La fábrica de Cabañas El Picapalo está enclavada en Bovril, desde donde se abrió camino a recónditos lugares del país. Desde hace 60 años, cuando se levantó la primera cabaña, no han parado de construirlas.
El titular de El Picapalo, Diego Nelson Schanton, a los 83 años continúa trabajando como en los mejores tiempos, aunque para llegar a este presente tuvo que atravesar muchas tormentas económicas de un país muy inestable dijo en diálogo con NUESTRO HOMBRE DE CAMPO.
Empecé trabajando en el año 60 sin nada. Vivía en Federal y al salir de la conscripción me vine a Bovril y me inicié primero como peón de carpintero y también me la rebuscaba para hacer algunos trabajos por mi cuenta, comentó Schanton a Nuestro Hombre de Campo.
Así nació “La Marce”, donde trabajé hasta que llegó Martínez de Hoz y me re fundió. Tuve que empezar todo de cero. Arranqué de vuelta y me inicié con El Picapalo. Pero para no perder la costumbre tuvimos otra caída, cuando vino Alfonsín con Menem, me volvieron a rematar toda la fábrica porque nos comió la devaluación. Hasta entonces hacíamos muchos muebles de algarrobo, artículos rurales, tinglados y algo de metalúrgica.
Entonces empecé de nuevo, por segunda vez, y después del 2000 comenzamos con El Picapalo en la fabricación de cabañas exclusivamente. Con los muebles de algarrobo trabajábamos a nivel nacional, pero el margen era muy reducido y había mucha competencia. En cambio, en las cabañas -si bien también existen varios fabricantes- pero nos distinguimos por la calidad y los detalles que hacen la diferencia. Por eso mucha gente nos prefiere y se contacta con El Picapalo”, explicó Don Nelson. “Tenemos esa ventaja y abarcamos el mercado nacional, además de hacerlo en Uruguay”, puntualizó.
Recordó que “la primera cabaña la hicimos acá en Bovril, pero la que nos dio el empuje y la expansión fue una persona de Corrientes y que nos conocía, pero nos compró una para construirla en Caleta Olivia. Nos compró las primeras diez cabañas. Desde entonces, no paramos de hacer las cabañas en Santa Cruz y en el resto del país, prácticamente en todo el país están instaladas nuestras cabañas. Nos hemos hecho tan conocidos que tenemos contactos de todos lados”, remarcó.
“La expansión llegó por los trabajos que se iban conociendo. A medida que la gente nos va conociendo nos van llamando, y el que compra una casa contagia a otro que lo consulta, pregunta quién la hizo. Se han hecho tan populares y muchos dicen que si van a comprar una cabaña tiene que ser de El Picapalo. El boca a boca nos ha llevado a agrandarnos cada día más”, agregó.
Consultado sobre la calidad de los trabajos y como han ido evolucionando dijo: “Sí, continuamente vamos mejorando, sobre todo el tipo de aislación que tenemos ahora no lo hacíamos antes. Las bases son de mejor calidad. En los comienzos las cabañas se hacían sin ninguna aislación. En el sur teníamos el problema que el viento ingresaba por los machimbres. Todo eso lo fuimos corrigiendo hasta llegar a ofrecer un producto de excelencia”, detalló Schantón.
Enseguida destacó que hace un par de años llegaron para hacer una inspección y reconocieron que se trata de “una cabaña construida, y que dura 300 años. Además, tienen toda la aislación necesaria para absorber el frío y el calor, y el agua. Todo eso la gente lo sabe apreciar y lo remarca la diferencia que tenemos en nuestro producto”, expresó.
“Los canadienses vinieron a Concordia porque los habían llamado para hacer cabañas de madera en la provincia para el IAPV. Vinieron acá porque somos la principal fábrica de la provincia. Cuando vieron lo que hacíamos lo destacaron porque era algo similar a lo que ellos hacen desde hace 300 años en Canadá, y tiene un resultado impresionante, y allá las casas están perfectas”. Y bueno, dijo Schanton, las nuestras tienen 57 años y hasta ahora están muy bien, les dije, pero no voy a poder comprobar si llegamos a los 300 años”.
“Las mayores dificultades para instalar las cabañas se dan en algunas partes de Córdoba porque hay piedras macizas, donde es muy difícil entrarles”, reconoció. “Después en el sur cuando empiezan las nevadas. Se pone muy duro el suelo y hay que esperar hasta setiembre y trabajar hasta abril, dijo Schanton ante la consulta de Nuestro Hombre de Campo.
Acerca de las obras realizadas, comentó: “Aparte de las cabañas standard hemos hecho chalets inmensos, casas de fin de semana de 180 metros, salones de fiestas de 300 metros. Hacemos cualquier cosa que nos pidan”, remarcó. Refiriéndose al tiempo que lleva la construcción dijo que “una casa de 50 m2 la hacemos en una semana. Las especiales ya llevan más tiempo porque hay que ir adaptando a las necesidades del cliente”, aclaró.
El Picapalo empezó a trabajar con un camioncito. Schantón recordó que “en los primeros años cuando íbamos al sur con el camioncito teníamos que ir con un tronco trabándolo al costado porque se nos venía para atrás y no podíamos subir la cuesta. Ahora, con el tiempo y mucho trabajo, pudimos incorporar cuatro Scania y un Volkswagen. Tenemos un transporte de primera y a cualquier punto del país”, indicó.
Finalmente, destacó que nuestra imagen son las cabañas que están diseminadas por todo el país. Cuando alguien pregunta por El Picapalo nuestra carta de presentación está a la vista y es muy reconocida.