En la jornada de este lunes se lunes se llevó adelante la Misa de desagravio y reparación por la profanación en la Parroquia Santa Teresita, oficiada por el Administrador Parroquial, Padre Pablo Siarra, quien en la homilía dejó un mensaje muy duro hacia la comunidad, al hacer una auto crítica de lo que vive a diario.
“Lo que sucedió en el sagrario es algo menor a lo que está pasando en el fondo, en la comunidad y hasta que no haya respeto y fe, todo es cáscara, por eso sentía una mezcla de dolor, angustia, tristeza y bronca cuando venía entrando y veía que la Iglesia estaba llena”, puntualizó con dureza el P. Pablo, quien en todo momento dejó en claro que el Obispo lo apoyaba en sus decisiones.
Lo primero que hizo en la homilía fue brindar detalles del hecho y como el P. Marcelo se dio cuenta de la profanación.
“Esto tiene que causar dolor, tristeza, preocupación, no desde el hecho delictivo, porque fue menor. No nos robaron nada material, pero nos tocaron el corazón. Entonces, hay muchas preguntas que uno tiene que empezar a hacerse”, señaló.
Esto “me exige rezar cuando ocurre algo en la comunidad. Y me pregunto y les pregunto ¿Cómo lo perdimos?” Haciendo una comparación del sepulcro y el anuncio de la resurrección de Jesús apuntó, “nos debe llevar a preguntarnos como comunidad porque el hecho que ocurrió ayer, no ocurrió ayer”.
A Jesús lo venimos perdiendo hace tiempo y no nos damos cuenta, agregó. No tenemos que ser tan hipócritas y decir las cosas como son”, dijo con firmeza el P. Pablo.
“Se nos perdió Jesús Eucaristía con tantas habladurías hacia el sacerdote, por tantos falsos testimonios y mensajes y audios ofensivos de WhatsApp contra el sacerdote, contra mi persona especialmente” Eso se lo hicieron a Cristo. Y si no nos duele lo otro tampoco nos duele esto, remarcó.
“Aquellos que se creen dueños porque hace más de 30 años están en la comunidad, si no obedecen a Cristo están automáticamente ex comulgados. No es una decisión mía, es lo que la Iglesia dice, por lo tanto, solos nos estamos excluyendo”, remarcó.
“Aquellos que hacen cosas sin avisar al Administrador Parroquial entran automáticamente en desobediencia”. Y mencionó a modo de ejemplo, a los navegantes, catequistas, los que hacen camino, “no se mandan solos. Y ahí se empieza a perder a Cristo”.
“Insisto siempre, el único que desobedece es el demonio. Lo de ayer podemos decir que es satánico, sí. Que es violencia, si. Pero no hay mucha diferencia en lo que ya se viene viviendo como comunidad, expresó tajantemente. Y hasta que no haya respeto y fe, todo es cáscara, por eso sentía una mezcla de dolor, angustia, tristeza y bronca cuando venía entrando y veía que la Iglesia estaba llena, porque si no me respetan, no respetan a Cristo”, dijo Siarra.
Enseguida dijo que por gracia de Dios que esta comunidad ha sido bendecida por el nombramiento del padre Aníbal que “aún no ha llegado y gente de esta misma comunidad ya lo está criticando”. Eso es despreciar a un sacerdote, es despreciar a Cristo. Esto no fue un robo, pero tiene que ser un llamado de atención de cómo estamos viviendo nuestra fe, remató el Padre Pablo.
Lo único que tiene el mal espíritu es la división, chusmerío y esas cosas a un sacerdote joven le duelen mucho, porque no entiendo la falta de respeto de los adultos, que se creen con tanto poder, por cosas anormales. En ese sentido dijo que no puede ser que muchas personas tengan la llave de la casa parroquial porque es mi casa y yo fui nombrado el administrador parroquial.
Más adelante comentó que el Diácono tiene más autoridad que las catequistas y que el P. Marcelo, que no tiene autoridad eclesial.
La Iglesia es madre, es santa, y en el derecho canónico nos dice que podemos hacer y que no podemos hacer. Y hasta los 75 años podemos y después tenemos que dar un paso al costado.
Recordó que una vez dijo que no le pueden pedir algo al P. Marcelo que no puede, no solo por una cuestión de edad y estado físico, sino porque no es el párroco.
Es grave que esto haya sucedido entre las 12 y las 17, y yo que soy el Administrador Parroquial me enteré a las 19. Es grave que pase eso y que Juan Pueblo ande manoseando el sagrario. Entiendan mis lágrimas, mi dolor, mi enojo, recen por mí para que sea un buen sacerdote, pueda darles a Jesús Eucaristía y me entregue con generosidad a los seres humanos, como creo que lo vengo haciendo. Aquellos que lo quieran aprovechar que sean bendecidos, y otros se lo van a perder, finalizó.