Este 24 de diciembre falleció Luis Eugenio Bordet, una figura emblemática del deporte local. Visionario, perseverante y apasionado, fundó la primera cancha de la ciudad y resistió las crisis hasta convertir su complejo en una leyenda viviente.
La ciudad despide a una de sus personalidades más queridas del ámbito deportivo. Luis Eugenio Bordet, conocido por todos simplemente como el «Bayo», partió este 24 de diciembre, dejando tras de sí un legado de tres décadas de pasión por el pádel. Su cancha, bautizada con justa razón como «La Catedral», no fue solo un emprendimiento comercial, sino el epicentro de un fenómeno social que marcó a generaciones de sansalvadoreños.
El nacimiento de un hito
La historia de «Bayo Pádel» comenzó casi por azar en 1991. En un asado entre compañeros del Correo Argentino, surgió el nombre de un deporte que en ese entonces era un enigma para muchos. Con el apoyo incondicional de su esposa y la intuición de un visionario, Bordet transformó un terreno de inversión en el camino a la gloria deportiva.
«Dígale a su esposo que no lo piense dos veces, que no se va a arrepentir», le había dicho una vecina de Concordia. Y así fue. En octubre de ese año, San Salvador inauguraba su primera cancha.
Los años dorados: turnos a las 3 de la mañana
Durante el furor de los años 90, el complejo del «Bayo» fue testigo de una demanda sin precedentes. Se jugaban hasta 19 horas seguidas, con turnos que comenzaban a las 6 de la mañana y otros que se pedían para las 3 de la madrugada.
Por «La Catedral» pasaron los mejores exponentes de la provincia y se forjaron clásicos inolvidables, como los duelos entre los hermanos Iribarren y los Arlettaz. Bordet recordaba con humor aquellas épocas donde las paletas «volaban» por encima del tejido en algún momento de bronca de los jugadores, y los chicos del barrio esperaban afuera para cazar las pelotitas que salían de la cancha.
El hombre que resistió al «apagón»
A diferencia de muchos complejos que cerraron cuando la moda del pádel decayó, el «Bayo» se mantuvo firme. Incluso en las épocas de crisis política y económica, cuando «ni gratis venían a jugar», él decidió mudarse al predio para cuidar su sueño. Su perseverancia permitió que, cuando el deporte resurgió años más tarde, la cancha estuviera lista para recibir a las nuevas camadas.
Ni siquiera los problemas de salud —un infarto en 2004 y una cirugía de corazón en 2005— ni la reciente pandemia de COVID-19 lograron alejarlo de su lugar en el mundo. Con los cuidados necesarios y su infaltable buen humor, el «Bayo» siguió al frente de su cancha, compartiendo anécdotas y asaditos con sus amigos.
Un legado que continúa vigente
Luis Eugenio Bordet se fue dejando una huella imborrable. Fue el hombre que entró a una cancha sin saber las reglas y terminó dictando cátedra sobre cómo sostener un club con amor y esfuerzo. Hoy, San Salvador no solo despide a un comerciante o a un dueño de cancha; despide a un personaje histórico que entendió que el deporte, más que competencia, es una forma de cultivar amistades para toda la vida.
«La Catedral» sigue en pie, y en cada rebote de la pelota en el vidrio, se escuchará para siempre la risa y el recuerdo del querido «Bayo».
Parte de la nota publicada en La Semana y Sansa Deportes en noviembre de 2021.
Fernando Rodríguez.






