Crueldad sin límites: Elsa, de 80 años, cuenta cómo la torturaron para robarle sus ahorros

Elsa Raquel Saavedra tiene 80 años y el viernes por la tarde fue violentamente atacada en su casa de calle Montevideo 120 en Gualeguaychú, junto a la enfermera María del Carmen Santos, de 61 años. Dos delincuentes las golpearon, las maniataron, las torturaron y se llevaron los ahorros.

El teléfono en la casa de Elsa no para de sonar. La noticia corrió como reguero de pólvora por todo Gualeguaychú y a medida que pasan los minutos, más y más personas se interesaban por el estado de salud de esta mujer de 80 años, de su esposo Carlos Díaz, de 84 años, que acababa de salir de una operación de cadera, y de la mujer que está a cargo de su cuidado durante el día, María del Carmen Santos.

Veinticuatro horas después del brutal ataque que sufrió, Elsa recibió al periodista Carlos Riera, de El Día, en su casa vecina a la Mutual del Frigorífico y no tuvo reparos en mostrar la evidencia en su cuerpo y de detallar lo que atravesó. Fueron 30 minutos que parecieron una eternidad.

Cinco minutos después de las 16 del viernes, los dos nietos de Elsa cargaron a su abuelo en la silla de rueda y lo sacaron de la casa para dar un paseo, después de varios días de internación que tuvo. En la casa quedaron Elsa y María del Carmen. La dueña de casa se dirigió a la cocina, mientras que la enfermera tomó un libro y se quedó en el living a descansar hasta que volviera Díaz.

Casi inmediatamente, dos delincuentes que no superaban los 30 años irrumpieron en el domicilio y las sorprendieron en los respectivos ambientes. “Se me aparece un muchacho joven, con los ojos desorbitados, y lo primero que yo pensé es que había ocurrido un accidente a donde habían llevado a mi esposo, pero se me abalanza y me pide todo el dinero y me da la primera trompada en la cara”, contó la anciana.

“Me tira sobre la silla y me dice ‘dame la plata, dame los dólares’, le digo que no tengo y ahí empezó a pegarme cachetadas, me golpeó los dos oídos que todavía tengo zumbidos”, relató la víctima que mientras estaba siendo atacada, el otro delincuente ya había reducido a María del Carmen: “la había atado y la tira debajo de una cama a puntapié, después la sacaron y la ataron al respaldo de la cama con una sábana”.

“No tengo claro todavía cuál fue la secuencia, a qué lugar me llevaron primero, pero el método que usaron era el de la tortura”, aseguró Elsa sobre los padecimientos a los que fue sometida para que les dijera el lugar donde guardaba sus ahorros. “Me llevan de los cabellos al lavadero y me arrancaban mechones, y ahí prenden la plancha. Yo ya estaba precintada en las manos. Me acerca la plancha y me dice ‘sentí el calorcito, te quemo la cara, te la quemo si no me das la plata’. También sacaron un cuchillo Tramontina en la cocina y me dijo te voy a matar, te lo voy a clavar en la yugular”.

Elsa no tiene muy claro cómo fue el correlato de todo. Tiene algunas incongruencias en su relato sobre a qué dependencias de la casa la llevaron primero y cuándo fue maniatada, pero recuerda a la perfección la tortura a la que la sometieron. Antes de ir al lavadero y de haber sido amenazada con la plancha, la llevaron a la habitación donde estaba la otra víctima y cuando quisieron colocarle el precinto en sus muñecas, ella se resistió y el delincuente le mordió la mano.

“Se me prende con los dientes en esta mano y yo aflojo del dolor, y es ahí cuando me pone el precinto. Después me tiran en la cama y me precintan las piernas. Me tira para atrás y me pone una pierna apretándome el corazón, con la rodilla. Como no logra que yo le diga dónde está el dinero, me atraviesa en la cama y con la rodilla trata de quebrarme las costillas, es el dolor más fuerte que tengo. Después con una cinta de embalar me embalaron toda la cara y la nariz también”, comentó.

“Maté viejos, maté inocentes, me gusta ver sangre”

Toda la agresión física sin dudas fue traumática para esta mujer, pero lo que dejó una huella en su memoria fue el cruce de palabras con el delincuente. “Cuando me tenía sentada a los pies de la cama me ve la cadenita y me pregunta si era la Virgen María, le digo que sí y me dice: ‘pedile por vos’, ‘y por vos también le voy a pedir’ le dije. Le pregunté en qué trabajás y me dijo ‘soy uruguayo y trabajo de ladrón profesional, pero profesional, yo he matado a un chico de 8 años, maté viejos, maté inocentes, me gusta ver sangre y a vos te voy a matar y te voy a clavar este cuchillo en la yugular”, le dijo el delincuente con claras intenciones de infundirle temor.

Después de los métodos de tortura, de los golpes, de las amenazas, Elsa les señaló donde estaba el dinero. “Estaba en una caja fuerte del siglo pasado, de esas cajas pesadas, que a mí me cuesta cerrarla y por eso estaba entreabierta. El dinero que era de mi esposo se lo llevaron todo y después aparece el otro, que había revisado toda la casa, y le dice que no había más. Ahí mismo se repartieron la plata y se fueron”.

Fue Carmen quien logró zafar de las ataduras a la cama y va llorando hasta donde estaba Elsa con las manos precintadas y le digo alcánzame una tijera para cortarte el precinto, pero a mí no me daban las fuerzas. Como a ella le habían llevado el celular, llamó al 101 y no contestó, entonces le digo llamá al Comando y ahí la atendieron, siempre con sus manos precintadas y llorando”.

La otra víctima

A María del Carmen la sorprendieron en el living. Ella fue la primera en observar el ingreso de los delincuentes por la puerta principal, que a cara descubierta la increparon y la golpearon en el rostro. Casi sin hablarle, le ataron las manos y la sentaron en un sillón del living y le preguntaron por la caja y si estaba sola en la casa.

Esta mujer de 61 años les indicó que no estaba sola y fue allí que los delincuentes se repartieron los roles. Uno fue a la cocina y atacó a Elsa, mientras que el otro la tomó de los pelos y la llevó hasta la habitación en la parte trasera de la casa. Allí la ató con una sábana y le tapó la boca, y con una patada la obligó a meterse debajo de la cama. Ella fue testigo del momento que uno de los delincuentes tomó el cuchillo, se lo apoyó en el cuello a Elsa y la amenazó con clavárselo en la yugular si no le abría la caja fuerte. Fuente: Diario El Día – Carlos Riera