La Mesa de Enlace de Entre Ríos rechaza la decisión del gobierno nacional de cerrar las exportaciones de maíz porque conllevará enormes consecuencias negativas y son un capítulo más del permanente cambio de reglas, la imprevisión y los zigzagueos en la política agropecuaria.
Medidas de este tenor conllevan un abanico de mensajes perniciosos para la política, la producción y la confianza: el cierre de exportaciones siempre fue una receta con fracasos rotundos; perjudica a miles de productores y beneficia sólo a unas pocas empresas, profundizando la transferencia de recursos del sector primario a otros sectores; dinamita la palabra y la posibilidad de consensos en la búsqueda de políticas integradoras y estratégicas; destruye la credibilidad de Argentina como proveedor confiable de granos; entre tantos otros efectos dañosos.
Existe una necesidad imperiosa de que el gobierno y la sociedad toda entiendan que estos golpes de timón sólo provocan resultados que atentan contra la posibilidad de una Argentina que crezca, se inserte en el mundo, disminuya los índices de desocupación y mejore la calidad de vida de sus habitantes. Es imposible creer que detonando las bases de la producción el país pueda entrar en un círculo virtuoso. Demoler los cimientos del sector agropecuario nunca puede desembocar en beneficios para los millones y millones de argentinos que sufren hambre y postergaciones.
A la sociedad argentina hay que hablarle claro y sin relatos deformantes: esta prohibición de exportaciones de maíz de nada servirá para que bajen los precios de las carnes aviar, vacuna y porcina. Medidas de este tipo ya se han tomado y nunca se tradujeron en las góndolas.
Simplemente se transfieren recursos a grupos que ahora pasarán a ganar más, pero a costa de los productores, de la producción futura y de las arcas nacionales que recibirán menos dólares por derechos de exportaciones con un final cantado para recuperar esos ingresos: mayor presión impositiva, ajuste y pérdida de los salarios y las jubilaciones ante la inflación.