El “carrulim” o caña con ruda es una tradición enraizada originalmente en el área guaranítica, especialmente en Paraguay y en el nordeste argentino. Según la tradición esta bebida se prepara con un año de anticipación y el 1° de agosto se debe beber tres tragos en ayunas para obtener sus beneficios. No solo se considera que cura malestares estomacales y circulatorios sino que también se cree que atrae la buena suerte y protege los malos espíritus. Ayer, Gregorio Sesa, el conductor de La Voz del Campo de FM Campo y Ciudad, invitó a su programa a Roberto José “Cacho” Yeregui, el creador de la caña con ruda “las dos abuelas” para que comente cómo surgió este proyecto y cómo están trabajando actualmente.
En el inicio de la nota, Sesa comenta que “Hace muchos años, el conductor del programa Mañana Sabatinas, Santiago Rinaldi, lo envió una botella de caña con ruda “las dos abuelas”. Allí conoció esta historia muy particular que hoy quiere compartir con su público y oyentes quienes tradicionalmente esperan la llegada del 1° de agosto para degustar de esta bebida e incluso a través de diferentes medios coordinan para ver cómo pueden hacer para poder consumirla.
“Cacho” comienza contando cómo surge este proyecto familiar: “Nosotros siempre nos reunimos en familia y tenemos recuerdos muy importantes de nuestros queridos viejos. Cata es mi abuela materna con quien yo me crie porque mis padres estaban en el norte, prácticamente donde “el diablo perdió el poncho”. Mi papá era mayordomo de la estancia San Alberto y mis abuelos me llevaron a Concepción del Uruguay a vivir con ellos. Yo era el cuarto hijo, el “malenseñado”, el criado de los abuelos. En ese lugar concurrí desde el jardín de infantes hasta que deje el colegio. Mi abuela era enfermera de niños, tenía una sensibilidad y una solidaridad increíble. Fue una persona terriblemente querible y eso nos caló muy hondo. Siempre con buen humor, con positividad y cariñosa. Era muy cómplice conmigo y tengo excelentes recuerdos de ella. Cata era de Basualdo, en la zona de Feliciano, cerca del límite con Corrientes”.
“Y la otra abuela es la mamá de mi señora, Doña Ñata, de Alcaraz. Era una madre de muchos hijos, sumamente luchadora, que vivió tiempos muy difíciles donde la mujer tenía que poner todo su empeño en las tareas domésticas. Fue un ejemplo para nosotros. Una persona muy querida en la familia” destaca Yeregui al recordar a Anita.
Cuando se le consulta a “Cacho” sobre cómo se conocieron sus abuelas, él comenta: “Cuando nosotros nos casamos con mi señora ellas se conocieron y congeniaron muy rápidamente. Encontraron muchas coincidencias en sus vivencias simples de gente común. Compartían valores como la laboriosidad, la solidaridad, el buen humor. Siempre hablaban de sus tareas, de la huerta, de la cocina, hasta que un día surgió el tema de la ruda. Nosotros escuchábamos sus historias con mucha atención y las teníamos presentes”.
Roberto Yeregui siempre tuvo un puesto en la feria de Salta y Nogoyá, en Paraná, su lugar de residencia. Un 1° de agosto de hace 12 o 13 años atrás, mientras atendía su puesto, escuchó un programa que se transmitía temprano con mucha información y le llamó la atención que mucha gente se comunicó para pedir caña con ruda. Uno de los oyentes comentó que el domingo en la feria había alguien que vendía caña con ruda. “Se terminó el programa y yo seguí trabajando. Creo que por una cuestión del destino empezó a llegar gente a nuestro puesto y me pedían caña con ruda. Yo los miraba sorprendido porque nosotros no vendíamos eso. Así pasó mucha gente de trabajo que venía con su bolsito o mochilita bajo el brazo preguntando por lo mismo. Y el último fue el que me marcó porque me dijo: ¡Cómo no va a tener, cómo puede ser!. Entonces me quedé con eso y me preguntaba a mi mismo si debía empezar con ese emprendimiento”.
“Yo hacía poco había viajado a Ushuaia porque había fallecido mi hermano y tenía una sobrina que quería visitar. Le conté a ella sobre mi idea y enseguida buscó información e investigó el tema. Y así como ella varios de mi familia fueron comentando, aportando ideas y de esta manera le dimos forma a este proyecto y arrancamos. El nombre es una dedicatoria para ellas “nuestras abuelas” porque su historia nos pertenece. Mi hija mayor que le gusta todo lo relacionado con el arte fue la encargada de escribir la historia que hoy figura en las botellas como presentación (ver apartado). Un amigo muy querido para mí, Mario Birocco, fue el diseñador de la etiqueta. La primera tanda fue a ciegas, por decirlo de alguna manera, porque nosotros no sabíamos cómo nos iba a ir. Hicimos como 400 botellitas con un poco de miedo. La verdad que tuvimos mucha repercusión y fue todo un éxito. Un día faltando poco para el 1° de agosto, Andrea Venturini arrancaba con un programa de entrevistas y ella dijo que si alguien sabía de la caña con ruda que se comunicara con ella para invitarlo a su programa. Entonces la llamé y le conté. Al otro día ya estábamos en Canal 11 contando sobre nuestro emprendimiento. Te puedo garantizar que después de ese programa vendimos todas las botellas” recordó “Cacho”.
Cuando Gregorio Sesa le consulta cómo es la tradición realmente, Yeregui le responde: “Nosotros optamos por una caña que tiene la menor graduación que puede ser 22 o 24° porque así los chicos podían tomarla. Si bien siempre fue una tradición de la gente mayor se fueron sumando muchos jóvenes y chicos. Se cree que la caña con rudas se toma en ayunas el 1° de agosto pero también tenemos muchos clientes que nos compran 3 o 4 botellas porque según ellos la toman todo el año. Incluso nos cuentan que hay gente que la consumen a diario”.
Una botella…una historia
La caña con ruda “las dos abuelas” se vende en botellitas con diversos tamaños, con una presentación muy original y con una etiqueta que resumen esta hermosa historia: “Hace muchos años cerca del arroyo Basualdo en un rincón de Feliciano y el paraje Paiticú de Mojones Sur, dos mujeres que hasta ese momento no se conocían preparaban ya la caña con ruda de igual manera. Hoy las descendientes de la abuela Cata y doña Ana recrean la receta milagrosa intentando conectar con las raíces más profundas de la tierra”.
Nota: Gregorio Sesa Campo y Ciudad Medios
Redacción: Lic. en Comunicación Social Silvina Rebosio.