Cannabis medicinal: Obtuvo “resultados inmediatos” y ahora regala el aceite

Es la historia de Silvia Encinas. Le detectaron cáncer y para aliviar un dolor que iba a ser permanente incursionó con el aceite de cannabis. Obtuvo resultados inmediatos, se despojó de los miedos y dijo “voy a cultivar y regalar el aceite”

En septiembre del año pasado, el gobierno nacional reglamentó la Ley Nº 27350, que regula la investigación médica y científica del uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados.
El texto oficial pone en efectivo funcionamiento el denominado Programa Nacional para el Estudio y la Investigación del Uso Medicinal de la Planta de Cannabis, sus Derivados y Tratamientos no Convencionales.
Pero sólo se reglamentaron tres de los 12 artículos referidos a los objetivos del programa. El punto principal establece que “las acciones de promoción y prevención deben estar dirigidas a las personas que, por padecer una enfermedad bajo parámetros de diagnósticos específicos y clasificados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se les prescriba como modalidad terapéutica el uso de las plantas de Cannabis y sus derivados”. Y estos son los casos de epilepsia refractaria.
“La provisión de aceite de Cannabis y sus derivados será gratuita para quienes se encuentren inscriptos en el Programa y se ajusten a sus requerimientos. Aquellos pacientes no inscriptos en el Programa que tuvieren como prescripción médica el uso de aceite de Cannabis y sus derivados, lo adquirirán bajo su cargo, debiendo ajustarse a los procedimientos para la solicitud del acceso de excepción de medicamentos que determine la Autoridad de Aplicación”, indica la ley.

 

“Me despojé de los miedos en beneficio, no únicamente mío”

Silvia Encina es de Rosario del Tala y a raíz de una enfermedad que le detectaron empezó a cultivar y elaborar su propio aceite de cannabis. Obtuvo resultados “inmediatos”, se despojó de los miedos y se dijo: “lo voy a cultivar, voy a tener mayor cantidad de plantas y voy a regalar el aceite”.

En declaraciones al programa Mediodía de Noticias de Elonce TV, la mujer contó cómo comenzó su incursión en este ámbito y señaló que su intención, además de ayudar al prójimo, que el aceite “se haga solidariamente”.

Hace unos años le detectaron cáncer y se puso a investigar en el uso medicinal del cannabis “por un dolor que me dijeron iba a ser casi permanente en un brazo, puesto que no tenía los ganglios que me habían sacado por una mutilación de una mama”. El oncólogo le prescribió un calmante (diclofenac) cada tantas horas, pero se negó porque le pareció demasiado.
Para ese entonces ya había leído y estaba interesada en lo experimentado con los casos de epilepsias refractarias y los resultados obtenidos.
Es por ello que tomó contacto con la Comunidad Médica Cannábica, y si bien no le resultó fácil, logró obtener alguna información que le sirvió para luego llegar a producir su propio aceite de cannabis.
“Tengo resultados propios y vistos de la realidad, respecto a que se atenúan un montón de enfermedades, incluso hay pruebas en el autismo, y en chicos que tienen algún proceso madurativo más lento ya que los estimula”, comentó Silvia. Y destacó que el aceite, “calma, alivia”, aclarando que “no cura absolutamente ninguna patología, sino que controla muchísimos efectos adversos, incluso de medicamentos. En el caso de la epilepsia refractaria no hay otra cosa que lo atenué que no sea el aceite” de cannabis. En tal sentido, remarcó la importancia que el aceite sea elaborado “en forma seria, responsable y que la procedencia sea cierta”.
Silvia mencionó además que el cultivo de la marihuana “es un tanto difícil porque hay muchos miedos aun. Cultivar significa arriesgarse a que te hagan algún allanamiento, pero si todos nos largáramos dar nuestros nombres y no hacer de esto un comercio, creo que podríamos apurar los tiempos para que el autocultivo sea legalizado y regular”.
“Yo me despojé de los miedos en beneficio, no únicamente mío porque los resultados los tuve de inmediato, y dije lo voy a cultivar, voy a tener mayor cantidad de plantas (se permiten hasta una o dos) y voy a regalar el aceite que hago con todo el cuidado posible, incluso testeado por un bioquímico”, afirmó.

Consultada sobre los resultados concretos que obtuvo en forma personal, contó que “no tomo ningún otro medicamento, salvo el de terapia hormonal necesaria; pero para el dolor y las molestias no”.
A partir de que regala el aceite, confió que hay madres que se han animado a cultivar. “Para mí esto es sanador desde el momento en que inicio el cultivo de la planta. Proyectar ese cultivo en patologías de diferentes edades y a mucha gente y poder regalarlo con todo placer, tiene un plus. Lo hago con total convencimiento y trato de estimular a la gente para que no tenga miedo”.
Silvia quiere fomentar y difundir que el aceite elaborado “se regale o se haga solidariamente. Hay mucha gente que consume y que planta, y no hace aceite sino que lo hace recreativamente y a esto lo dejaría entrar en el artículo 19 de la Constitución Nacional que habla de las acciones privadas de los hombres”. Ella entiende que el consumo recreativo “va por un camino” y el uso terapéutico por otro.
Sobre su contacto con madres de niños con diversas patologías, indicó que les enseño a elaborar el aceite, “porque hay una venta clandestina que tiene un costo bastante importante y la gente no puede acceder, por eso el autocultivo es la lucha, es ahí donde tenemos que poner énfasis”.
“Pasé los 60, no me considero impune, pero creo que esta transgresión que hago, porque sé que estoy haciendo algo que no está permitido, socialmente me trae muchísimas satisfacciones porque veo los resultados; tengo comprobaciones de resultados porque la gente me lo pide y les digo que no abandonen bajo ningún aspecto el tratamiento médico”.
Finalmente, Silvia reconoció que “hay una parte de la comunidad médica que tiene protocolos ciertos, pero no se atreven porque hay una corporación farmacéutica que insiste en que el aceite se venda en farmacias”. Y señaló que “entre todos vamos a ser posible que nos permitan el autocultivo”.