Lo que el Gobierno no termina de entender es que un productor lejos del puerto pierde plata ya tenga 50 hectáreas, 100, 500 o 3.000.
inalmente el Presidente no anunció el aumento de las retenciones a la soja en su discurso de apertura de las sesiones legislativas del pasado domingo.
Al menos no lo hizo en forma nominal, sólo anunció que aumentaría las retenciones de un solo producto sobre 25 que figuran en la nomenclatura arancelaria. De esta forma, el Gobierno dejó sin cambios al trigo y maíz y redujo las retenciones en el resto de los productos –maní, maíz flint, maíz pisigallo, y otros de las llamadas economías regionales– y aumentó en tres puntos las retenciones a la soja. La no mención de la suba en soja, dejo la pelota picando en el área para la reunión que a posteriori mantuvo el Ministro Basterra con la comisión de enlace.
El apoyo vía menos retenciones a productores con distintas escalas de producción, es equivalente a rascarse la oreja derecha con la mano izquierda. Lo que el Gobierno no termina de entender, o no quiere entenderlo, es que hoy un productor del NOA o el NEA y de algunas zonas de Córdoba y Entre Ríos, pierden plata ya tengan 50 hectáreas, 100, 500 o 3000 hectáreas. Entonces el primer error conceptual de segmentar las retenciones es que la pérdida o ganancia de un productor no está relacionada a su tamaño ni a su escala de producción.
Razones
Los principales factores que hacen que un productor de soja pierda o gane plata, a grandes rasgos son dos: la distancia al puerto y los rendimientos zonales. La distancia al puerto define el costo del flete del campo a los puertos de entrega, y este costo impacta sobre el gasto de producción total.
Los rindes definen el ingreso bruto por hectárea, por ejemplo un campo en Venado Tuerto con un rinde 5.000 kilos de soja por hectárea arroja un ingreso bruto de 1.100 dólares por hectárea, mientras que un campo en Lajitas, Salta, con un rinde promedio de 2.500 kilos obtiene un ingreso bruto de 550 dólares. La pequeña gran diferencia es que el productor salteño tiene un flete a puerto de mil kilómetros, mientras que el productor de Venado Tuerto sólo tiene 170 kilómetros hasta el Gran Rosario.
En términos generales, la Argentina tiene los mayores rindes de soja en la llamada zona núcleo, y la distancia al puerto en esta zona premium se ubica entorno a los 150 a 250 kilómetros.
Entonces un aumento de tres puntos (o del 10 por ciento) en las retenciones a la soja provoca una caída en la rentabilidad del cultivo en los productores de la zona núcleo, como el norte de Buenos Aires, sur Santa Fe y sudeste de Córdoba. Pero produce quebrantos o márgenes netos negativos en zonas como el NOA, NEA, oeste de Córdoba y norte Entre Ríos.
En términos prácticos, llevar las retenciones al 33 por ciento, lo que el Gobierno provoca es una mayor pérdida de aquellos productores que tienen sus campos en zonas extra pampeanas; sean estos productores con 50, 100 o 2.000 hectáreas.
El estado participa de las ganancias y no participa de las pérdidas; o tal vez peor provoca mayores pérdidas con las medidas, como las que ya tomó. Volvemos a la situación donde, en determinadas zonas de producción, el estado sigue recaudando mientras que el productor se funde. Esto es así porque las retenciones como están planteadas se aplican sobre el precio FOB directamente, lo que reduce el precio de venta del productor y afecta el ingreso neto en forma directa.
La única salida que el productor tiene para este laberinto es aumentar su productividad o esperar una inesperada suba en los precios internacionales.
Hoy la falta de lluvias en muchas zonas de producción está poniendo en serio riesgo a los cultivos de soja de segunda; en algunos casos las pérdidas ya son irrecuperables.
De continuar la sequía, las perdidas podrán ser mucho mayores. Hoy la superficie de soja de segunda ocupa casi el 50 por ciento del área de siembra total. Esta participación puede ser el motivo por el cual el mercado de soja en el Matba-Rofex reaccionó con suba, aun ante el anuncio del aumento en las retenciones.
Si la firmeza en el precio de la soja está relacionada con el mercado climático, seguiremos viendo precios sostenidos hasta que no ocurran las lluvias. Los pronósticos indican un otoño con lluvias por debajo de lo normal en la zona pampeana y temperaturas por arriba de lo normal. Dicho en criollo: aumentan las chances de continuidad del clima seco y la posibilidad de un menor volumen de producción final de soja. Pablo Adreani/ Agrovoz