En la mañana de este lunes 17 de julio llegó a su fin la vida terrenal de Darío Rodríguez, pero siempre estará presente el recuerdo de un deportista, un dirigente deportivo y sobre todo, el de una persona querida y respetada por miles de sansalvadoreños que compartieron algún momento de su vida en la tradicional bicicleteria.
Darío tenía 86 años y trabajó hasta las últimas horas de su vida, porque la bicicletería era su vida, su pasión, y le permitía tener un contacto social con gran parte de las personas de esta ciudad que tenían una bicicleta.
Primero fue un ciclista de los mejores de la época, uno de los fundadores del Club Ciclista Unidos, y durante toda su vida reconocido por propios y extraños por su humildad y escucha hacia los demás. Siempre dispuesto a darle una mano al que llegaba hasta su comercio, le permitió ganar el aprecio y la estima de los vecinos, que hoy es reconocido a través de las redes sociales.
Se nos fue el tío Darío, para quien suscribe esta nota, con quien tuvo la posibilidad de compartir cientos de gratos momentos, desde la infancia con las bicicletas, en algún circuito donde competíamos, y más acá en el tiempo cuando me acercaba para inflar las cubiertas de la bici o para pedirle alguna llave que no tenía para aflojar alguna tuerca.
El recuerdo de muy buena persona es el mayor reconocimiento que puede tener un ser humano. Eso Darío se la ganó con creces, y si bien ya no está entre nosotros, por muchos años recordaremos aquellas pruebas ciclísticas que lo llevaron a ganar varios campeonatos locales y a participar en competencias en los polvorientos caminos de tierra y ripio. Además, del cariño que se ganó con la atención en la bicicleteria que tuvo varias direcciones, hasta la última parada que lo ubicó sobre la calle San Martín, a metros de la Municipalidad.
FERNANDO RODRIGUEZ
En la siguiente nota del archivo de LA SEMANA, lo que nos dejó Darío Rodríguez.
DARIO RODRIGUEZ: El recuerdo en el Día del Bicicletero, una leyenda del ciclismo sansalvadoreño