El desafío que representa todo lo que queda por hacer.
Una buena noticia, en un momento en que ellas no abundan y, en el caso que las haya, se busca muchas veces -hasta de manera perversa- la manera de desdibujarlas. Una buena noticia es la que, según informaciones oficiales, por los puertos de nuestra provincia, se embarcaron el año pasado bastante más de seiscientas mil toneladas de mercadería, producida, y en una proporción significativa, elaborada en nuestro territorio.
Ello es una consecuencia de que al menos nuestros tres principales puertos –Diamante, Concepción del Uruguay e Ibicuy- están en condiciones de operar, en una feliz circunstancia que guarda un no lejano parecido con el del “alineamiento de los planetas”, figura a la que en casos como este se hace alusión.
Una circunstancia doblemente destacable si se tiene en cuenta que contar con puertos, no es cuestión tan solo de ocuparse del mantenimiento y mejorar su infraestructura, sino atender al dragado de los canales que permiten su utilización, circunstancia que en el caso de Concepción del Uruguay se ha dado con la finalización de los demorados trabajos de dragado del río homónimo, circunstancia que permitió su plena rehabilitación.
Prescindimos en la ocasión de hacer una referencia minuciosa al largo tiempo en que este río ha dejado de ser una vía de transporte, tal como lo fue durante los primeros siglos de nuestra historia. Despreocupación enorme, que da cuenta de una ligereza muy nuestra, cual es la importancia que en todo el mundo se da por razones varias -entre las que es la principal la economía de costos- al transporte fluvial.
Es que lo que aquí nos interesa, es prestar atención a otro aspecto de este tema que en principio parece una obviedad. Nos estamos refiriendo al hecho que los puertos y las vías navegables, para ser aprovechadas de una manera fructífera, llevan a que se haga presente un presupuesto ineludible: primero que exista mercadería para cargar los buques y transportarla a destino y luego que para volver a puerto exista también otra mercadería para cargar los buques y volver a su puerto de salida, dejando de lado la importante cuestión de los pasajeros.
La información de fuentes oficiales a la que hemos hecho referencia solo se limita a señalar que por los puertos provinciales en el año pasado se “embarcaron” –no se menciona la “descarga” algo que lleva a inferir que, de existir, es insignificante, de donde la circulación es en una sola dirección- exactamente 617.192 toneladas.
Dentro de ese contexto es importante que señale la novedosa presencia del puerto de La Paz, utilizado en forma creciente por “trenes de barcazas”, y del reconocimiento de carácter estratégico del de Ibicuy como el principal puerto de ultramar de la provincia para la salida de nuestra producción, circunstancia que es de presumir ha de llevar a contemplar una reprogramación importante de nuestra infra estructura ferrovial.
Mientras tanto las cifras oficiales dan cuenta que el total del volumen de embarques en buques ultramarinos en Ibicuy y Concepción del Uruguay desde 2018 asciende a 324 mil toneladas; a la vez que el total proyectado para este año era de 600 mil toneladas, pero dado el ritmo de carga y las operaciones previstas, la estimación asciende a 750 mil toneladas.
Por su parte se indica que en 2018 y lo que va de 2019 el volumen total de embarques desde los puertos de Diamante y La Paz asciende a 491.741 toneladas, aunque en este caso el destino no es transoceánico sino de cabotaje a los puertos San Lorenzo, Quebracho y Gobernador Gálvez, de Rosario.
Hubiera sido de interés que también se hubiera dado a conocer la naturaleza y la cantidad de valor incorporada a los volúmenes “exportados”, de manera de conocer el porcentaje de valor de elaboración agregado a la producción primaria obtenida entre nosotros.
Dado que ese dato viene a complementar algo que más arriba hemos dejado entrever, cual es la necesidad de poner el acento en el crecimiento de nuestra producción primaria, acompañado de una cantidad cada vez mayor de valor agregado a esa producción.
Todo ello porque – e insistimos en el hecho- se hace necesario salir de la situación de semi/estancamiento en la que nos movemos, algo que resulta imperdonable teniendo en cuenta nuestras posibilidades ciertas y desaprovechadas de desarrollo, que representan un potencial del que nuestra incuria no nos deja de ser del todo conscientes, a lo que se agrega el recuerdo de un pasado que parecemos ignorar.
De ese pasado hacemos mención con algunos ejemplos. Es que sin contar el hecho que en su momento contamos en nuestra provincia con tres plantas procesadoras de carne vacuna de una enorme magnitud, de las que hoy no queda de ellas ninguna en pie; se debe señalar que hubo una época en la que, siendo la exportación argentina el setenta por ciento de la producción mundial de semillas de lino, la de nuestra provincia representaba el setenta por ciento de ese setenta por ciento, o sea que dentro de nuestro territorio se llegó a producir casi el cuarenta por ciento mundial de esa oleaginosa.
Al mismo tiempo, esos eran los tiempos en que la Exposición Rural de Concordia era por la importancia de los remates de reproductores y vientres de calidad, la segunda del país, luego de la que se llevaba a cabo en la Sociedad Rural de Buenos Aires.
De allí que resulte esperanzador escuchar de boca tanto de nuestro actual gobernador que aspira a su reelección, como de su principal contendiente, palabras que vienen a decir de su compresión del actual estado de cosas, que no es otro que el de nuestro estancamiento relativo con tendencia a volverse permanente, ya que el presupuesto para resolver cualquier problema se encuentra en su reconocimiento.
Aunque no podemos dejar de expresar nuestra inquietud, respecto a si con ello será suficiente, teniendo en cuenta la magnitud del desafío que se enfrenta, que implica una reconversión total no solo de nuestro gobierno, sino de nuestra sociedad, ya que si la causa de nuestra decadencia relativa reside principalmente en que hemos estado no solo mal administrados sino “sub/gobernados” a lo largo de tantísimos años, gran parte de la culpa está en quienes integramos nuestra sociedad, que nos hemos mostrado a la vez “sub/capacitados” a la hora de elegir.
En una manifestación de exagerada crudeza deberíamos demostrar entonces nuestra aptitud para dar respuesta a nuestros dos fundamentales problemas, en cuanto son “la madre” de todos los demás. El primero, que se haya transformado a los propios entrerrianos en el material más valioso de exportación, porque como sociedad no le hemos brindado la posibilidad para que en ella ocupen el lugar al que aspiran.
Mientras que el segundo, es todavía mucho más grave, cual es el crecimiento que se da entre nosotros de comprovincianos que viven en situación de exclusión. Fuente: El Entre Ríos.