el tiempo? Aunque a muchos les duela reconocerlo nos acostumbramos a vivir a costa del trabajo ajeno, nos vendieron la vida en el limbo de la felicidad eterna pero tarde o temprano las cuentas se deben pagar, perdimos la independencia energética, desaprovechamos la década de mayor bonanza económica de toda la historia institucional argentina donde pudimos hacer las bases para el despegue definitivo del país.-  Se aplicó la receta Romana. “Pan y Circo”.-

Inundamos de mano de obra alcahueta las distintas casas de gobierno con personal improductivo, carísimo, donde se ha priorizado el servilismo, la lealtad, el “cebador de mate” por sobre el mérito y la productividad.-

La cultura populista nunca trata de poner límites al resentimiento social. Por el contrario, es una hoguera a la que se echa leña constantemente. Mientras más altas las llamas, mejor el resultado. De esa forma se tiene ocupada a la gente desencadenando emociones y aumentando la alienación, mientras quienes se benefician con el poder y el dinero recogen la cosecha.-

El populismo se ha mostrado incapaz de desterrar la pobreza y la desigualdad, solo convierten al idealizado pueblo en un niño que entusiasma con caramelos y cuentos de hadas.-

El gobierno actual no es la perfección, prometió cosas que aún no cumplió, la economía no despega, pero estamos insertos en el mundo, las instituciones funcionan mejor y ya no se trata de Macri se trata de cambio de culturas, yo no quiero volver al ostracismo, a la decadencia institucional, la corruptela, la delincuencia organizada, al sostenimiento de la actividad parasitaria estatal. Alguna vez el General Perón dijo que el peronismo se mantenía no porque los peronistas fueran buenos, sino porque los otros eran peores. Hoy, por esas desconcertantes vueltas de la historia, la sentencia peronista se invierte: Macri no es lo mejor en la grilla electoral, pero los otros son peores. Basta con ver la lo ocurrido en la última apertura de sesiones del congreso nacional para darnos cuenta;y de ahí en más pueden mejorar el vocabulario, cambiar el nombre, ir al bautismo de una hija, o reciclarse pero es como la fábula del burro que quiso ser caballo pero tarde o temprano va a rebuznar.-

Más allá de los ritmos de la economía y de las finanzas, estoy convencido que nosotros tenemos un problema que va más allá de eso, lo nuestro es cultural, no podemos vivir más del esfuerzo y del trabajo ajeno.-

Es hora de abandonar las trampas que produjeron la decadencia Argentina y optar por la senda de la decencia, la justicia y el respeto de las instituciones.-