Si bien el consumo interno sigue fuerte, cayó el interés por el asado y por los denominados “cortes sociales”.
l mercado está muy complejo, con una demanda doméstica que empieza a sentir los efectos de la paralización económica, pero un interés creciente de China que toma la posta. La oferta es alta en un mercado plenamente abastecido, incluso con un mayor volumen de carne que hace un año.
Salen de escena los asados y parrilleros, Chile, Israel y Europa (Hilton y 481), y entra al escenario la demanda por vaca (en cortes, en manta), shink-shank y algunos cortes del delantero. Un cambio muy fuerte en la integración de la res. El consumo liviano especial se defiende bien, una vaca gorda y conserva que recupera los valores de semanas atrás y un novillo pesado a la baja, al que le cuesta encajar en este nuevo escenario.
Si se pudiera anualizar la presente coyuntura, cuyo equilibrio es muy inestable, podríamos estimar un consumo de 50 a 52 kilos per capita y una exportación (equivalente anual) de 600 a 700 mil toneladas. Una amenaza: que el coronavirus llegue a paralizar varias plantas frigoríficas –como en Estados Unidos o Brasil–, que el dinero en la calle tienda a agotarse o que el consumo interno afloje con el avance de la crisis.
Pasado el efecto “freezer” inicial, la demanda por carne vacuna durante la cuarentena se mantiene firme. Las familias almuerzan en casa, cosa que no sucede habitualmente, vendiéndose muy bien los cortes para milanesa, para olla o cacerola, hamburguesas y salchichas.
Aunque el volumen total de la demanda del comercio interno se mantiene alto, hasta ahora, bajó mucho la compra de asados y parrilleros y los cortes llamados de consumo social. Se debe a la reducción drástica de reuniones de amigos o familiares los fines de semana. También está la caída muy fuerte de la demanda de cortes finos por parte de restaurantes y parrillas (lomo, bife de chorizo, ojo de bife, tapa de cuadril), que son de muy difícil colocación en el mercado doméstico, y más aún en las actuales circunstancias. Este sobrante de cortes finos tiene una salida, pero limitada, a través de las ofertas de las grandes cadenas de supermercados. Aún bajando significativamente sus precios, es difícil vender esos cortes en el mercado local.
A esta oferta doméstica se le agrega el volumen de Hilton que no se puede exportar y se intenta vender en el mercado interno. También ha aflojado la demanda por achuras de consumo (molleja, chinchulines, tripa gorda), muy afectadas por el cierre masivo de restaurantes y parrillas.
Así las cosas, puede decirse que la demanda del consumo interno, en las muy particulares circunstancias actuales, se presenta relativamente firme. Pero hay un excedente de algunos cortes (asados, cortes finos) que han empezado a sobrar y son congelados por frigoríficos y carnicerías.
De todos modos, es una cuestión de precios: si baja lo suficiente el precio al público, el consumo en la Argentina termina absorbiendo físicamente todo lo ofertado, como se demostró con el cierre de las exportaciones en los años K. “Cuesta aceptar que cortes finos que hasta hace pocas semanas se vendían a Europa o a las parrillas o restaurantes locales con un sobreprecio apreciable con respecto a las pulpas, ahora deban salir a muy bajo precio si es que no se quiere seguir acumulando stocks”, indicó un abastecedor.
En cuanto a los canales de venta minorista, se observa una mayor participación del supermercadismo. Ignacio Iriarte.