Se trata de una investigación global, de la que participaron un científico argentino. Encontraron genes en raíces de alfalfa y tomate que se activan ante el anegamiento.
La frecuencia y la severidad de los excesos hídricos y las precipitaciones es un fenómeno mundial que preocupa a distintas regiones del planeta. Por esto, muchos científicos trabajan en la tolerancia a las inundaciones. En Argentina, ya hay experiencia en el tema, teniendo en cuenta los recientes desarrollos de soja y trigo con genes de tolerancia a extremos climáticos, como la sequía y la salinidad, en soja y trigo.
Se trata de un canal de 2.700 metros que desviará excesos de la cuenca de la zona rural de Bajo de Gómez hacia el río Xanaes, que frenará los anegamientos frecuentes en el casco urbano en barrios del oeste del lugar.
La norma ya entró en vigencia y surge con el objetivo de mejorar la calidad e inocuidad de las frutas y hortalizas que llegan al consumidor.
En un trabajo publicado en la revista científica “Science”, un equipo internacional de expertos, del que participó un investigador argentino que se desempeña actualmente en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular (IBBM, CONICET-UNLP), comparó la respuesta del arroz –el único de los principales cultivos que puede sobrevivir sumergido en agua de forma prolongada– con la de otras especies con las que comparte ciertas características genéticas. Compararon las respuestas de este cereal contra una variedad de alfalfa, el tomate tradicional y un tipo de tomate silvestre.
“Tomamos esas plantas para cubrir el espectro de las plantas terrestres que desarrollan flores y para tener muestras de qué ocurre desde una especie que es tolerante a las inundaciones, como el arroz, hasta una más adaptada a condiciones de sequía, como el tomate silvestre”, reconoce Mauricio Reynoso (foto), investigador del Conicet.
Con técnicas que permitieron un alto grado de detalle, los expertos pudieron observar, en profundidad y a distintos niveles, cómo es el proceso de regulación genética que se da en las puntas de las raíces.
“Vimos que algunos de los genes que están involucrados en la adaptación que hizo el arroz para soportar anegamientos también existen en las otras plantas, pese a que evolutivamente estas especies se separaron hace más de 180 millones de años”, admite Reynoso.
Pese a que, durante los experimentos, los genes se activaron en todas la plantas, sus respuestas no fueron efectivas a las inundaciones en todas como sí ocurrió en el arroz: “Las sometimos a períodos breves de inundación y la que, como se esperaba, tuvo la respuesta más expandida y sincronizada fue el arroz. El tomate silvestre se marchitó y murió rápidamente luego de la inundación”, comenta Reynoso.
De esta forma, la comprensión de los mecanismos genéticos que se activan en el arroz ante condiciones de inundación podría permitir, a largo plazo, la implementación de estrategias para reforzar y mejorar la respuesta en aquellas plantas menos tolerantes, emulando lo que ocurre con el cereal.