La pandemia del coronavirus está generando un sin número de complicaciones económicas que están llegando a límites insostenibles para muchas personas. Este es el caso de los peluqueros que en las últimas horas han manifestado su descontento por la discriminación que están sufriendo.
Como principio fundamental es necesario aclarar, por las dudas si algún desprevenido no lo sabe, que la salud es primordial en estos momentos. No obstante, para que tengamos un estado saludable un sin número de personas necesitan trabajar para poder alimentarse y por ende gozar de buena salud. La mala alimentación por falta de recursos es un tema que han sufrido, sufren y seguirán sufriendo muchas personas de escasos recursos, porque al sistema político le conviene mantenerlos de esa manera.
Ahora bien, en San Salvador se han escuchado muchas voces de trabajadores independientes y comercios que necesitan volver al trabajo para subsistir y mantener su fuente laboral y la de los empleados.
Como ejemplo podemos citar a los electricistas, plomeros, peluqueros que dependen de su trabajo para poder comer día a día. Y algunos pensarán que con el subsidio de $ 10.000 pueden pasar el momento. Claro si les toca, de lo contrario siguen en la dulce espera porque hace un mes se anunció con bombos y platillos y por la burocracia del Estado se sigue estirando su entrega.
Días pasados un electricista nos preguntaba si podían trabajar. Lamentablemente nos decía vamos a seguir esperando y mientras tanto ver de dónde sacamos para poder comer.
En los últimos días se escucharon voces de los peluqueros que también viven con lo que hacen día a día, en una tarea noble y que depende de la decisión del cliente de elegir a su peluquero favorito.
La semana pasada escuchamos a Armando Ibarra, un peluquero de larga trayectoria en la ciudad, quien manifestaba su preocupación por que la cuarentena se alargaba y nadie le daba respuestas. Incluso propuso que le den la posibilidad de trabajar con todas las medidas de seguridad necesarias para evitar problemas de salud con sus clientes.
Otro peluquero posteó en una nota de “La Semana” que le dije al Juez de Faltas “lo único que me falta es dar de baja el comercio y salir con la mochila a la calle.
Y en las últimas horas, también Daniel Rohr, posteó en su cuenta de Facebook : “…somos insignificantes para el intendente y para el senador de mi departamento. Yo les quiero hablar a ellos porque ellos si cobran todos los meses y viven una vida llena de lujos y nosotros si no trabajamos es clarito no comemos”. Enseguida agregó: “Muchos de nosotros pagan alquiler, luz, impuestos, las herramientas que usamos cuestan una fortuna”.
Y destacó que “en mi caso compré alcohol a $ 500 el litro, lavandina, barbijos, preparado seguro que si. Tampoco jamás nos llamaron para ofrecernos algún beneficio o al menos para decirnos lo lamentamos por ustedes, en pocas palabras con nosotros Lucas Larrarte y Marcelo Berthet (se lavaron las manos)”.
No quedan dudas que el problema se agrava día a día, y los que están quedando fuera de las actividades permitidas sufren hasta límites insostenibles porque la boleta de la luz, el gas, el alquiler, el cable y otros siguen llegando, y algún día tendrán que pagar. Y a eso agregarle que hay que alimentarse y si tiene una familia el tema es más complicado aún.