El juez Omar Digerónimo, del Tribunal Oral Federal Número 2 de Rosario, condenó a Marcelo Alejandro Acosta, el narcochofer, a seis años de prisión y una multa de 5.000 pesos por delitos de narcotráfico, en su caso, en el rol de transportista. Antes había sido cesanteado de la administración pública.
El hecho que dio inicio a la causa
Acosta fue detenido el 12 de mayo de 2014, cuando circulaba a bordo de un automóvil Peugeot 307, chapa patente EEG-741, por la autopista Rosario-Santa Fe. En el vehículo llevaba un bolso de nylon negro que contenía veinte envoltorios de cocaína de máxima pureza. Los ladrillos tenían en bajo relieve dos sellos con imágenes similares a los del conejo de Playboy. Eran, en total, 20,6 kilos de clorhidrato de cocaína.
El narcochofer viajaba solo pero otros dos vehículos acompañaban su travesía. Funcionaban como punteros o punta de lanza del cargamento, avisándole por teléfono a Acosta sobre la presencia de controles policiales en la ruta. Al frente iban Edgardo Emilio Refour y su pareja Constanza Melisa Baldi –también paranaense–, a bordo de un Peugeot 307; y detrás viajaba Víctor Fabián Grgicevic, el líder de la organización, al volante de un Volkswagen Bora.
La noticia sobre la detención de Acosta, chofer con funciones en el Ministerio de Desarrollo Social, se mantuvo oculta hasta que la Revista Análisis expuso la novedad, tres meses después, provocando un tembladeral político en el Gobierno provincial.
Lo cierto es que la detención de Acosta derivó en una serie de allanamientos en las localidades de San Lorenzo, Rosario, Funes y Roldán, en la provincia de Santa Fe, que terminaron con el desbaratamiento de toda la organización.
Un pequeño hallazgo, parte de una red mayor
La investigación se había iniciado en el año 2009, en el Juzgado Federal de Eldorado, Misiones, centrada en AndrzejSlawomirPolus, alias Francés o Thierry, un narcotraficante polaco que se había instalado en una chacra cercana al río Paraná en aquella provincia, y desde allí gestionaba el ingreso de importantes cargamentos de marihuana provenientes de Paraguay, para luego insertar la droga en distintos mercados, sobre todo, en Chile y la Patagonia argentina.
Las escuchas telefónicas, principalmente, permitieron vincular a Polus con Víctor Hugo Vicente Grgicevic, alias Lagarto, y surgieron sospechas de que también éste se dedicaba a la venta de droga en Rosario.
Hacia 2013, y a partir de estos elementos, se abrieron entonces nuevas líneas de investigación que permitieron reconstruir el esquema de la organización. El líder era Víctor Fabián Grgicevic, hijo del Lagarto, que era quien diagramaba la ejecución de las tareas, disponía la distribución de roles y contactaba a quienes debían comprar dólares en el mercado informal para realizar las operaciones de compra de estupefacientes que se concretaban en la ciudad de Santa Fe.
En la organización había otras personas que cumplían funciones específicas. Víctor Hugo Grgicevic era financista y coordinaba la obtención del dinero para concretar las operaciones de compra de droga. Aportó, por ejemplo, 200.000 pesos para adquirir los veinte kilos de cocaína que transportaba Acosta cuando fue sorprendido por un control policial en la autopista Rosario-Santa Fe.
Edgardo Emilio Refour y Martín Rodrigo Oliva, otros integrantes de la organización, se encargaban de la adquisición de precursores químicos y sustancias de corte para estirar la cocaína que luego era introducida en el mercado y también coordinaban los traslados de la droga desde Santa Fe hasta Rosario, en el caso de Refour, junto con su pareja, la paranaense Constanza Baldi.
A su vez, los precursores químicos y demás elementos destinados a la fabricación, estiramiento y acondicionamiento de la droga se almacenaban en la casa de Viviana Martínez, pareja de Fabián Grgicevic en ese entonces.
Como se dijo, Acosta era el chofer encargado de transportar la cocaína.
Acosta no declaró en ningún momento del proceso. Nunca rompió el pacto de silencio. Un dato que no puede pasar desapercibido, sin embargo, es que la defensa del ahora ex chofer oficial del Gobierno de Entre Ríos estuvo a cargo de Hilda Knaeblein y Claudia Burgos, dos abogadas que en su momento asistieron a Milton Damario en el juicio donde estaba acusado por el crimen de Claudio Pájaro Cantero, líder de Los Monos.
El juez Digerónimo resaltó que “los resultados de las investigaciones demuestran que los imputados procedieron en forma organizada durante el hecho ocurrido el 12 de mayo de 2014, custodiándose y manteniéndose comunicados durante todo el viaje, a través de dispositivos telefónicos”. En el caso de Acosta llevaba un teléfono que estaba registrado a nombre de Refour.
La condena a cada parte de la trama narco
Víctor Fabián Grgicevic fue condenado a diez años de prisión y se le impuso una multa de 10.000 pesos como organizador y líder de la banda; mientras que su padre, el Lagarto Grgicevic, recibió una pena de seis años y diez meses de cárcel y multa de 7.000 pesos por su rol de financista. En tanto, Acosta, Refour y Oliva acordaron cumplir una condena de seis años de prisión y multa de 5.000 pesos; a la paranaense Baldi se le impuso una pena de tres años y once meses de cárcel y multa de 1.500 pesos; y Martínez fue condenada a tres años de prisión condicional y multa de 1.000 pesos.
El magistrado también dispuso el decomiso de los tres automóviles por considerar que fueron utilizados para el negocio ilegal. Un dato llamativo es que el Peugeot 307 que conducía Acosta aquel 12 de mayo había sido utilizado unos días antes por el narcotraficante Gonzalo Caudana. El vehículo estaba radicado en Rosario del Tala a nombre de una mujer, aunque había sido vendido a una persona que vivía en Paraná. Fuente: Página Judicial